¿Tiene sentido invertir en bitcoins? Es la pregunta recurrente cada vez que la criptodivisa entra en combustión, como está sucediendo estos días. Una pregunta en parte viciada; lo relevante no es tanto dónde poner el dinero, sino para qué moverlo. El bitcoin es un título digital que no representa nada más que a sí mismo, pero eso no importa demasiado. Su fórmula mágica viene de la escasez, no de la utilidad, y la oferta de bitcoins está controlada por un algoritmo matemático para que no se emita ni uno más de lo previsto. Esa escasez, al combinarse con un número de personas que lo compre, es lo que hace subir el precio, en una dinámica que se alimenta a sí misma: cuanto más sube el precio, más personas consideran una buena idea poner sus ahorros en estos activos.
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Que no represente nada hace que, desde un punto de vista más ortodoxo, el bitcoin sea solo humo. No puede estar caro o barato, porque es un activo autorreferente... Pero como todo en la vida, vale el dinero que la gente esté dispuesto a pagar por él. Al igual que ocurre con cualquier otra inversión o apuesta, tampoco debería exponerse al bitcoin nadie que no sea consciente de dónde pone su dinero y de sus implicaciones. Pero la decisión es más compleja: una acción, un activo de deuda o un terreno tienen un valor residual del que el bitcoin carece. El bitcoin no tiene nada de eso, pero sí puede presumir de un ejército de creyentes y de un buen número de particulares o instituciones que se han acercado al calor del dinero, si no fácil, al menos rápido.

De hecho, hoy por hoy el bitcoin refleja, por encima de todo, el sentimiento de los mercados financieros, una suerte de amplificador de señal, que se mueve en un sentido u otro, pero con variaciones de mayor magnitud. Aquí, un gráfico del bitcoin se superpone casi exactamente con un gráfico del Nasdaq doblemente apalancado (es decir, un Nasdaq que multiplica por dos las oscilaciones). Asumiendo que es un activo de riesgo muy elevado, no tiene nada de malo invertir en él… siempre que se trate de un dinero con el que no contemos. Yo, personalmente, no recomendaría bitcoins, ni otras inversiones de altísimo voltaje, salvo que tengamos dinero que nos sobre o con el que no contamos pero con el que, llegado el caso, aspiramos a tener alguna alegría (y más de un susto).

El inversor habitual es más aburrido, y quizá más numeroso que el de criptodivisas. La subasta del Tesoro de esta semana ha batido otro récord de demanda de letras por parte de particulares: 5.114 millones de euros. Por comparación, los ETF de bitcoin cotizados en EE UU han captado, en su mejor semana, 2.500 millones de dólares. En un mundo impredecible y de unos mercados cada día más difíciles de desentrañar, el gancho de un interés fijo respaldado por el Estado no ha perdido atractivo. No hay muchos depósitos bancarios que puedan competir con las letras al 3,5%, y los fondos de deuda, añaden un plus de complejidad a objetivos de rendimiento que a veces son superiores, pero a veces no. El ahorrador español, apaleado por la crisis del ladrillo y por un Ibex lejos de máximos, no es el más sofisticado del mundo, pero tampoco compra duros a cuatro pesetas.

Mucho hablamos sobre los siete magníficos, pero el gráfico de Apple no parece nada del otro mundo. La empresa de la manzana afronta un reto casi desconocido en las últimas décadas: subirse a un tren que ya ha arrancado, el de la inteligencia artificial. UBS ha publicado un informe donde apunta potenciales riesgos que podrían evaporar un tercio del valor de la empresa, incidiendo en la madurez del mercado de móviles de gama alta como es el iPhone y el lento crecimiento de los servicios de suscripción. No es el escenario central del banco suizo, pero la empresa ha perdido fuelle en Bolsa, y los analistas no son tan entusiastas como antaño. La decisión de la empresa de abandonar su proyecto de coche autónomo para enfocarse en la IA es señal de cambio de rumbo, mientras combate tanto el enfriamiento del mercado chino como las sanciones en Europa.‌

• Una lista de la compra antes de pedir un crédito al consumo:
  • Comprobar que lo podremos devolver
  • Preguntar primero en el banco habitual (que nos conoce)
  • Después, comparar con otros
  • Preguntar por la TAE y no limitarse al TIN
  • Revisar la letra pequeña (comisiones de apertura, productos vinculados)
  • A ser posible, no contratar en comercios

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• A su ritmo, la Justicia avanza en el caso Popular: el expresidente, Ángel Ron, y el auditor PwC, entre otros directivos, serán juzgados por estafa al considerar el juez que la ampliación de capital de 2016 fue engañosa. El tiempo diluye la relevancia de algunos asuntos, pero cabe recordar que Popular fue uno de los grandes bancos del país y el más eficiente de Europa, pero se vendió por un euro (todo el banco). No solo hay que tener cuidado con las criptos.
  
  

• Las grandes cotizadas empiezan a sudar ante el alza de tipos. La carga de intereses subió en 2023 el 31% (de 4.250 a 5.580 millones) para las 15 firmas del Ibex que detallan el dato. Tres de ellas duplicaron el coste financiero: Endesa, Aena y Acciona.

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• La columna de la semana pasada: El agujero negro del crédito privado, que crece sin saber lo que hay dentro.