Los estadounidenses acuden este martes a las urnas para elegir a su próximo presidente. Se completa así un ciclo de votaciones que empezó en enero, con los caucus de Iowa, el pistoletazo de salida de las primarias. La victoria aplastante de Donald Trump en las asambleas ciudadanas de la entonces gélida Iowa, cubierta de nieve y sometida a temperaturas propias del Ártico, inferiores a los 20 grados bajo cero, le allanó el camino para la nominación republicana. Este sábado otoñal, una encuesta publicada en su capital, Des Moines, ha dejado helados a algunos republicanos.
Desde que empezó la campaña, no hemos parado de hablar de los siete Estados decisivos, aquellos en los que las fuerzas están más igualadas. Los lectores de este boletín seguramente los puedan recitar de memoria: Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte, Míchigan, Arizona, Wisconsin y Nevada.
Los resultados del resto los hemos dado casi por sentados, pero quizá haya sido un error. El Des Moines Register, el principal periódico de Iowa, perteneciente al imperio Gannett, dueño del USA Today y de varios centenares de publicaciones a lo largo y ancho de Estados Unidos, publicó este fin de semana su encuesta final sobre las elecciones presidenciales. Es un sondeo independiente y prestigioso, fuera de sospecha en lo profesional y con fama de predecir con acierto el resultado. Y saltó la sorpresa: Kamala Harris va por delante en un Estado teóricamente republicano en que se daba por segura la victoria de Trump.
El sondeo del Des Moines Register/Mediacom muestra que la demócrata aventaja a Trump por 47% a 44% entre los votantes probables solo unos días antes de las elecciones. Robert F. Kennedy, que ha abandonado su campaña para apoyar a Trump, pero sigue en la papeleta de Iowa, obtendría el 3% de los votos. Menos del 1% dice que votaría por el candidato presidencial libertario Chase Oliver, el 1% votaría por otra persona, el 3% no está seguro y el 2% no quiere decir por quién votó. La encuesta tiene un margen de error de 3,4 puntos.
Iowa cuenta con seis votos en el Colegio Electoral, los mismos que Nevada, pero menos que el resto de los Estados decisivos. Ninguno de los candidatos ha hecho campaña allí desde los caucus de enero. Barack Obama fue el último candidato demócrata en ganar en el Estado, en 2012.
La encuesta de septiembre del mismo medio daba a Trump una ventaja de cuatro puntos sobre Harris y otra realizada en junio le adjudicaba una diferencia de 18 puntos sobre el presidente, Joe Biden, que era el candidato demócrata en ese momento.
“Es difícil que alguien pueda decir que lo vio venir”, decía la encuestadora J. Ann Selzer, presidenta de Selzer & Co, responsable del sondeo, a dicho medio. “Ha saltado claramente a una posición de liderazgo”. Han sido los votantes independientes y los de mayor edad los que han provocado el vuelco. Harris aventaja a Trump entre las mujeres votantes no adscritas a ningún partido por 28 puntos, 57% a 29%, mientras que el candidato republicano está por delante por 10 puntos entre los hombres independientes, 47% a 37%, según la encuesta. Asimismo, los votantes mayores de 65 años favorecen a Harris. Pero las mujeres mayores la apoyan por un margen de más de 63% a 28%, mientras que los hombres mayores la favorecen por solo 2 puntos porcentuales, 47% a 45%. Se trata de una encuesta telefónica entre 808 ciudadanos de Iowa que aseguraron haber votado ya o manifestaron que iban a votar con seguridad.
No importa tanto quién gane en Iowa como las tendencias que asoman en ese sondeo. Si los votantes independientes, especialmente las mujeres, con mayor índice de participación, se inclinan en otros lugares por Harris como muestra la encuesta de Iowa, se hará realidad la predicción de Nikki Haley, la principal rival de Trump en las primarias, y la única que ganó en uno de los 99 condados en los caucus republicanos de Iowa (los otros 98 fueron para Trump). “El primer partido que jubile a su candidato octogenario será el que gane estas elecciones. Habrá una mujer presidenta de Estados Unidos. O seré yo o será Kamala Harris. Si los republicanos nominan a Donald Trump, será Kamala Harris”, dijo en febrero.
El sondeo de Iowa, que incluso ha movido los mercados, ha sido la sorpresa demoscópica de un fin de semana en el que la mayoría de las encuestas ha seguido sin señalar un favorito en las presidenciales, aunque Harris ha mejorado sus posiciones. A veces los sondeos aciertan y a veces se equivocan (Hillary Clinton lo sabe muy bien), pero lo raro de estas elecciones es que desde hace semanas y hasta el día de la votación hay un empate técnico en las encuestas en lo que importa de verdad: el Colegio Electoral. Nadie tiene garantizados los 270 compromisarios (sobre un total de 538) que se necesitan para ser elegido. Hay 93 delegados en el aire en los siete Estados clave (o 99, con los de Iowa, y quién sabe si alguno más). En todos ellos, las encuestas se mueven dentro del margen de error y en el más importante de ellos, Pensilvania, es en donde la igualdad es mayor.
Trump superó a las encuestas en 2016 y 2020, pero nadie sabe si esta vez los sondeos acertarán, se equivocarán en un sentido o en el otro. La jornada electoral llega cargada de incertidumbre. En los últimos días de campaña hemos visto cómo Trump y Harris se mueven en universos paralelos que no se tocan. Sus mensajes de campaña han sido muy diferentes. Harris apela a la unidad, ha viajado al centro; Trump busca la confrontación, quiere movilizar a los fieles y a nuevos votantes, y sigue lanzando bulos sin parar. Todo el mundo está pendiente del resultado de unas elecciones vistas como trascendentales para el futuro de la democracia en Estados Unidos, el tablero geopolítico y el comercio mundial.
La noche electoral promete ser larga. Nadie sabe cuándo el escrutinio señalará un ganador. Puede ser a lo largo de la madrugada, pero también puede tardar días en resolverse el enigma. Entre los estadounidenses hay preocupación generalizada por el riesgo de violencia política. Hay que estar preparado para todo.
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