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Enrique de Inglaterra se sincera sobre sus adicciones a las drogas y el alcohol tras la muerte de Diana

En su serie documental junto a Oprah Winfrey, el príncipe explica que sufrió ataques de pánico, que nunca contó con el apoyo de la familia real británica y que no se arrepiente de su marcha porque temió por la vida de Meghan Markle

El príncipe Enrique, en Windsor, en octubre de 2019.
El príncipe Enrique, en Windsor, en octubre de 2019.POOL (Reuters)
María Porcel

Enrique de Inglaterra ha vuelto a romper todas las ataduras que le unían a la familia real británica dando detalles muy íntimos de su sufrimiento, de cómo vivió la muerte de Diana y de su vida en palacio, llegando incluso más allá de la entrevista que realizó junto a Oprah Winfrey el pasado mes de marzo. Esta vez el marco es la serie documental que acaba de estrenar también junto a Winfrey, que ambos producen y protagonizan, The Me You Can’t See (Lo que soy y no ves). En ella, Enrique cuenta que llegó a consumir de forma recurrente drogas y alcohol para superar la pérdida de su madre y “como vía de escape”. “Estaba decidido a beber, estaba decidido a tomar drogas, estaba decidido a intentar hacer las cosas que me hacían sentir un poco menos como me sentía”, le ha contado el príncipe a la presentadora durante el primer capítulo del mismo. “Poco a poco me fui dando cuenta. No es que bebiera de lunes a viernes, sino que probablemente bebía en un solo día, un viernes o un sábado por la noche, lo mismo que en toda una semana. Y estaba bebiendo no porque lo disfrutara, sino porque estaba tratando de ocultar algo”.

Además de esas incursiones en las drogas y el alcohol, Enrique explica que sufrió frecuentes ataques de pánico, sobre todo cuando tenía que enfrentarse a las tareas asociadas a su cargo. “Cada vez que me ponía un traje y una corbata y tenía que hacer el papel, incluso antes de salir de casa, rompía a sudar, mi corazón se ponía... Ataques de pánico, ansiedad severa. La época de los 28 a los 32 fue una pesadilla en mi vida, de locura”. Unos ataques que además veía todo el mundo, y por los que él se sentía expuesto: “Cada vez que me montaba en un coche, que veía una cámara, empezaba a sudar, como si mi temperatura corporal fuera dos o tres grados más alta que la del resto. Pensaba que estaba completamente rojo y todos podían ver cómo me sentía, pero nadie sabía los motivos”. Por eso asegura que los mejores años de su vida los pasó durante la década que estuvo vinculado al Ejército, porque allí no tenía privilegios ni reconocimientos por ser de la familia que era.

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“La gente que está herida desde su crianza, por su entorno, por lo que ha pasado, a lo que se ha tenido que enfrentar, que ver..., si no te transformas, si no lo procesas, acaba volviéndose contra ti de todas las formas posibles y no puedes controlarlo”, explica. “Mirando hacia atrás es todo una cuestión de tiempo”, piensa en voz alta acerca de cómo se desarrolló su vida. “A mis veintimuchos, todo era frenético para mí, hasta el agotamiento, viajaba por todo el mundo porque desde la perspectiva de mi familia así averiguaría quién era. Y era como: ‘Alguien tiene que ir a Nepal, Enrique, te toca’. Era el que siempre decía que sí. No sí, sino ‘Sí, claro, claro, por supuesto’. Sí, sí hasta acabar completamente quemado”.

Además, en la serie se ve al príncipe someterse a una terapia que sirve para aliviar a pacientes que han sufrido un shock postraumático. De hecho, él mismo cuenta que tras la muerte de su madre acudió a terapia durante cuatro años (“y eso es mucho tiempo”), y que en un primer momento eso le impacto porque tenía “miedo a perder”. “No estaba en un entorno en el que se me animara a hablar de la cuestión, más bien al revés”, relata sobre la falta de comunicación con el resto de miembros de la familia real.

“Para mí, la terapia me ha equipado para ser capaz de sobrellevarlo todo. Ese es el motivo por el que estoy aquí, y por lo que mi esposa está también aquí. Ese sentimiento de sentirse atrapado en la familia, porque no había opción para salir...”, relata el hijo menor de Carlos y Diana de Gales, que explica que cuando le comunicó a su familia la intención de marcharse le dijeron: “No puedes hacer eso”. “Y yo pensé: ¿cómo de mal tienen que ponerse las cosas hasta que me permitan hacerlo?”.

