
Más cerca del cine europeo que muchos de sus contemporáneos, Fernando Eimbcke es un cineasta obsesionado con la adolescencia. En su tercer largometraje, se centra en una joven madre y su hijo adolescente que pasan sus vacaciones en Oaxaca cuya relación, plagada de complicidad, se ve amenazada por la aparición de una chica que supondrá el despertar sexual del protagonista.
Mejor director Festival de Cine de San Sebastián