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Sarah Ferguson reflexiona sobre su amistad con Diana de Gales: “Nos colocaron como la santa y la pecadora”

La duquesa de York reflexiona sobre la exposición mediática que ella y la princesa vivieron en los noventa: “Diana y yo estábamos allí para que hubiera gente que ganara muchísimo dinero”

Sarah Ferguson
Diana de Gales y Sarah Ferguson, en un partido de polo en Windsor en mayo de 1987.Tim Graham (Tim Graham Photo Library via Get)
El País

Sarah Ferguson fue durante los años ochenta y noventa un personaje de tremenda popularidad en el mundo entero gracias a su relación con el príncipe Andrés, tercer hijo de Isabel II, con quien se casó en 1986 y tuvo dos hijas, Beatriz y Eugenia. Pero, además, Ferguson, duquesa de York, se colocó en el candelero por otra relación: la fuerte amistad que mantenía con la princesa Diana de Gales. Algo que las situó a ambas en el ojo mediático y que hizo que desde más de una tribuna en los medios de comunicación sufrieran continuas persecuciones, pero también se realizaran comparaciones, críticas e intentos por separarlas y hacer ver que estaban enfrentadas.

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Ahora, casi 24 años después y ya con 61, Sarah Ferguson ha querido hablar abiertamente de cómo era su relación con Diana de Gales, de quien cuenta que era su amiga desde que ella tenía 15 años y la esposa del príncipe Carlos, 14. Lo hace en la portada de la revista People, a la que se asoma con la excusa de su debut como novelista. Aunque había escrito algún ensayo histórico y libros infantiles, así como volúmenes de dietas o en los que reflejaba algún aspecto de su historia personal, ahora Ferguson se estrena con Her Heart for a Compass (literalmente “Su corazón por una brújula”, aunque por el momento no cuenta con traducción en español), que llegará a las librerías el próximo 3 de agosto.

Como ha comentado en alguna ocasión, fue Diana quien le presentó a quien sería su marido, Andrés. “Le dije: ‘Oh, la verdad es que es muy guapo’. Y ella me dijo: ‘¡Vaya, Fergs!”, utilizando el apelativo cariñoso con el que la llamaba Diana (a ella Ferguson la llamaba Duchs). Pero más allá de ese tipo de anécdotas, la duquesa de York —aunque esté separada del príncipe Andrés desde 1992, aquel annus horribilis de la reina Isabel, sigue usando el título— profundiza un poco más en cómo eran vistas desde fuera y cómo eso las condicionó.

“En los años ochenta, estaba Diana, preciosa, y estaba la gorda, desgarbada Fergie”, reflexiona ella sobre cómo era presentada ante el mundo y sobre la dinámica que estableció la prensa para descatalogarla y situarla en una posición de blanco de burlas y por debajo de la siempre perfecta Lady Di. “Simplemente estábamos allí para que hubiera gente que ganara muchísimo dinero. En ese momento, ninguna de las dos nos dimos cuenta de ello”, reconoce en People. Ferguson afirma: “Nos colocaron como la santa y la pecadora. Y lo más importante era permanecer fuertes juntas, y lo hicimos, independientemente de lo que cualquiera escribiera”.

En la revista trata también sobre aspectos entonces poco reconocidos como los problemas psicológicos, pero hoy muy en boga, en parte también gracias a la labor de los hijos de la difunta princesa. “Diana y yo teníamos nuestros propios problemas de salud mental, y ella y yo solíamos hablar [acerca de ello]”, rememora. “Ella me decía: ‘Fergie, recuerda una cosa: cuando estás arriba del pedestal, es muy fácil caer. Y tú estás abajo. Simplemente, sube”.

En la charla, Ferguson también cuenta que es una persona “muy autocrítica”, pero que a la vez se considera “una muy buena madre”. Su hija pequeña, Eugenia, de 31 años, tuvo a su primer hijo, August, a principios de febrero, convirtiéndola en abuela, mientras que la mayor, Beatriz, de 32, está embarazada del que será su primer retoño. Según cuenta, ella es una gran madre porque cuando sus hijas crecían y le preguntaban los motivos por los que no podían hacer ciertas cosas, ella les contestaba: “Bueno, yo he cometido ciertos errores. La prensa mundial ha escrito sobre mis errores, así que vosotras no tenéis que repetirlos. Ya me adelanté a vosotras para despejaros el camino, para que así podáis soñar y crecer y ser quien vosotras queráis”.

De hecho, explica que esos fallos la han ayudado a reconciliarse con ella misma, y que ahora nunca dejaría atrás a esos alter ego que son Fergie y Sarah, duquesa de York. “Son mis amigas. He conseguido llevarme bien con mis fallos del pasado. Ahora soy amiga de Fergie. Ella no supo cómo hacerlo mejor. Y luego está Sarah. Vamos experimentando. ¿Cómo se suponía que íbamos a saber ciertas cosas cuando era imposible saberlas? Mi Fergie, mi duquesa, mi Sarah. Todas son buenas personas”.

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