“Pensé que mi familia me ayudaría pero cada pregunta, petición, alerta, lo que sea, dio de bruces con silencio o negligencia”, asegura sobre la familia real británica, donde lo único se le recomendaba era que asintiera y sonriera y que con ello lo superaría. “Los miembros de mi familia han dicho: ‘Juega a este juego y tu vida será más fácil’, pero tengo un infierno dentro de mí por lo de mi madre. Me siento fuera del sistema, pero estaba atrapado en él. El único modo de liberarte y romper es decir la verdad”, explica. Enrique de Inglaterra cuenta que tras la muerte de su madre se sentía como si tuviera la cabeza “dentro de la arena” y que cuando le preguntaban cómo se sentía no decía nunca que feliz o triste, sino simplemente “bien”, sin querer profundizar.

También afirma que pensar en la difunta Diana le resultaba doloroso, demasiado, por lo que evitaba traerla a su mente. “No quiero pensar en ella, porque si pienso en ella, va a salir a flote la cuestión de que no puedo recuperarla, traerla de vuelta, y eso me hace estar triste. ¿De qué sirve pensar en cosas tristes? Decidí, simplemente, no hablar de ello. Nadie lo hacía”.

De hecho, Enrique pensó que lo que le había pasado a Diana podría repetirse con su esposa, Meghan Markle. “Persiguieron a mi madre hasta la muerte cuando mantenía una relación con alguien que no era blanco, y mira lo que pasa ahora. ¿Hablamos de que la historia se repite? No van a parar hasta matarla”, dice, en referencia al racismo que Markle y él afirman han sentido en el seno de la familia real y también a la persecución mediática. “Por los titulares y los esfuerzos conjuntos de La Empresa [como se llama a la familia real británica] y los medios de desprestigiarla, me despertaba en mitad de la noche y ella estaba llorando, pero no quería despertarme porque yo ya llevaba demasiado peso sobre mis hombros”, relata. “Era descorazonador, la abrazaba, hablábamos y ella lloraba y lloraba”. Como ha contado en alguna ocasión, pensó que la historia de su madre se repetiría.

Por eso, explica que no se arrepiente en absoluto de haberse marchado del seno de la familia real. Y añade que Londres le trae demasiados recuerdos de Diana y le provoca sufrimiento, porque allí se siente “perseguido”. De hecho, cree que ahora está viviendo la vida que su madre querría y que no pudo llegar a disfrutar.

Lady Gaga habla de su violación a los 19 años, que le provocó un embarazo

In this image provided by Apple, Lady Gaga appears in a scene from "The Me You Can't See." (Apple via AP)
In this image provided by Apple, Lady Gaga appears in a scene from "The Me You Can't See." (Apple via AP)AP

En los episodios de The Me You Can’t See no solo aparecen hablando sobre la salud mental Enrique de Inglaterra y Oprah Winfrey, sino también Lady Gaga, Glenn Close, el conferenciante Zak Williams, hijo del fallecido actor Robin Williams, los jugadores de la liga de baloncesto de EE UU DeMar DeRozan y Langston Galloway y al cocinero Rashad Armstead. En ellos, Lady Gaga —a la que se presenta simplemente como Stefani, haciendo uso de su nombre de pila real— relata cómo fue violada por 19 años, algo que ya contó en 2014 y que ha sacado a luz en distintas ocasiones a lo largo de estos años (como cuando en 2016 explicó que sufría un trastorno postraumático o en 2018 que había sido forzada por alguien de la industria del entretenimiento), pero también cuenta cómo de aquella violación acabó embarazada.

“Tenía 19 años y ya estaba en este negocio, y un productor me dijo: ‘Quítate la ropa’. Y le dije que no. Lo dejé, y entonces me dijeron que iban a quemar toda mi música. Y no pararon. No pararon de pedírmelo, me quedé congelada, y... casi no me acuerdo”, contó. No quiso nombrar al productor, pero afirmó que no quería “volver a ver a esa persona nunca más”. Cuenta que hace unos meses que ese trauma tardó en aparecer un tiempo y que supuso “un absoluto brote psicotico”. “Primero sentí el dolor, luego me noté entumecida, después enferma durante semanas. Me di cuenta de que sufría el mismo dolor que cuando la persona que me violó me dejó ahí embarazada, tirada en una esquina cerca de la casa de mis padres, porque estaba enferma, vomitando. Porque había sido violada, y estaba encerrada y atrapada en un estudio de grabación durante meses”.

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Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.

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