La película de Claudia Sainte-Luce también supone otro registro en el cine mexicano. Comienza con una familia en una playa idílica, pero lo que podría ser un canto a la felicidad, se empieza a transformar en una pesadilla: uno no sabe nadar, otro se corta un pie y la madre tiene un problema médico. Con humor, la cineasta muestra que las apariencias nunca son ciertas.