Villano Antillano: “Sabrá Dios cuánta gente es buen músico, buen artista, y ni lo sabe porque no tiene dinero ni tiempo de saberlo”
Su tema con Bizarrap roza los 150 millones de reproducciones en YouTube. Ahora, la cantante puertorriqueña graba su primer disco, se deja vestir por Gaultier y repasa una carrera fulgurante que empezó desde abajo
Como el de tantas otras niñas, el primer contacto con la moda de Villana Pacheco (Puerto Rico, 27 años), más conocida como Villano Antillano, se produjo en el armario de su madre. “Ahí es donde encontraba todo lo que me hacía sentir bonita, aunque fueran cosas que me estuvieran prohibidas. Soy el tipo de persona que cuanto más me prohíban algo, más lo voy a hacer”. Con el tiempo se dio cuenta de que era un modo eficaz de expresar su identidad: “Es un campo que domina la comunidad [LGTBI] históricamente. Todas tenemos un sentido de la moda increíble: siempre hemos estado ahí, como hemos estado presentes en todos los campos de la sociedad”, explica. Ahora Villano Antillano es una chica Gaultier: “Mi primer contacto con la marca fue durante el Orgullo de São Paulo. Lo pasamos increíble. Me sentí muy cómoda. Y aquí estoy, colaborando con ellos. Es una pasada, como diríais en España”, cuenta desde la sede de firma.
Lo cierto es que pasada se queda corto para definir lo que le ha sucedido en este último año. Aunque lanzó su primer tema, Prende, en 2020, hace 12 meses era prácticamente una desconocida para el gran público y hoy, con ese fraseo arrollador que la caracteriza, es la primera artista trans en entrar en el top 50 mundial de Spotify. Entre medias, Mala mía, la canción que grabó en primavera junto a ese Rey Midas de la música urbana llamado Bizarrap y que ya roza los 150 millones de visualizaciones en YouTube. Y ahora, tras casi una decena de temas lanzados en la Red, está grabando su primer disco. “Desde fuera se ve como algo rápido, pero ha sido un proceso largo. Llevo desde los 15 pegada a un ordenador produciendo sonidos. Hace tiempo que yo sabía que era una artista y que en algún momento iba a compartir mi música con el mundo. Yo escucho mucho mis canciones, en el gimnasio, preparándome para salir… y cuando me di cuenta de que tenía algo bueno lo publiqué, al principio con mis amigas y luego fue creciendo el fenómeno, que coincidió con el momento en que empecé a transicionar. Da un poquito de vértigo pero se maneja”. De hecho, las críticas y demás consecuencias de ese éxito son lo que menos le importa: “Cuando tienes que sobrevivir por ser una persona queer y no cisheteronormativa, ¿qué más te puede pasar? Tuve que enseñar a la gente a que me amara como ser humano, pero yo también me humanicé en ese proceso”.
Puede que llevara tiempo trabajando en su música, pero supongo que llega un momento en que se siente comprendida, que ve que sus letras feministas, un poco viscerales, de repente conectan con muchísima gente… Es muy lindo ver cómo se crea ese elemento de empoderamiento, ver que mujeres cis, que no necesariamente lo tienen todo en común conmigo, se sienten empoderadas porque se hacen cuestionamientos que nunca se habían hecho sobre su sexualidad, su identidad…. No tiene que ver con el hecho de ser trans, tiene que ver con la autenticidad, algo que escasea. La gente conecta con eso, la idea de por qué tenemos que seguir unas normas establecidas desde hace tanto tiempo.
Y las normas no escritas del rap y el trap, casi siempre masculinos, casi siempre tratando los mismos temas de sexo, dinero, mujeres…. Eso ya se rompió casi enteramente. Estamos entrando en una etapa en la que las voces femeninas tenemos la atención. Para llegar hasta aquí ha habido mucha lucha, muchas que vinieron antes para acercarnos a este momento, que es, sí, histórico… Pero no creo que sea todo una cuestión de conciencia. A veces pienso que tiene que ver con el capitalismo: se percataron de que hay un mercado y mucha gente consumiendo este tipo de música.
¿Cuándo fue la primera vez que se dio cuenta de que se metía en un mundo machista y con unos esquemas culturales complicados? Desde el minuto uno. Imagínate. Ser una persona queer en Puerto Rico y en el Caribe es ultradifícil; ser una mujer trans es directamente innombrable. Los hombres son los hombres, por la noche te buscan y por el día te matan a pedradas si pueden. Yo crecí con esa contradicción de ser muy deseada y a la vez muy condenada. Ahora tengo una relación muy bonita con mi madre, que me respeta y me ve como una adulta, pero al principio fue muy difícil. Así que cuando entré a la música estaba más que preparada. Me daba igual, no quería ganarme a nadie. Y al final, mira, eso es el reguetón y el trap, el fronteo, hacerse valer, tenerlo claro.
Para llegar a esa actitud supongo que lo importante es saber refugiarse en la comunidad. Totalmente. No estaría viva si no. Sin ese enlace comunitario de madres, hermanas, de familia escogida que cuando yo me vi en la calle me dieron techo, comida, hormonas, que me encaminaron en la vida.
¿Cree que lo que es hoy se lo debe a ellas? Es un lazo muy fuerte. Sé que conecto mucho con muchas mujeres cis y cis hetero, y muchas han sacado la cara por mí, yo he recibido mucho amor en ese sentido. Pero mi música es para la comunidad, yo hago música específicamente para el mariconeo.
