Entre el pintor de corte de finales del siglo XVIII al creador de las Pinturas negras, Goya transitó por una convulsión personal y artística que plasmó a lo largo de sus últimos años en cientos de dibujos y estampas. El artista predilecto de Carlos IV que decidió continuar en la corte a las órdenes del usurpador José I Bonaparte tras la invasión francesa de España, pagó cara la decisión tras la vuelta de los Borbones en la figura de Fernando VII. En 1815 Goya fue víctima de la represión fernandina por partida cuádruple: fue apartado de la corte, la aristocracia le dio la espalda, sufrió una consecuente bajada de sus ingresos y parte de sus amigos y apoyos se marcharon al exilio, represaliados. A ello se añadía su estado de salud, que le llevó a obsesionarse con la vejez, la enfermedad y la muerte.
Los dibujos y estampas de Goya son un fiel reflejo de esta convulsión. Sin embargo, y a pesar de que seguramente su estado de ánimo se vio afectado, nada muestra que el abatimiento se trasladara a estas creaciones. Lo que sí se reflejó fue la libertad de creación en la que derivó inmediatamente la falta de encargos. Así, su voluntad, la misma que da nombre a la nueva exposición del Prado, determinó el sentido de todas estas piezas.
Goya reflejó en sus dibujos no solo lo que le interesaba o le inquietaba, sino también la realidad que lo rodeaba. A partir de esta experiencia, la obra del artista parte de lo vivido para transformarse y expresar conceptos trascendentes donde lo particular se convierte en universal y el hecho puntual, en motivo genérico. La dosis de fantasía aplicada a los dibujos es filtrada por el tamiz del pensamiento, lo que genera imágenes de tal fuerza que se convierten en iconos de la locura y la irracionalidad humanas. La presencia de desfavorecidos, de la violencia contra la mujer o de las consecuencias de la guerra así lo ratifican.
A lo visto e imaginado por el artista hay que añadir un tercer condicionante: su situación personal, la manifestación vital de un hombre que, con más de 60 años y no en las mejores condiciones económicas, familiares y de salud, se muestra además decepcionado con todo aquello que le había tocado ver y vivir.
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Cuando Goya murió, su hijo Javier separó los que estaban encuadernados y los reorganizó en 3 álbumes facticios, con el posible objetivo de hacer negocio
Este año muere Javier de Goya, y es su hijo Mariano el que, finalmente, vende los álbumes, posiblemente con la ayuda de algunos miembros de los Madrazo
Ramón Garreta y Huerta vende al Museo de la Trinidad tres pinturas de Goya y 186 dibujos de distintos cuadernos
El historiador de arte francés Paul Lefort compró, en la década de 1860, dibujos y estampas de Goya, de los que vendió en 1869 25 dibujos y 68 estampas. En su dispersión, algunos como Baco fingido o el retrato de Miguel de Múzquiz llegaron al Prado
Con la fusión del Museo de la Trinidad con el del Prado, los dibujos de Goya pasan a este último
En 1868, Federico de Madrazo pierde su puesto como director del Prado, lo que le conllevó importantes problemas económicos. Esto, unido a sus dificultades familiares, le llevaron a vender 105 dibujos del aragonés en una subasta realizada en el Hotel Drouot de París en 1877
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Este año, el Metropolitan de Nueva York adquiere un álbum con 50 dibujos de los Cuadernos B, D, E y F y el Autorretrato que abre esta pieza
Este año, un álbum con 38 dibujos de Goya fue redescubierto en el Hermitage de San Petersburgo (Rusia). Su llegada a este museo no está clara, aunque se sabe que el álbum pasó por varias manos hasta recaer en las del coleccionista alemán Otto Gerstenberg. La pista del álbum se pierde en 1945 tras la caída de Berlín al final de la Segunda Guerra Mundial… hasta su descubrimiento en el museo ruso