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Batalla familiar por el control del Toni 2, templo de la noche madrileña: “Si mi padre viviera, no lo permitiría”

César Tejero, hijo del fundador del local y gestor del día a día desde 2004, anuncia que se marcha del negocio, que reabre el jueves tras estar cerrado 18 meses por la pandemia

El pianista Jesús Serrano y César Tejero (derecha), en el Tony 2 en 2019.
El pianista Jesús Serrano y César Tejero (derecha), en el Tony 2 en 2019.KIKE PARA
Manuel Viejo

Hay litigios que dan vueltas a un piano de cola. El Toni 2, uno de los grandes templos de la noche madrileña, vive desde hace unos meses un silencioso desencuentro familiar. César Tejero, uno de los seis hijos de Antonio Tejero, el fundador, ha decidido separarse del control del local tras estar vinculado a él 39 años. O dicho de otra manera: 14.000 madrugadas. “No podía más y tras [la irrupción de] la pandemia medité”, explica. “Ahora anuncio que me marcho. Me he enterado por la prensa de la reinaguración [el jueves, a las 22.00]. Me voy porque la mayoría de mis hermanos creen que hay una forma más rentable de dirigir el local y yo no la comparto. La realidad es que ninguno ha trabajado en la noche. Tienen una envidia a todos los niveles porque en el día a día del local se gana mucho más dinero que en un despacho”.

Varias personas, en una noche en el Tony 2.
Varias personas, en una noche en el Tony 2.LINO ESCURIS

Para entender el fenómeno del Toni 2 en Madrid hay que viajar hasta una noche de mayo de 1979. Ese día, Antonio Tejero, más conocido como Toni, abrió un local único con su nombre a solo siete minutos de la Gran Vía. Las madrugadas de la capital se revolucionaron de golpe alrededor de un piano de cola. El lugar ―con su barra de capitoné, sus sillones rojos de tela, su alfombra acolchada, sus gigantescas plantas kentias, su piano al fondo del negocio― comenzó a llenarse de políticos, de músicos, de periodistas, de artistas, de jóvenes, de mayores, de abuelos, de parejas, de amantes, de series y de películas. No era un local cualquiera. Aquí uno entraba y, si la noche se terciaba, se convertía en una estrella por unas horas. “Yo conozco a todos los clientes”, recuerda César Tejero, “pero a mí por la calle no me conoce nadie, porque yo al único sitio que voy con traje es a trabajar”.

Hasta marzo de 2020, las noches del Toni 2 giraron en torno a un piano negro de cola Yamaha C2 que, con la voz de los propios pianistas y de los clientes, velaban las madrugadas como si fuera un karaoke a bordo de un submarino en alta mar. Así, durante 43 años. Un éxito rotundo que ha sido copiado en algunos países de Latinoamérica. La relación entre la familia Tejero, sin embargo, se fue deteriorando con el paso de los años.

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Los Tejero son seis hermanos. Unos reniegan del local y otros están a favor de mantener el imperio nocturno que gestó su padre. Tienen entre 40 y 60 años. De todos ellos, César fue el único que se involucró de lleno el local desde que era un chaval, con tan solo 13 años, en una Noche de Reyes de 1982. “Mis hermanos mayores salían de fiesta y yo también quería salir, pero me fui con mi padre”, recuerda. El patriarca de la familia falleció el 27 de julio de 2006 tras una insuficiencia respiratoria, a los 73 años. “Fumaba como un carretero. Todavía me arrepiento de no arrancarle de la boca los últimos cigarros que se fumaba a escondidas”.

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Dos años antes de su muerte, en 2004, el padre les explicó su visión del futuro del negocio. Comenzó a delegar el control del local a sus hijos. Para las directrices de la noche apostó por César, dado que era el único de los hermanos que conocía de lleno las tripas de las madrugadas. Para la gestión burocrática, fio los papeles a las dos hermanas. Ellas se encargarían de los papeleos y de estar al día con Hacienda. Y así fue, hasta la pandemia.

En marzo de 2020, el coronavirus bajó las persianas de todo el ocio nocturno. Las disputas familiares de los Tejero brotaron de nuevo. A las desavenencias arrastradas entre los hermanos, se sumó una reunión entre todos que alumbró un cambio de rumbo del local. Tres de los cinco hermanos querían que el Toni 2 fuera aún más rentable, según relata César. A esta visión se sumó la madre. “Pero, sobre todo, querían introducir de lleno el uso de las redes sociales en el local”, apunta César. “¡Y yo me niego! Lo que pasa en el Toni 2 se tiene que quedar en el Toni 2. ¡Eso es lo que aprendí de mi padre! Otra cosa es que la gente suba sus vídeos a sus perfiles, pero eso de meter el local en las redes sociales va a desplazarnos de la esencia del negocio, de los clientes fieles. Vendrán más jóvenes, y los mayores se perderán. Cambiará todo. Lo que me inculcó mi padre son los valores humanos y, lamentablemente, todo eso se perderá”.

Ambiente nocturno en el Toni 2. (Archivo)
Ambiente nocturno en el Toni 2. (Archivo)Lino escurís

César cree que el Toni 2 ya no será el mismo. Que la política de sus hermanos será llevarlo todo de manera virtual. “¿Quién será el dueño si ya no va a estar nadie de la familia durante la madrugada?”, se pregunta. “Yo he ganado más dinero que ninguno de mis hermanos, pero porque he estado sacrificando mi vida durante 40 años. He vivido el Toni 2 como si fuera mi hijo. No he sabido hacerlo de otra manera, pero siempre con una premisa: el éxito del Toni 2 se debe a la plantilla que tenemos y que he ido haciendo con el paso de los años. Si mi padre estuviera vivo, esto no habría pasado, me hubiera apoyado al 100%. Ninguno de mis hermanos tiene experiencia en gestión. Ahora, la plantilla y los pianistas, a los que quiero como si fueran de mi familia, serán solo números”.

En la otra ala familiar, su hermana Yolanda ofrece otra versión de la trifulca, sin muchos detalles. “Lo que ha pasado”, explica en una breve conversación telefónica de dos minutos junto a otro de los hermanos, “son temas familiares”. Y apunta a César: “Él ha dejado plantada a mi madre. Se ha retirado y nadie le ha obligado. El local lo abriremos de nuevo y conservará la plantilla. Si él [César] se quiere jubilar que se quede con las gallinitas y con sus perros”. Pero Cesar confiesa que no se jubilará. Es más, ya está buscando un nuevo local para abrir otro piano bar en Madrid en los próximos meses:

―¿Un Toni 3?

― (Ríe) No. Tengo el nombre pensado, pero no lo puedo decir.

Mientras tanto, el templo del Toni 2 reabrirá sus puertas tras 18 meses este jueves a las 22.00 de la noche, una hora y media antes que su horario habitual. Mi gran noche, de Raphael, será la primera que escucharán los clientes: “¿Qué pasará? ¿Qué misterio habrá?”.

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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