Pero a la vez, por suerte, cada vez nos damos más cuenta de que el feminismo debería ser una lucha transversal, que debería incluir y apoyar a todas esas mujeres que además tienen su propia lucha por cuestiones de identidad, de raza, de clase... Estamos tomando conciencia de esa interseccionalidad. Es alejarnos del machismo que nos oprime a todas, da igual si eres trans o cis.
Hablando de transversalidad, sus letras tocan mucho el tema de la clase social, que no es algo muy común. Pero qué importante es. Mi experiencia como mujer trans no es la misma que la de una mujer negra trans. Yo soy una blanca en Puerto Rico, y tuve acceso por ejemplo a una buena educación que me dio herramientas, algo a lo que no todo el mundo tiene acceso. La lucha de clases es importantísima porque soy de una colonia de EE UU y nadie más sabe lo que es eso, salvo Hawái. Ahora en Puerto Rico el que es pobre es muy pobre y el muy rico es muy rico. Hay portorriqueños que tienen dinero, pero la mayoría son gringos que se han mudado y ya.
Supongo que en este año tan loco habrá recibido cientos de mensajes de gente que ha sentido identificada con sus letras y con su lucha. ¿Alguno que le haya emocionado especialmente? Recibo mensajes de madres con hijes trans que son increíbles. El otro día me llaman para cobrarme el último plazo del seguro de coche y, aunque yo había notificado ya que me cambiaran el nombre, me llamaron por mi dead name [nombre previo a la transición] y le dije a la chica: “Bueno, me llamo Villana” y me contestó: “Villano… ¿Antillano?”. Se hizo un silencio eterno y me contó que tiene un hijo trans al que apoya pero que no sabe cómo ayudarlo, que está muy confundida. Y nada, le dije que me llamara cuando quisiera pero que lo importante es que lo escuchara y aprendiera en el proceso. Lo importante es la educación. Los hombres por ejemplo no nacen oprimiendo a las mujeres, les enseña el sistema.
¿Cree que es posible llegar a revertir ese sistema? Creo que podemos reeducar. Yo me he cruzado a hombres machistas, incluso misóginos, y he dado la cara cuando la he podido dar pero también les he explicado. La cosa cambia cuando nos topamos con gente de carne y hueso que te cuenta sus problemas. La cuestión es que a veces para muchos somos como conceptos cerrados, ideas sin rostro.
Parece que cuando se habla de las personas trans todas son la misma persona, y todas tienen que ser activistas… Yo siempre hablo del activismo de existir. Ya existo y tienen que vivir con ello. Habrá gente que me considere activista, pero para eso hay que saber mucho y saber muy bien teorizar, yo no me veo así. Yo existo, soy de carne y hueso, y no puedo hablar por todas las mujeres trans, hablo por mí.
Internet le ha ayudado como artista, pero supongo que, como mujer trans, lo echaría en falta sin saberlo cuando era niña. Imagina. No sabía ponerle nombre. Me educaron de una forma tradicional y rezaba por la noche para levantarme a la mañana siguiente siendo diferente. Cuando me di cuenta de que no iba a pasar, fingí para que me vieran como un macho. Un día, cuando a una buena amiga, que es como mi segunda madre, le dije que era una mujer trans me contestó: “Siempre lo supe, pero tenías que llegar tú a darte cuenta”. Imagínate cuando vi la historia de Cristina La Veneno, que la vi con 22 o 23 años y aún así me pasé un año y medio interiorizándola hasta decir: “Mi vida es esto”. Imagínate si hubiera tenido la suerte de verla de adolescente.
Todo ha pasado muy rápido, pero ahora que es exitosa, ¿dónde se ve? ¿Adónde le gustaría llegar? A veces pienso que tengo los mismos sueños que cualquier persona. Luego me doy cuenta de que no, porque soy una minoría y he vivido cosas que han vivido las minorías. Sé lo que es el sufrimiento, lo que es no tener un techo, no tener dinero… Por eso está bien tener dinero ahora pero, no sé, he visto cómo algunos artistas se gastaban 40.000 dólares en botellas. Yo me muero si algún día hago eso. Prefiero dar mil dólares a 40 familias. Y no soy Teresa de Calcuta, que yo también soy muy mala. Pero siento que tengo que devolverle algo a todas las que han dado la cara por mi. Hay algo muy bonito en la comunidad queer, y en el feminismo: luchamos gracias a las que vinieron antes y por las que vendrán después. Y también devolver a Puerto Rico, comprar tierras y dar seguridad a toda esa gente que me mantuvo viva. Porque de qué sirve al final el dinero si no puedes volver a una casa en la que eres tú misma y punto.
Al final el dinero sirve para hacer lo que quieras. Con lo que más he soñado ha sido con el poder adquisitivo, porque nunca lo tuve. Ahora mi música suena mejor porque no tengo que preocuparme de dónde va a salir mi próximo cheque para el alquiler. Puedo enfocarme en lo que hago. Me puedo distraer. Esa es la trampa del capitalismo: como estás preocupada en producir y en ver qué más puedes hacer no te puedes distraer, no te puedes explorar como persona. Sabrá Dios cuánta gente es buen músico, buen pintor, buen artista y ni siquiera lo sabe porque no tiene el dinero y por eso no tiene el tiempo de saberlo.
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