_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mato, luego existo

Los ataques de Merah nos recuerdan que el terrorismo sigue siendo una amenaza y que es necesario abordar sus causas

Nicolás Sarkozy durante un acto de campaña en la isla Reunión el pasado miércoles.
Nicolás Sarkozy durante un acto de campaña en la isla Reunión el pasado miércoles.MICHAEL BULLER (EFE)

“Hay que luchar a un tiempo contra los terroristas y las causas del terrorismo con la misma determinación”. Esa fórmula, acuñada hace diez años, a raíz de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, por dirigentes tan diversos como Javier Solana, entonces secretario general de la OTAN, y el presidente de Estados Unidos George W. Bush, es tan válida como siempre a raíz de la reciente matanza habida en Francia.

El Estado francés logró identificar y “neutralizar” al terrorista enseguida, si bien siguen sin haber recibido respuesta dos preguntas: ¿Se le había debido detener mucho antes? ¿Y se le podía haber apresado con vida? Ahora el Estado francés debe hacer algo más. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, estuvo en lo cierto al llamar “monstruo” a Mohamed Merah, pero este era nuestro monstruo. Nació, se crió y se descarrió en Francia, exactamente como los terroristas que atacaron el metro de Londres en julio de 2005 eran productos de la sociedad británica.

Es absolutamente necesario, no solo para Francia, sino también para todo el mundo, entender cómo es que un hombre solo y solitario pudo tomar como rehén a todo un país durante casi una semana. La única forma como Merah pudo dar sentido a su vida parece haber sido la de asesinar a unos soldados y a unos niños judíos. Matar —y con la mayor sangre fría inimaginable— era existir.

Al principio y en secreto, muchos franceses abrigaron la esperanza de que lo que ocurrió en Toulouse y sus alrededores resultara ser una repetición de los ataques habidos en Oslo y alrededores en 2011: que el terrorista resultara ser producto de la extrema derecha. Merah afirmó actuar en nombre del islam fundamentalista; en realidad, era el producto de una secta sangrienta y descarriada. ¿Cómo puede un pequeño delincuente, un niño perdido de la nación francesa, ser presa del odio terrorista de cualquier variedad?

No cabe duda de que la tragedia ha favorecido la campaña de Sarkozy para conseguir su segundo mandato

Los asesinatos habidos en el suroeste de Francia reflejan tres factores principales. En primer lugar, el campo de batalla de Oriente Próximo, ampliado hasta Afganistán y Pakistán. Esos problemas no fueron la causa directa de los ataques, pero tampoco fueron un mero pretexto. Los problemas de esa tenebrosa región hacen de caja de resonancia para la juventud musulmana alienada de Francia.

En segundo lugar, la alienación es la realidad para muchos musulmanes franceses, agravada por una crisis económica que ha causado un desempleo juvenil muy elevado… y que afecta a los varones jóvenes musulmanes muy en particular, lo que retrasa su integración en la República Francesa.

Por último, una desviación identitaria en Francia puede estar cobrando una dimensión más grave. ¿Será una pura coincidencia que Merah, que era de origen argelino, eligiera para actuar el preciso momento en que Francia y Argelia estaban conmemorando el quincuagésimo aniversario de la independencia argelina?

Probablemente Merah no se sintiera ni francés ni argelino. Eligió lo que para él pasaba por ser una identidad musulmana, pero era una versión perversa, extrema, sectaria del islam. Cuestiones personales —la falta de un padre o de una estructura familiar cohesionada— probablemente precipitaran su desviación identitaria. Estaba buscando un modelo que pudiera imponer algunas normas en su vida y no pudo hallarlo hasta que encontró el terrorismo.

Ante el horror de las acciones de Merah, la nación francesa ha demostrado su unidad. Al seleccionar como blancos soldados musulmanes y cristianos, además de niños judíos, Merah fortaleció la solidaridad de un país que quería dividir, pero esa unidad es inestable.

La República Francesa debe recuperar sus más importantes territorios perdidos: los jóvenes alienados y frágiles con orígenes inmigrantes.

No cabe duda de que la tragedia ha favorecido la campaña de Sarkozy para conseguir su segundo mandato en las elecciones presidenciales fijadas para el mes de abril. Tomó las riendas y actuó con decisión y responsabilidad. El programa político, al menos a corto plazo, ha pasado a centrarse en la seguridad, en la que Sarkozy tiene ventaja estructural en comparación con su rival socialista, François Hollande, pero, según el famoso dicho del primer ministro británico Harold Wilson, “una semana es mucho tiempo en política”.

Antes de la primera vuelta de las elecciones puede haber muchos cambios. ¿Qué preocupará más a los votantes franceses cuando acudan a las urnas? ¿Volverán los temores económicos a prevalecer sobre el programa de seguridad? ¿O predominarán los factores personales, con un reflejo como el de “cualquiera menos Sarkozy”, en un lado, y una falta de confianza en un Hollande carente de carisma y posiblemente de preparación, en el otro?

Los salvajes ataques de Merah son un amargo recordatorio de que el terrorismo sigue amenazando a muchas sociedades. Se debe reforzar la seguridad y abordar sus causas. Y no tardaremos en descubrir si ese espasmo de terror fue un paréntesis trágico o un punto de inflexión.

Dominique Moisi es autor de La geopolítica de la emoción.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_