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Sábado, 16 de octubre de 2021

Franzen, drogas y rock'n'roll

Javier Rodríguez Marcos

Franzen, drogas y rock'n'roll

El escritor Jonathan Franzen en su casa de Santa Cruz (California). / WINNI WINTERMEYER

Muy buenas,

desde que salió en la portada de Time -fue el primer escritor en décadas- y Obama lo señaló como uno de sus favoritos, cada lanzamiento de Jonathan Franzen se convierte en un estreno digno de Hollywood. Algo así como: La gran novela americana (el regreso).

La gran novela americana de esta temporada se titula Encrucijadas. La semana pasada fue recibida en Estados Unidos como todo un acontecimiento y esta llega a lo grande al mundo hispanohablante, que adoptó a su autor como uno de los pesos pesados de la literatura mundial desde que Salamandra publicó Libertad y, paradojas, después de que Seix Barral -que apostó en su día por Las correcciones, su obra maestra- no obtuviera los resultados esperados.

Franzen protagoniza esta semana nuestra portada de la mano de Eduardo Lago, que ha viajado hasta la casa del escritor en Santa Cruz (California) para charlar con él sobre su mundo literario. Cuando Lago le dice que ese universo parece atravesado por la religión, el sexo y las drogas como modo de profundizar en la psicología de los personajes, Franzen le corrige: “Se olvida usted de la música”. Y añade: “Con respecto al sexo, tengo que decir que el primer principio que invoco cuando me siento a escribir un libro es que la gente tiene que disfrutar leyéndolo, y la tensión sexual hace que el libro sea divertido, aunque es algo que hay que saber resolver. El sexo es uno de los retos más difíciles a los que se puede enfrentar un escritor, pero creo haber dado con la manera adecuada de hacerlo”.

Para Franzen es importante haber encontrado el punto G de la novela porque es, también se lo dice a Lago, un gran defensor del realismo y de la literatura como entretenimiento. Las veleidades experimentales las deja para los seguidores de uno de sus mejores amigos, el malogrado David Foster Wallace.

Él prefiere la tensión sexual que el placer del texto. Malos tiempos para Roland Barthes.

Imagen de la película 'Petite maman', de Céline Sciamma.

Imagen de la película 'Petite maman', de Céline Sciamma.

Cultura sin receta

Dulce. Así es Los rostros de la salsa (Tusquets), un volumen en el que Leonardo Padura traza una crónica íntima del Caribe retratando a músicos como Rubén Blades, Willy Colón o Johnny Pacheco. Lo comenta para nosotros Diego A. Manrique, que además ha preparado una playlist con 10 imprescindibles del género. Escúchenla. Nada más que añadir: ¡Azúcar!

Ácido. Así es el diario de Rafael Chirbes, corrosivo. Consigo mismo, con sus contemporáneos y con sus paisanos de Valencia. En sus últimos años de vida, el autor de Crematorio solía decir que ya solo escribía testamentos, pero nunca pensamos que hablara tan en serio. Anagrama acaba de publicar la primera entrega de sus cuadernos (500 páginas) y Anna Caballé la comenta para Babelia. Es nuestro libro de la semana.

Fuerte. El adjetivo es el elegido por la directora francesa Céline Sciamma (Retrato de una mujer en llamas), que estrena este mes Petite maman. Con ese motivo ha charlado con Gregorio Belinchón. Y en su entrevista es donde dice que es importante que el cine se apoye en ideas fuertes porque, si no, “saldrán películas flácidas”. A ella, desde luego, no.

La redacción de Babelia recomienda

(Silvia Hernando) Hey What. Presentar a Low como la banda de un matrimonio seguidor de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que tomó su nombre para dejar patente su querencia por la lentitud probablemente genere una imagen que poco se corresponde con lo que Alan Sparkhawk y Mimi Parker van construyendo —junto con el bajista Steve Garrington— álbum a álbum. En Hey What, su 13º proyecto en más de tres décadas, evocan sinuosos paisajes sonoros digitales que les vuelven a colocar, una vez más, en la vanguardia del alt rock.

(Guillermo Altares) Vuelos vespertinos. Helen McDonald escribió uno de los libros más intrigantes, interesante y extraños de los últimos años: H de halcón, en el que relataba su relación con el ave de presa y a la vez su propia historia familiar. Ahora regresa con Vuelos vespertinos (Anagrama), un conjunto de ensayos y artículos en el que la naturaleza y los pájaros vuelven a mezclarse con las memorias familiares.

(Álex Vicente) Moscú no cree en las lágrimas. Filmin acaba de incorporar a su catálogo esta película rusa de 1980 en versión remasterizada, como parte de una larga serie de filmes soviéticos que la plataforma ha estrenado este mes. Dirigida por Vladimir Menshov, esta cinta semiolvidada relata las vidas de tres jóvenes de pueblo que llegan a Moscú buscando felicidad, amor y trabajo, a las que el director sigue a lo largo de 20 años, de su juventud a su madurez, de los días de Jruschov a la antesala de la Perestroika. La película ganó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa e incluso tuvo efectos geopolíticos: reza la leyenda que Reagan la solía ver antes de sus encuentros con Gorbachov para entender un poco mejor “el alma rusa”. No sorprende que contribuyera al deshielo: vista hoy, es lo más parecido a un Sexo en Nueva York en el país de los soviets.

(Javier Rodríguez Marcos). Esperando mi vida. A Linda Pastan la conocimos a la vez que a Adrienne Rich, es decir, gracias a la antología de Siete poetas norteamericanas actuales que Rosa Lentini y Susan Schreibman publicaron en Pamiela en 1991. Rich tuvo desde entonces vida editorial propia en España. Pastan no tuvo tanta suerte, pero Igitur acaba de hacer justicia publicando Esperando mi vida en traducción de Jonio González y la propia Lentini. Una estupenda selección que da cuenta de una voz directa y sabia, irónica. Todos querríamos ser amigos del personaje que aparece en el poema 'Etica'.

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