Alfonso Cuarón dijo que su película no podía ser considerada como cine mexicano, aunque estuviera escrita, dirigida, producida y editada por un mexicano. Pero además de la fotografía de Emmanuel Lubezki, y el guión coescrito con su hijo, Jonás, la atmósfera de la película, impregnada de ese realismo mágico y del sello de su autor, solo puede ser de alguien más mexicano que el mole.