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Louis 1856: la espectacular cocina retromoderna

Grandes piezas para compartir, recetas basadas en la cocina tradicional francesa y una puesta en escena que quita el hipo. El cocinero Jordi Vilà dirige la oferta de este restaurante de altísimo nivel.

Ave siendo despedazada en público.
Ave siendo despedazada en público.JOAN CUITO

¿Louis 1856? ¿Estamos en clase de Historia?

No, estamos en El Comidista, y Louis 1856 es uno de los mejores restaurantes a los que he ido últimamente.

Siempre dices lo mismo…

Es que siempre procuro ir a restaurantes que me gustan. Pero Louis 1856 tiene algo especial: aúna cocina clásica con una puesta en escena muy actual. El resultado es un restaurante tremendamente moderno y elegante.

¿Has vuelto a darle a la botella?

No. Bueno, un poco. El caso es que Jordi Vilà, cocinero, ha ideado una carta basada en grandes piezas para compatir y preparaciones teóricamente pasadas de moda –como el Filete Chateaubriand o la Tortilla Alaska– que en muchos casos los camareros terminan delante de los clientes y emplatan en vajilla de porcelana de Limoges pintada a mano.

Todo esto sucede, además, en los sótanos de la tienda que la cervecera Moritz tienen en el centro de Barcelona, un espacio impactante proyectado por el arquitecto Jean Nouvel. A mí me pareció que si María Antonieta viviera hoy, su comedor se parecería a este.

¿A que parecen anchoas?
¿A que parecen anchoas?JORDI LUQUE

Bueno, va, ¿qué comiste?

El ágape fue considerable.

Empecé con una lionesa de queso gruyer. Además de muy rica, me pareció una idea de aperitivo muy original, pero luego me enteré de que es una especialidad típica francesa y se llama gougère.

La cosa siguió con lo que ellos llaman anchoa vegetal. Es una tira de pimiento asado que parece un lomo de anchoa. No fue lo que más me llamó la atención.

Para cerrar los aperitivos comí una tostadita de nuez de macadamia con polvo de tomate y mayonesa de escabeche. Esto casi me hizo explotar la cabeza, muy bueno.

Llevan un cerdo ibérico en su interior.
Llevan un cerdo ibérico en su interior.JORDI LUQUE

Vaya chorradas.

Llámale chorrada, llámale cocina muy trabajada.

La cosa se puso seria con el paté de liebre en costra de cacao, otro plato basado en una preparación clásica francesa –el paté en croûte–. Iba acompañado de remolacha encurtida, con el punto de acidez perfecto para desengrasar.

Me dejaron viendo el paraíso unos agnolotti –pasta rellena italiana– de cerdo ibérico servidos con crema de ricotta trufada y consomé de rabo. Y aluciné en colorines con un plato al que llaman ‘La Seta’. Es pollo rustido servido en un cilindro hecho con una lámina muy fina de apionabo –que simula el tronco de una seta– con un sombrero de hojaldre. Creo que jamás olvidaré el sabor de ese pollo ni la elegancia con la que el camarero montó el plato.

La Seta. Para quitarse el sombrero
La Seta. Para quitarse el sombreroJORDI LUQUE

Tiene buena pinta. ¿Aquí acabaste?

No. Continué con el monumental chuletón de rodaballo a la brasa guarnecido con alcachofas al Palo Cortado. Para tirar cohetes. El punto del pescado fue perfecto y terminé bien pringado de gelatina.

De postre, como aún tenía un rinconcito, pedí la Tortilla Alaska o Omelette Surprise: un merengue relleno de mousse de frutos rojos que se flambea ante el cliente.

Madre mía, ¡vaya comilona!

Sí, me salté la dieta. Y también, como decía antes, me salté mi particular ramadán alcohólico. La carta de vinos es fantástica, hay un montón de botellas de bodegas que trabajan con viticultura natural o biodonámica. Cosas muy raras y muy, muy buenas.

Parte de la sala, sola.
Parte de la sala, sola.JOAN CUITO

Oye, este sitio no parece barato.

Y no lo es. Aunque la comida vale cada céntimo que pagas por ella. La factura puede salir por unos 50 o 60 euros sin bebida.

¡Pero si eso es un dineral!

No hace falta ir a diario. Pero es el restaurante perfecto para una celebración o para darse un homenaje.

Pijo, que eres un pijo.

Un poco, sí.

Louis 1856: Ronda de Sant Antoni, 41. Barcelona. Tel. 934 253 770. Mapa.

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