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Ayuso inicia su segundo mandato asediada por las exigencias de Vox y las críticas de la izquierda

El partido ultra permite la investidura de la presidenta de Madrid, pero reclama derogar la ley contra la violencia de género, o la LGTBI, y cerrar Telemadrid

Rocío Monasterio (izquierda) felicita a Isabel Díaz Ayuso tras ser investida presidenta de la Comunidad de Madrid. En vídeo, el momento en el que anuncia el resultado de la votación.Vídeo: Juan Carlos Hidalgo / EFE | Europa Press
Juan José Mateo

El alto precio que tendrá que pagar Isabel Díaz Ayuso por mantenerse en el poder puede calcularse reforma legal a reforma legal, y polémica a polémica, mientras habla Rocío Monasterio, la líder regional de Vox. Ocurre este viernes, en la segunda jornada del debate para su investidura como presidenta de la Comunidad de Madrid, que culmina de forma exitosa al recibir 77 votos a favor por 57 en contra. Antes de recibir el necesario apoyo de la extrema derecha, Monasterio le recuerda a Díaz Ayuso que peleará a cara de perro cada votación de la legislatura: “Ley a ley”, puntualiza. Que a cambio de su apoyo aspira a reventar consensos largamente peleados (pide derogar “las leyes de género” de la región, o cerrar Telemadrid). Y que está dispuesta a todo: pone en la diana a Serigne Mbayé, diputado de Unidas Podemos.

―Nuestro problema no es que Mbayé sea alto, bajo, negro o blanco, sino que entró a nuestro país de forma ilegal, saltándose la cola de entrada de muchos inmigrantes legales, lanza la líder de Vox.

―El racismo no cabe en la Asamblea, contrapone Mbayè, mientras la Cámara se llena de gritos, chillidos y aplausos.

El diputado, Serigne Mbayé, tras las acusaciones de la portavoz de Vox, Rocío Monasterio.Vídeo: ANDREA COMAS | EPV

La polémica actúa como un despertador. Con la estridencia de una alarma, espabila bruscamente al PP, que desde el 4 de mayo está hipnotizado por los 65 diputados que logró su candidata en las elecciones. De repente, las palabras de Monasterio le recuerdan que ese magnífico resultado no alcanza para nada por sí solo. Que no es suficiente. Y que todo, todo, depende de Vox, el único partido dispuesto a apoyar al PP en su intento de aprobar por fin unos Presupuestos (lleva dos años sin intentarlo); o alguna nueva ley de calado (no lleva a buen puerto ninguna desde 2019). Una dependencia, queda claro en la polémica por Mbayé, que tiene un precio.

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Porque Hana Jalloul, portavoz del PSOE, se solidariza inmediatamente con el diputado de Podemos: “Un abrazo muy sentido a mi compañero Serigne, las personas no son ilegales”, dice. También lo hace Mónica García, de Más Madrid: “Nuestro más firme apoyo a nuestro compañero Serigne, ningún discurso de odio nos va a hacer movernos un ápice de nuestras convicciones”, critica. Mientras, el PP guarda un silencio estruendoso.

Nada dice al respecto Alfonso Serrano, su portavoz. Y tampoco se pronuncia sobre la polémica Díaz Ayuso, que incluso parece avalar parte del discurso de Monasterio: ”Quienes son realmente radicales y sectarios son los partidos de izquierda. Me ha abochornado que hayan tratado así a su partido”, dice la aspirante.

Isabel Díaz Ayuso, antes del comienzo del debate. En vídeo, su agradecimiento a Vox por los votos en la investidura.Vídeo: Andrea Comas | Europa Press

Ese mutismo con ribetes de complicidad refleja el desgaste a las que se expondrá el PP en su convivencia con Vox, a su vez enfrentado a una grave dificultad para hacer valer su posición de fuerza: tendría que votar junto a la izquierda, puesto que en caso de abstención se impondría el PP, que solo suma más votos que PSOE, Más Madrid y Podemos juntos.

