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Miami vive su Revolución

La indignación popular provoca un referéndum para destituir al alcalde del Condado, mientras el de la ciudad se enfrenta con el jefe de policía

El paraíso siempre está convulso. La fama de Miami es equívoca. Su halo de lugar idílico, prototipo de un turismo muy variado, desde lo más exclusivo hasta lo más normal, no es que se tambalee cada cierto tiempo con crisis internacionales, nacionales o locales. Tiene problemas en los cimientos. Si no fuera así, resultaría difícil de entender que muy lejos del norte de África y de Oriente Medio esté en marcha, al borde del Caribe, una revolución tan particular. Democrática, según las leyes en vigor, para destituir al alcalde del Condado (equivalente a la Comunidad en España), pero que a largo plazo también intenta cambiar unas leyes irritantes para miles de personas.

Y aún hay más. En medio de esta disputa se dirime otro enfrentamiento entre el edil de la ciudad de Miami, Tomás Regalado, y el jefe de la policía, Miguel Expósito, al que él mismo nombró. Ha estallado un oscuro asunto de supuestas influencias en máquinas de juegos recreativos. El agente ha hecho redadas por considerarlas ilegales cuando el edil y sus comisionados aprobaron una ordenanza para legalizarlas gravadas con un impuesto. Pero Miguel Expósito ha denunciado que el alcalde recibió dinero en su campaña electoral de empresarios de juegos y que ha tratado de interferir en sus operaciones. Regalado, periodista, lo ha negado, y espera el resultado de varias investigaciones sobre la actuación policial en los barrios negros más conflictivos, donde la escalada de muertos ha incluido hace poco más de un mes a dos policías.

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Pero la batalla más profunda se ventila en el Condado. El referéndum revocatorio está previsto para el día 15, aunque la clave volverá a estar en el voto anticipado, que empieza esta misma semana. Se trata de un arma legal y segura en las elecciones locales ante la escasa participación habitual en las urnas, pero un tanto discutible porque se convierte en una compra evidente de voluntades.

Carlos Álvarez, alcalde del Condado y antiguo policía, está en el disparadero por haber subido los impuestos de las casas, en plena crisis, a los sufridos residentes. Ha hecho juegos malabares dialécticos para justificarlo y ha dicho, por ejemplo: "Hemos mantenido como guía y centro un principio clave, respetar a los contribuyentes mediante el uso fiscal responsable de su dinero. Y eso significó, en primer lugar, apretarnos el cinturón". La indignación llegó a su punto álgido al conocerse que había elevado a niveles groseros los sueldos de sus ex colegas policías, bomberos y funcionarios. Ahora, lo mismo que cuando fue elegido, cuenta, para evitar su destitución, con los votos de los gremios correspondientes.

El empresario Norman Braman ha sido el promotor de la protesta y su grupo busca el voto con fondos particulares, no de los contribuyentes, una sensible diferencia. Tania, una de las muchas portavoces del clamor popular, recibió hace unas semanas una llamada en la que le ofrecían dinero por su voto y por conseguir otros. "Me están comprando", dijo. Pero todos lo hacen. Es parte de la guerra sucia que se vive en Miami, donde incluso un representante elegido para el Congreso está envuelto en unos casos de corrupción escandalosos.

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El coste del referéndum se estima en dos millones de dólares, nueva sangría criticada en medio de la crisis. Pero el contribuyente, al menos, se ha ahorrado medio millón más al convocarse otro, junto al pedido para destituir al alcalde: el de la comisionada (consejera o concejal) Natacha Seijas. Ni ella ni Álvarez han conseguido que los jueces paren el proceso, argumentando irregularidades en la recolección de firmas para la convocatoria del referéndum. Se necesitaba el 4% del censo de votantes y los convocantes lograron más del doble.

Seijas votó a favor de la subida de impuestos propuesta por Álvarez y los residentes de su distrito la quieren destituir también. Otros comisionados que también votaron en el mismo sentido han salido indemnes, pero esta operación, según ha reconocido Braman, es solo el principio de un intento de cambiar los estatutos del Condado, no solo de nombres. Sería la única solución con futuro. Resulta sorprendente que se acumulen tantos problemas en un lugar con recursos aparentemente sobrados. "Ya no sé si los políticos son más incapaces o más corruptos", dice Tania. Porque no son solo los impuestos. Los ciudadanos que deben lidiar con la pérdida de empleos por la crisis, y siguen instalados en el sueño imposible de una cobertura médica gratuita o asequible, ven continuas subidas en otros servicios básicos. Desde el monopolio de la luz a los seguros, cuando el último huracán que causó daños en Miami fue el Wilma en 2005. "No se puede resistir. Alguien se lo roba", añade Tania. Es sintomático, por ejemplo, que el prestigioso hospital Jackson Memorial esté al borde del colapso económico.

Para cerrar el círculo, el nuevo gobernador de Florida, el republicano Rick Scott, empresario metido a político con la promesa de crear trabajos como rosquillas, ha presentado sus planes de gobierno. Incluyen nutridos recortes sociales, en el sistema escolar y despidos para los ya desvalidos ciudadanos. No son precisamente multimillonarios como él, que ganó las elecciones a golpe de talonario pese a haber sido el protagonista de la mayor multa de la historia por fraude al Medicare, el sistema de ayuda sanitaria para los mayores. Scott se salvó de la cárcel y quizá por eso, entre sus recortes está el despido de funcionarios de prisiones.

Ciudadanos del condado de Miami-Dade (Florida) guardan fila para votar anticipadamente en 2008.
Ciudadanos del condado de Miami-Dade (Florida) guardan fila para votar anticipadamente en 2008.AP

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