¿Es este el número 1 de esta newsletter? Lo es. Bienvenidas, pues, y bienvenidas con jarana e ilusión. De verdad. Y también de verdad este primer boletín va con un objetivo que tiene que cumplirse aquí dentro y allá afuera, para vosotras y para mí: la de hacer desaparecer la lítost. Sí, os prometo que sabéis exactamente lo que es.
Contar algo delante de un montón de gente y que luego ese algo os carcoma todo el día: lítost. Salir con alguien (que os gusta y mucho), ir al baño y descubrir un moco o algo en un diente: lítost. Enviar un mensaje (probablemente de noche), verlo a las horas y pensar “no, no, no, por qué, POR QUÉ”: lítost. Haber perdido la oportunidad de decir lo que queríais decir en un instante preciso porque parecía el instante perfecto: lítost.
No es exactamente vergüenza, ni remordimiento. Es ese momento en el que el recuerdo de lo que has hecho o no hecho te arrolla por completo aunque sea la mayor insignificancia del mundo y te hace sentir, sin razón alguna, como una mierda (no sé si me van a dejar poner mierda, pero lo voy a intentar). Y es un término checo sin equivalente exacto en ningún otro idioma que Milan Kundera —que fue como yo descubrí la palabra, en El libro de la risa y el olvido—, describe como "un sentimiento tan inmenso como un acordeón extendido, un sentimiento que es síntesis de muchos otros: la tristeza, la compasión, los reproches y la nostalgia".
¿Sabéis quiénes sienten más esa especie de culpa melancólica? Las mujeres. Intentamos con ahínco llegar a todo, no equivocarnos, ser perfectas, cumplir con las expectativas. Y mira, mundo, ya está bien. Lítost no es bienvenido en nuestra casa ni será nunca invitado a nuestras fiestas.
Aquí, algunos estudios sobre esa idea
[No sobre el lítost, que no hay análisis específicos, obviamente, pero sí sobre el arrepentimiento y la culpa. Soy consciente de que no vais a leerlos ni todos ni enteros, pero es para daros contexto y que no penséis que me saco de la manga lo que os cuento].
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Woulda, coulda, shoulda: the haunting regret of failing our ideal selves [Hubiera, pudiera, debería: el arrepentimiento inquietante de fallar a nuestro yo ideal]. El artículo (en inglés), de Susan Kelley, explica una investigación de 2018 sobre la turra que nos damos a nosotras mismas con las cosas de las que más nos arrepentimientos en la vida. Y descubrieron que las personas se arrepienten más de no cumplir con sus esperanzas, metas y aspiraciones que de no cumplir con sus deberes, obligaciones y responsabilidades.
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Gender differences in self-conscious emotional experience: a meta-analysis [Diferencias de género en la experiencia emocional autoconsciente: un metanálisis]. En este estudio de 2012, también en inglés, las cuatro investigadoras concluyeron que los estereotipos de género provocan que las mujeres experimenten más culpa y vergüenza, y los hombres más orgullo.
- En este último, sobre la intensidad de la culpa habitual en hombres y mujeres, cuatro investigadoras de la Universidad del País Vasco y la de la Navarra encontraron lo mismo: que la culpa habitual era más intensa en las mujeres que en los hombres, y que los resultados sugieren que eso responde a diferencias en sensibilidad interpersonal. El artículo original está en inglés, pero podéis leerlo en español en este enlace.
Aquí, cosas más livianas
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La culpa de desear, uno de los capítulos del pódcast Acabar que enlaza culpa con deseo. En Spotify, 31 minutos y 54 segundos.
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El nenúfar y la araña, de Claire Legendre y traducido por Laura Salas Rodríguez (Tránsito Editorial, 2019). Fue el libro que me recordó el lítost (tiene un capítulo breve exactamente sobre eso) ¿De qué va? De lo que nos da miedo: tomar decisiones o no tomarlas, de repente a los aviones, a una enfermedad, a que nos digan que no o a veces a que nos digan que sí. Y de esa angustia de las ochocientas cosas sobre las que no tenemos control.
- ¿Visteis a Julia Otero en Lo de Évole? Si no, dadle y luego pensáis en el lítost. También podéis leer esto que escribió Paloma Rando después del programa, Carcajadas y manotazos.
Tres cosas más que tienen que ver con la actualidad
[Y que tienen que ver con nuestros cuerpos y su control, no vaya a ser que llegue el momento en el que la ideología, la religión o el patriarcado dejen de querer tenerlo]
Posdata
Me pidieron que me presentara y voy a ello brevemente: me llamo Isabel Valdés, tengo una madre que se enfadará si no digo que mi segundo apellido es Aragonés, soy la corresponsal de Género del periódico, soy fan de las sardinas, la cumbia y las hamacas, y estaré en vuestros correos los miércoles a las 20.00 (y algunas veces tendremos invitadas e invitados de honor). Sin lítost jamás, que para eso procedí hoy a intentar sentar esa base. Aquí no habrá miedo por decir algo de lo que podríamos o no arrepentirnos después, ni culpas ni ninguna de esas otras emociones que nos hacen sentir mal.
Os dejo mi email, porque prometí que esto sería un ida-vuelta. Podéis contarme lo que queráis, sugerirme lo que os dé la gana y criticar desde el amor y la construcción. Ahí va: ivaldes@elpais.es
Y feliz cumpleaños, porque nuestras velas también son vuestras, y hoy EL PAÍS cumple 46 años.
Abracito ✨
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