Una soprano madrileña queda segunda en un concurso televisado en China y la decisión causa polémica
Estíbaliz Martyn, una joven promesa apoyada por una influyente empresaria de la comunidad asiática en la capital, ganó en las semifinales, pero fue superada en la final por un cantante inglés en una votación “injusta”
El videoclip con el que Estíbaliz Martyn compitió en el concurso mundial más importante de la canción china deslumbró a la audiencia. Lo grabó la madrugada del 3 de junio en la planta baja del Hotel Mayorazgo, “el más castizo de Madrid”. Es un himno patriótico llamado Te quiero China que ya había interpretado en marzo en la capital española, poniendo en pie a más de 2.000 personas en el Auditorio Nacional con ocasión del 50 aniversario de las relaciones entre España y China. Quienes estuvieron allí cuentan que arrancó las lágrimas de muchos inmigrantes de esa comunidad. Esta vez causó sensación de nuevo, en un programa transmitido por la Radio y Televisión de Pekín y a través de varias plataformas de vídeo online muy seguidas en aquel país. Apareció en escena con un vestido largo de color fucsia junto a la bandera española y se desplazó por la planta baja del hotel cantando este tema que habla de alondras que vuelan por un cielo azul, bosques infinitos y montañas imponentes.
En la semifinal, quedó la primera de todos los competidores de 60 ciudades de 34 países en la categoría de cantantes de origen extranjero. Era la gran favorita para ganar, semanas más tarde, el 6 julio, en la gran final de la decimotercera edición de esta competición, la Copa del Cubo de Agua.
La historia de cómo esta madrileña de 30 años empezó a cantar en chino comienza en marzo de 2022 cuando conoció a Margaret Chen, una influyente empresaria china establecida en Madrid. Chen había sido premiada con uno de los galardones Wo Wo Woman. En esa gala, Martyn cantó unas arias italianas y Chen, una melómana abonada del Teatro Real, quedó maravillada. “Fue amor a primera vista”, dice Chen hoy durante una entrevista este lunes en el céntrico hotel ME de la capital española. A su lado, Martyn asiente: “Tuvimos un flechazo”. Chen vio a una chica joven, guapa y talentosa. Había actuado con algunos de los grandes del circuito de ópera mundial y podía cantar en siete idiomas: español, italiano, francés, inglés, alemán, ruso y japonés. ¿Chino?, ¿por qué no?
Nada parecía intimidar a esta joven criada en Leganés que empezó a estudiar piano y ballet a los cuatro años. Chen se propuso prepararla para el reto. Le dio clases particulares del idioma, le recomendó libros de cultura o filosofía chinas, y la presentó a la comunidad radicada en Madrid. A la joven española le fascinó la nueva lengua porque usan cinco tonos y eso es parecido a lo que ella hace al actuar. Si no hace bien un tono, no la entienden. “Hablar chino es como cantar”, dice Martyn. “Siempre había tenido inquietud por la cultura y lengua, pero la vida nunca me había puesto esta oportunidad en mi camino”.
Chen lleva más de dos décadas tendiendo puentes entre China y España. Fue la ejecutiva de Telefónica que introdujo a la compañía en el gigante asiático y ahora se dedica a asesorar a inversores chinos en nuestro país. El año pasado, recibió un reconocimiento por su trabajo al ser incluida en una publicación con aval del Gobierno de Pekín sobre los 100 chinos más influyentes del mundo. Preparar a Martyn es parte de esa tarea de alianza de civilizaciones en la que se ha especializado. “Quiero que con su voz, Estíbaliz se convierta en una embajadora de España en China”, dice su mecenas.
En solo tres meses, Martyn se estrenó en chino en un concierto privado para embajadores y directivos internacionales en el Palacio de Longoria, la sede de la Sociedad General de Autores. Continuó con el concierto del aniversario, que fue seguida por una gira de dos semanas por China, en mayo de este año. La prensa china ya la había promocionado. “Conoce a la reina de la ópera española que maravilla a China”, decía la publicación de un medio estatal.
Protagonista en una serie de Tv
Visitó Shanghái y Pekín con Chen y su madre, Mari Carmen Ruiz, que ejerce como su mánager. Dio dos conciertos privados con apoyo del Instituto Cervantes y la reacción del público fue la más acogedora que había tenido en un país extranjero esta artista que ya había pisado escenarios de Europa y Latinoamérica. Cuentan que había gente que la paraba por la calle para hacerse selfies. Una marca de vestidos de ceremonia, Jusere, la contrató para que posara como modelo y el canal estatal de televisión más importante, CCTV, la contrató para que presente el episodio sobre España en una serie sobre países extranjeros que empezará a emitirse en otoño. “En China la adoran”, resume su madre. A diferencia de sus competidores, Martyn ya se había hecho un nombre cuando este año llegó la gran final de la Copa del Cubo de Agua.
