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Una ola de atentados causa decenas de muertos en Somalia

Los terroristas han atentado contra la ONU, el Gobierno, la embajada de Etiopía y los servicios secretos

Una ola de atentados suicidas ha sacudido este miércoles Somalia. Al menos cinco terroristas han detonado artefactos en las ciudades de Hargeisa (en la región de Somalilandia, en el golfo de Adén) y Bosasso, en la vecina región de Puntlandia, en el pico del cuerno de África. En Hargeisa, los objetivos de los ataques han sido oficinas de la ONU, del Gobierno y la embajada de Etiopía, mientras que en Bosasso ha sido atacada una sede de los servicios de inteligencia. Hay varios muertos, hasta 28 según las fuentes.

Las cinco explosiones se han producido de forma prácticamente simultánea en las dos ciudades, situadas en el norte del país y en dos regiones, Puntlandia y Somalilandia, que reclaman su independencia de Mogadiscio. Los atentados más graves han sido los perpetrados en Hargeysa, donde tres terroristas han volado por los aires en el complejo presidencial, en una sede del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y en la embajada de Etiopía. Según fuentes citadas por Reuters, sólo en la embajada etíope hay 20 muertos. La Agencia de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), habla de un número indeterminado de muertos en la sede de Naciones Unidas.

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En Bosasso, son al menos tres -dos agentes y una mujer- los muertos al estallar dos coches bomba en un complejo de los servicios de inteligencia de la región de Puntlandia.

Por el momento no se sabe quién está detrás de los atentados, aunque en el pasado reciente grupos islamistas opuestos al Gobierno prooccidental de Mogadiscio, apoyado por Etiopía, han reivindicado ataque similares. Washington, cuyo principal aliado en la zona es Etiopía, sostiene que los islamistas somalíes están vinculados a Al Qaeda, la red terrorista de Osama Bin Laden.

Los atentados se producen mientras los integrantes del Gobierno interino de Somalia, apoyado por Occidente, se encuentran en Kenia para recabar apoyos políticos de los líderes de los países vecinos. El Gobierno, elegido hace cuatro años, recibe fuertes presiones para acabar con el caos que vive el país -en especial en el Golfo de Aden, donde los piratas campan a sus anchas y aterrorizan a barcos de pesca y recreo de todo el mundo- y para entablar un diálogo con figuras moderadas de la oposición.

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Las regiones de Somalilandia y Puntlandia, al norte del país, han estado relativamente en calma en los últimos meses, mientras la violencia se cebaba en el sur, donde el ejército somalí, apoyado por el de Etiopía, lucha contra los insurgentes islamistas. La guerra entre los islamistas y el Gobierno se ha cobrado la vida de 10.000 civiles y un número indeterminado de combatientes de ambos bandos desde el inicio de 2007. La situación ha causado, además, un millón de desplazados.

Los islamistas son especialmente fuertes en el sur. En agosto tomaron la ciudad portuaria de Kismayu y se han consolidado en la zona. Ahora impera su ley, la islámica: el lunes, una mujer de 23 años fue lapidada acusada de adulterio.

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