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Cuba es Juba

Los 'jubanos', un grupo de niños del sur de Sudán que fueron enviados a La Habana durante la guerra civil, han regresado a Juba para comenzar a reconstruir su país

Cuando la guerra civil estalló en Sudán, en 1983, en el sur, miles de jóvenes fueron enviados a campos de entrenamiento en Etiopía para prepararse para el combate. Algunos instructores eran cubanos enviados por Castro para alentar las revoluciones en África y exportar el comunismo. Muchos de los nuevos reclutas eran niños incapaces de cargar un arma. Los instructores consideraron que no eran aptos para la guerra. En lugar de mandarles al frente, les enviaron a Cuba para que estudiaran. Aquellos niños están regresando ahora a Juba para reconstruir el país que dejaron. Se les conoce cariñosamente como los jubanos.

En el local Havana, en la ciudad de Juba, Orik Simon, de 38 años, da un sorbo a la cerveza local Tasker y prosigue la narración en un español perfecto y con un acento cubano muy pronunciado: "El viaje fue en 1985. Tenía 13 años. Fuimos a Eritrea y salimos por el mediterráneo hacia América en un barco soviético. Éramos unos 300 y pico. Creo que pasamos por algún puerto español. Y luego por las Canarias. Estuvimos 22 días en el mar hasta que llegamos a La Habana".

Los instructores consideraron que muchos niños no eran aptos para la guerra y los mandaron a escuelas cubanas
"Pensé que con mi experiencia podía hacer mucho por este país", explica Orik Simon, uno de los 'jubanos' que ha regresado
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Orik y sus compañeros se encontraron allí a africanos de todo el continente. Los instalaron en la Isla de la Juventud y allí empezaron a ir a la escuela. Poco después, otros 300 niños sudaneses viajaron a Cuba, esta vez en avión. Y luego miles.

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Aprovecharon la oportunidad. Orik fue a la universidad años más tarde y estudió medicina veterinaria. La vida le llevó después a Canadá, donde tuvo familia. En 2007, dos años después de que terminase la guerra, decidió regresar. "Tenía ganas de ver en qué podía ayudar. Después de la guerra, Sudán del Sur quedó totalmente destruido. Pensé que con mi experiencia podía hacer mucho por este país. Ahora me dedico a hacer carreteras. Empezamos con 10 camiones alquilados que ahora son nuestros", relata.

A las tres de la tarde no hay mucha gente en el Havana y se puede conversar mientras se come algún típico plato cubano. A esa hora la camarera sirve dos cervezas más en una barra vacía que por la noche estará atestada. Allí se reúnen algunos de los jubanos que estudiaron con Orik en Cuba. Son médicos, ingenieros, economistas... Una élite en Juba que ha decidido regresar para poner las bases del nuevo estado que está a punto de nacer y para arreglar el país con una copa de ron. "Esta semana hemos votado nuestra separación en el referéndum. Yo no lo voy a olvidar nunca. Estamos haciendo historia y gracias a Dios que yo estoy en Juba para verlo".

Para convertir a Sudán del Sur en un país con éxito, Orik saca a relucir algunas enseñanzas del comunismo: "Hay cosas que si las mezclas con el capitalismo no están nada mal. La sanidad y la educación, por ejemplo. Yo nunca vi morir a nadie de hambre en Cuba. Podía faltarles un zapato pero lo básico estaba. Creo que nosotros tenemos que empezar por la educación. Hay que aprovechar lo que tenemos. En la orilla del Nilo se pueden sembrar piedras y seguro que crece algo".

Orik Simon es uno de los miles de sudaneses que, de niños, fueron enviados a La Habana para escapar de la guerra. Ahora, como médicos, economistas o ingenieros, muchos vuelven a Juba para colaborar en la reconstrucción

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