“Diferimos en muchas cuestiones, pero estoy convencida de que eso no va a ser ningún obstáculo”, dice Díaz Ayuso, que ha diseñado un Gobierno monocolor y reducido para ganar en agilidad tras sufrir dos años dentro de un Ejecutivo de coalición con Ignacio Aguado. “Nosotros no somos como los de Cs, ya me has dado los votos y si te he visto no me acuerdo”, ironiza. “Me gustaría seguir buscando espacios comunes a lo largo de la legislatura”.

Legislatura corta

La aritmética parlamentaria llenará de tensiones a una legislatura de tan solo dos años, que mira desde su nacimiento hacia el punto final de las elecciones de 2023. Como PP y Vox ni siquiera han intentado firmar un acuerdo para dotar de estabilidad parlamentaria al Gobierno, Díaz Ayuso se arriesga a que cada iniciativa que lleve a la Cámara sea secuestrada por Vox. El rescate que pedirá el partido ultra a cambio de sus votos será cuantioso, como deja claro Monasterio este viernes, subrayando la voracidad de una formación a la que le parecen insuficientes las concesiones expresadas por la aspirante el jueves (como eliminar cuatro consejerías o bajar el IRPF).

“En Madrid están vigentes unas leyes de género propias de la izquierda más radical”, afirma Monasterio ante la sorpresa de la mayoría de la Cámara. “Nosotros le vamos a pedir derogar las leyes de género. Se lo vamos a exigir. Sus votantes se lo agradecerán”, espeta. “Creemos en la inmigración legal y ordenada. El multiculturalismo ha fracasado. Quien entra ilegalmente en marcha, debe marcharse”, lanza. Y remata: “Hay que cerrar Telemadrid porque ni es un servicio público, ni es necesario para los madrileños, es un pozo sin fondo que consume 74 millones de euros anuales”.

Díaz Ayuso no entra al trapo de esa lista de exigencias. Apenas señala algunas discrepancias entre los dos partidos (el PP, dice, cree en las autonomías), hace un esfuerzo por desmentir con datos que los extranjeros cometan más delitos que los españoles, y luego da la bienvenida a la colaboración con la extrema derecha.

En la izquierda cunde la inquietud. Se acumulan las preguntas. ¿Qué está dispuesta a dar Díaz Ayuso a cambio del poder? ¿El veto educativo parental, para que los padres decidan qué se enseña en las escuelas? ¿La auditoría de subvenciones que reclama Monasterio para luego ver si por esa vía se puede ahogar a las organizaciones que luchan por la igualdad de género? ¿La eliminación de comisionados del Gobierno? Todos los diputados abandonan el hemiciclo con más dudas que certezas, y más inquietud que tranquilidad.

“¿Qué le ha ofrecido Vox?”

Así lo expresa García, de Más Madrid. “A esta hora usted todavía no nos ha dicho qué le ha ofrecido a Vox”, dice la nueva jefa de la oposición, sentada frente a Díaz Ayuso. “¿El cierre de Telemadrid? ¿La apología del racismo en los colegios como ha hecho la señora Monasterio? ¿Cuál es el precio a pagar?”, se pregunta. “Los madrileños merecemos saberlo”.

En la misma línea argumenta la coportavoz de Unidas Podemos, Alejandra Jacinto. “Dice que difiere de Vox, pero le da las gracias por el apoyo”, le reprocha a Díaz Ayuso. ¿En qué difiere usted de la señora Monasterio? ¿Del racismo y del clasismo que se ha escuchado en esta Cámara?”.

Una inquietud que comparte Jalloul, del PSOE, mientras la izquierda se prepara para lo inevitable: “Tiene usted la mayoría que buscaba, una mayoría con la ultraderecha. Tiene usted lo que quería: ese acuerdo del que huyen avergonzadas todas las derechas europeas. Esos serán sus compañeros de viaje”.

El viaje comienza este viernes, y estará lleno de curvas. El PP necesita a Vox para gobernar. Vox tiene que apoyar al PP porque lo contrario no lo entenderían sus votantes. El PP y Vox compiten por seducir a los mismos electores. Y con las elecciones de 2023 ya en el horizonte, así arranca el Gobierno de Díaz Ayuso: partido entre el poder omnímodo que aparenta tener la presidenta, y la realidad de su dependencia de Monasterio.

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Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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