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Los ideólogos del 11-S comparecerán ante el juez en un mes en Guantánamo

El Pentágono pedirá la pena de muerte para Jaled Sheij Mohammed y sus cuatro compañeros Están acusados de actos de terrorismo y conspiración, entre otros cargos

Las Torres Gemelas de Nueva York, después de que sendos aviones comerciales pilotados por suicidas se estrellaran contra ellas el 11 de septiembre de 2001.
Las Torres Gemelas de Nueva York, después de que sendos aviones comerciales pilotados por suicidas se estrellaran contra ellas el 11 de septiembre de 2001. SEAN ADAIR (REUTERS)

Renunciando definitivamente a juzgarles en una corte civil criminal de Nueva York, como pretendió en un primer momento, el Gobierno de Estados Unidos presentó este miércoles cargos, por la vía militar, contra cinco sospechosos de planificar los atentados del 11-S en Nueva York y Washington en 2001. El Pentágono anunció que comparecerán por primera vez ante el juez en un mes en la base de Guantánamo, en cuyo penal se hallan detenidos, y que la pena máxima que se podrá aplicar sobre sus casos es la de muerte.

“Han pasado más de 10 años desde que se produjeran los atentados terroristas del 11 de septiembre”, dijo el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, en conferencia de prensa este miércoles. “El presidente sigue con el empeño de asegurarse de que aquellos que perpetraron los ataques contra EE UU rindan cuentas ante la justicia”.

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El vicealmirante retirado Bruce MacDonald, que supervisa los procesos judiciales contra detenidos por terrorismo en Guantánamo, anunció este miércoles que ha remitido el caso a un consejo de guerra que juzgará a Jaled Sheij Mohammed, Walid bin Attash, Ramzi Binalshibh, Ali Abdul Aziz Ali y Mustafá Ahmed al Hawsawi por conspiración, actos de terrorismo, secuestro de aviones, homicidio premeditado en violación de las leyes de guerra, ataque a no combatientes, destrucción de bienes civiles, daños físicos intencionados y destrucción de propiedades en violación de las leyes de guerra.

La fiscalía militar considera que, en colaboración con el líder fallecido de Al Qaeda, Osama bin Laden, los cinco detenidos planificaron el secuestro de cuatro aviones que estrellaron contra las dos Torres Gemelas en Mahattan, contra el Pentágono, en Virginia, y en un campo en Pensilvania (los pasajeros de ese cuarto aeroplano se rebelaron y evitaron que se dirigiera hacia Washington). Además de los 19 terroristas, murieron 2.976 personas en el ataque más mortífero contra EEUU.

Jaled Sheij Mohamed.
Jaled Sheij Mohamed.AFP
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“La autoridad competente ha remitido el caso a un consejo de guerra de pena capital, lo que significa que, si se les condena, los cinco acusados podrían ser condenados a muerte”, dijo el Pentágono en un comunicado enviado este miércoles. Se les juzgará a los cinco de forma conjunta en Guantánamo, donde ya han tenido lugar otras vistas contra sospechosos de terrorismo. Su primera comparecencia formal, que abrirá un largo proceso judicial, se producirá en el plazo de 30 días después de que se les notifiquen los cargos, algo que ocurrirá, con toda probabilidad, este jueves.

El Pentágono no aplica la pena capital desde 1961. En estos momentos hay siete soldados que aguardan ejecución en la única cárcel de máxima seguridad del Departamento de Defensa de EEUU, en Fuerte Leavenworth.

Al llegar a la Casa Blanca, en 2009, Obama inició los trámites para que se encausara a los sospechosos de terrorismo detenidos en Guantánamo en tribunales civiles. A los ideólogos del 11-S propuso juzgarles a pocos kilómetros de la llamada zona cero, donde se desmoronaron las Torres Gemelas. La medida provocó un acalorado debate en Nueva York, hasta el punto de que los republicanos en el Capitolio acabaron por denegar los fondos necesarios al Departamento de Justicia para transportar a los detenidos a suelo nacional norteamericano.

En la prisión de Guantánamo, abierta en 2002 en una base naval de la isla de Cuba, aún hay 167 detenidos, capturados en el campo de batalla en Afganistán, a los que se relaciona con Al Qaeda y con la insurgencia talibán. EEUU quiere juzgar solo a algunos de ellos, a los que considera enemigos acérrimos. El resto podrían ser transferidos o bien a sus países de origen o bien a terceras naciones, con las que Washington mantiene conversaciones al respecto.

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