En junio de 2022, había competido por primera vez en ese concurso, pero no llegó a la última ronda. Habían pecado de inexpertas porque mandaron una grabación casera pensando que era un concurso amateur, pero para su sorpresa descubrieron que sus rivales habían grabado videoclips en un estudio. Aprendieron la lección y prepararon una grabación más sofisticada, la del rodaje en el Hotel Mayorazgo que le valió el primer puesto en la semifinal.
Para la finalísima del 6 de julio contra los diez mejores, tendría que actuar en remoto y en directo, al igual que sus rivales en otros lugares del globo, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido, Austria o Sudáfrica. Las tres juezas les hablaban desde el Cubo de Agua de Pekín, el pabellón acuático de los Juegos del 2008 que da nombre al evento. Desde un plató de Majadahonda, Martyn interpretó Ballet de Primavera, una canción dulce y con un vocabulario muy exigente para un extranjero. Quería un tema difícil que no dejara dudas de que aspiraba a ganar. Se la aprendió en una semana en la que apenas durmió. “Soñaba con la canción”, cuenta ella.
Martyn actuó la tercera por sorteo. Las juezas le dieron la nota más alta, 98,117 puntos sobre 100. Se colocaba la primera de la clasificación. La portavoz de los tres miembros del jurado se rindió en elogios. “Se nota que tienes una formación académica muy rigurosa”, le dijo. “Tienes una soltura soberbia y has podido incorporar a la interpretación tu estilo. Hemos disfrutado mucho viéndote. Tu canto es tan natural y relajado. Es soberbio”, y agregó, “No te limitas a cantar lo que hacen otros. Quiero decirte que la persona que cantó esa canción ante el gran público está aquí sentada”, agregó y extendió la palma de su mano hacia su derecha. Allí estaba en la mesa del jurado una cantante conocida de China, Ying Wang.
Los siguientes intérpretes fueron obteniendo notas inferiores hasta que llegó el último turno, el del británico Stuart Boother, un doble de cine de acción que había actuado con Johnny Depp y Penélope Cruz en Piratas del Caribe 4. En años recientes, Boother ha descubierto la pasión por la música clásica y se ha especializado como tenor, según cuenta en su biografía online. Apareció en la imagen con un mono de kung fu y cantó Amor Republicano. Según Chen, hizo una interpretación decente, pero claramente peor que la artista española. Esta opinión la secundan artistas profesionales chinos.
Mientras actuaba el británico, la realización le envió a Chen por mensaje una lista con las preguntas para la gran ganadora, Estíbaliz Martyn. Por eso quedaron atónitas cuando vieron que Boother obtuvo una nota superior, un 98,840.
Respaldo de músicos chinos
Chen y otros defensores de Martyn han protestado por esta “injusticia”. En una publicación que puso Chen en WeChat, 168 personas han intervenido en defensa de la española, entre ellos algunos artistas reconocidos del mundo de la lírica en China. “Ha sido mejor Estíbaliz por mucho. Ni punto de comparación”, escribió el barítono Wang Yiqing.
El músico que presidió el jurado en la ronda clasificatoria de Suiza, el director de orquesta Zhao Yuan, responde por teléfono que Martyn fue la mejor, una opinión que han compartido otros músicos profesionales con los que ha hablado. “Ella es una muy buena soprano con un futuro prometedor”, contesta. “El problema de los concursos musicales es que no son competiciones deportivas. Surgen discusiones porque influye la subjetividad de los jurados. Pero no importa. Conozco muchos artistas que quedan como segundos y luego tienen más éxito que los ganadores. Y sé que ya hay en China varias compañías de ópera que quieren contratar a Martyn”, añade.
Hoy la joven madrileña prefiere pasar página y le quita hierro al asunto. Después de su entrevista con este periódico, tenía planeado encerrarse en un estudio cercano para grabar canciones en chino que subirá a Spotify y a las plataformas de música más conocidas de China. Ya ha colgado ocho en ese idioma “para que el trabajo invertido hasta ahora no caiga en saco roto”. Mira hacia un futuro prometedor, pero sus admiradores aún siguen en lucha por lo sucedido hace dos semanas. Han enviado cartas de queja a los organizadores del concurso. “Llevamos diez días peleando”, dice Chen, que confía en el potencial de la artista. Está haciendo de mentora de manera desinteresada. “Ni a mi hija le he dedicado tanto tiempo en el último año”, bromea ella, que el fin de semana fue abuela por primera vez.
Chen va a seguir entregada a su “ahijada” y Martyn ya tiene en mente un nuevo viaje a China —”estoy en edad de conocer mundo, no tengo nada que me ate aquí”—. Tras la entrevista, ambas se marcharon a grabar al estudio hasta las tres y pico de la madrugada. Y con una sonrisa, la artista responde: “Pero yo feliz”.
Contacta al autor por email fpeinado@elpais.es o por Twitter @FernandoPeinado
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