Lo primero en lo que pensé cuando supe que iba a participar en la Conferencia de Sostenibilidad de Hamburgo, celebrada este lunes y martes en esta ciudad alemana, fueron las fechas: se inauguraba el 7 de octubre, en el primer aniversario del ataque de Hamás contra el sur de Israel, al que el Gobierno de Benjamín Netanyahu lleva respondiendo durante un año con bombardeos. Los organizadores invitaron a Planeta Futuro a moderar uno de los debates y recapacité sobre la coincidencia de los tiempos, pues difícilmente se puede construir un mundo más sostenible, como pretende la iniciativa, si parte de él está en guerra. Si embargo, mientras la prensa mundial dedicó la jornada a analizar este primero año de conflicto, las contiendas del planeta estuvieron prácticamente ausentes de las sesiones.
El canciller alemán, Olaf Scholz, fue la única persona a la que escuché hablar públicamente de la Franja. Lo dijo una vez, cuando afirmó que “un año de guerra ha infligido sufrimiento en Gaza”, justo después de haber clamado un “estamos a vuestro lado, Israel”.
Abundaron, en cambio, los eufemismos. La ministra alemana Svenja Schulze dijo: “En este particular día, tenemos que recordar que no solo hay guerras, sino gente que quiere trabajar junta para resolver problemas”. Este es el propósito declarado de esta conferencia, que el Gobierno alemán pretende celebrar anualmente durante al menos tres años seguidos —después se evaluarán los resultados— para “construir puentes desde los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU hasta su aplicación”, según señaló Scholz en el día de la inauguración.
Con ese fin, líderes políticos y expertos debatieron durante dos días en la imponente Cámara de Comercio de Hamburgo cómo reestructurar el sistema financiero para que la deuda externa no aplaste a los Estados de ingresos medios y bajos o cómo movilizar fondos hacia los países en desarrollo para que puedan adaptarse el cambio climático. Todas estas metas son muy loables, aunque el 80% de los ponentes procedían de la zona más rica del planeta, según confirmó la ministra Schulze en un encuentro con periodistas.
Entre el 20% restante escuché voces muy valientes. Como la de la Mia Mottley, la primera ministra de Barbados, que criticó con vehemencia los llamamientos vacíos a favor de la acción climática. Su isla no puede esperar un solo día más, porque el aumento del nivel del agua podría hacerla desaparecer. También la de Nudhara Yusuf, una joven india que ha logrado situar a la sociedad civil como actor principal en algunas de las conferencias internacionales de mayor renombre.
Pero yo eché de menos Gaza. Y aunque sí se habló de la guerra en Ucrania, no fueron temas de conversación los conflictos en Líbano, Sudán o Burkina Faso, las continuas violaciones de derechos humanos en El Salvador o en Nicaragua o el apartheid de género en el que los talibanes obligan a vivir a las mujeres afganas.
Quizás se puede argumentar que el hilo conductor de la conferencia es la “sostenibilidad”. Sin embargo, cada vez que escuchaba la frase “no se puede dejar a nadie detrás”, probablemente la más repetida de la conferencia, no podía evitar preguntarme cómo se puede construir un futuro sostenible para aquellos a los que ni se les menciona.
No se olviden nunca de quienes sufren las guerras
Gracias por leernos.
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