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Serra vincula a Rousseff a la corrupción en el penúltimo debate de las presidenciales en Brasil

Las encuestas sitúan a la heredera de Lula da Silva con 11 puntos de ventaja sobre el candidato socialdemócrata

En un ambiente monótono y sin demasiada tensión, los dos candidatos a la presidencia de Brasil, el socialdemócrata Jose Serra, y la candidata del Partido de los Trabajadores, Dilma Rousseff, se han medido esta madrugada en el penúltimo debate televisado antes de las elecciones del domingo. Sin demasiadas novedades: ninguno se ha movido demasiado de sus postulados, si bien Serra vinculó a su rival con la corrupción al mencionar que una de sus colaboradoras está siendo investigada. Rousseff, por su parte, tiró de las buenas estadísticas dejadas por Lula da Silva, su mentor y presidente saliente, para mantener la cómoda ventaja que le dan los sondeos.

La última encuesta, de Vox Populi, da a Dilma un 49% del voto, por un 38% de Serra, candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de cara a la segunda vuelta de las presidenciales, que se celebra este domingo. Otras encuestas muestran más o menos lo mismo, incluso muestran una tendencia a que la distancia se agrande.

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Serra, por tanto, decidió irse al ataque de la favorita y lo hizo sacando el asunto de la corrupción. Así, le mencionó la reciente renuncia de una de las más cercanas colaboradoras en la campaña de su rival, Erenica Guerra, investigada por la policía. "Su mano derecha era una mujer que levantó una enorme red de corrupción y está siendo investigada por ello", ha dicho Serra, poniendo como contrapeso su propia trayectoria: "Llevo 40 años en el servicio público. Nunca he tenido ningún escándalo en mi entorno". Al contraataque, Rousseff ha recordado las acusaciones de que un asesor de Serra en su administración como gobernador de Sao Paulo, Paulo Souza, desvió dinero de la campaña. Además, han reprochado a su rival las privatizaciones de empresas estatales que Serra defendió en los 90.

No obstante, han sido pocos los rifirrafes del debate, que además comenzó sobre las once de la noche, por lo que no tendrá un efecto decisivo en la campaña. De hecho, ninguno de los debates anteriores ha tenido demasiada relevancia, con una audiencia que no ha superado el 25%.

Por el momento, Rousseff ha conseguido mantener lejos en la campaña los asuntos más espinosos. Defensora de la despenalización del aborto, por ejemplo, ha cambiado de opinión para no perder el voto religioso. Por el contrario, se ha refugiado a menudo en los buenos resultados económicos cosechados por su mentor, el presidente Luiz Inácio Lula Da Silva, prácticamente reverenciado en el país y que la propuso como candidata. Subida a esa ola está a punto de mantener la presidencia de Brasil para el Partido de los Trabajadores de Lula.

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En un debate un poco más tibio que el de hace una semana, pero que no ha alcanzado el grado de controversia esperado para los desafíos "cara a cara" frente a las cámaras, Serra y Rousseff han insistido en polemizar sobre asuntos como infraestructura, tecnología, educación, salud, empleo, seguridad y reforma agraria. Serra acusó a Rousseff de "hacer una lista de obras", incluso comenzadas en Gobiernos anteriores, para presentar el Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), el principal de su gestión como ministra de Presidencia y que contempla millonarias inversiones en infraestructura.

La candidata del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), embistió en el tema de la educación y culpó al diputado Indio da Costa, aspirante a la Vicepresidencia en la fórmula con Serra, de liderar la propuesta para desmontar el programa ProUni, que otorga becas universitarias a estudiantes de la red pública.

No obstante, los temas que pusieron la "pimienta" sobre la mesa fueron los de la explotación petrolera, vinculada a la reiterada discusión sobre privatizaciones, y el de los escándalos de corrupción.

El próximo y último debate televisivo será realizado el viernes en el canal Globo, en Río de Janeiro.

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