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Las mujeres que marcaron a Galdós

Emilia Pardo Bazán fue cómplice literaria

Jesús Ruiz Mantilla
Doña Emilia Pardo Bazán, la escritora que influyó en Galdós.
Doña Emilia Pardo Bazán, la escritora que influyó en Galdós.

Jamás subió al altar. Murió soltero. Pero amó intensamente. Sobre todo, a cinco mujeres: su prima Sisita, Lorenza Cobián, Concha-Ruth Morell, Teodosia Gandarias y Emilia Pardo Bazán. Las cinco conformaron la vida de Benito Pérez Galdós, su entrega emocional, y le proporcionaron una compleja comprensión del alma femenina presente en todas sus obras.

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Un amor de adolescencia y juventud lo marcó. Un amor imposible y trágico por su prima Sisita, hija de su tío José María y una viuda norteamericana, Adriana Tate. Nada hay probado, solo sospechas de que su madre fuera partidaria de embarcarlo a estudiar a Madrid, entre otras cosas, por alejarlo de ella, que fue enviada a Cuba. De punta a punta, no disminuyó el afecto. Pero creció la frustración y quizás un desengaño del que no se recuperó hasta reivindicarlo en modo de soltería perpetua. No quiere decir esto en celibato, ni mucho menos. Porque Galdós, libre de ataduras, se entregó intensamente a lo largo de su vida a varias mujeres.

Emilia Pardo Bazán fue cómplice literaria y amante discontinua. Ambos creían en la naturaleza del amor como sinónimo de pasión. En su caso, carnal e intelectual. Su relación duró tres décadas –no todo el tiempo como amantes- y el cariño fue palpable a través de sus cartas de tono tórrido y ñoño. Juntos crecieron como creadores, se contagiaban resortes de ánimo y basaron su lazo en la mutua admiración y confianza aunque la cosa acabara bastante mal.

Se perdonaron infidelidades y mantuvieron romances y otras relaciones serias paralelas como la de Galdós con Concha-Ruth Morell y Lorenza Cobián, junto a la que tuvo a su hija María, nacida en Santander en 1891. La naturaleza de este romance fue bien distinta. Cobián, asturiana, posó como modelo para varios pintores y se conocieron en la capital cántabra. Ella era analfabeta y despertó en el escritor cierto ánimo de Pigmalión. Pero su inestabilidad emocional con serios intentos de suicidio desequilibró el panorama.

“Te quiero con pasión sosegada y segura, con inconmovible asiento”, la escribe en una carta de 1907 a Teodosia Gandarias
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Muchos han visto en Fortunata rasgos de Lorenza: esa fuerza instintiva, ese convencimiento de que más allá de las convenciones y normas sociales existe una ley natural para el amor instintiva, animal, mucho más fuerte que cualquier ordenamiento jurídico. Cobián acabó víctima de las depresiones casi desahuciada en manicomios y tratamientos psiquiátricos permanentes. Se ahorcó en un calabozo del Gobierno Civil de Madrid en julio de 1906. Galdós reconoció a María como hija legítima y pasó de vivir con su madre a acompañar al autor hasta la muerte de éste en 1920.

Casi igual de traumática y también tensa fue su relación con la actriz Concha-Ruth Morell, que murió de tuberculosis en Santander el mismo año que Lorenza Cobián. Su segundo nombre, Ruth, se lo autoimpuso tras su conversión al judaísmo en una sinagoga de Bayona. Eso le trajo algunos problemas en su carrera como intérprete, aunque no a la hora de encarnar algunos de los personajes de Galdós en obras como Realidad. Morell tenía 21 años menos que el escritor y presumía de anarquista e ingobernable pero vivió su pasión alterna con él durante sus estancias en Monte, un pueblo muy próximo a Santander. Los expertos ven rasgos suyos en Electra y Tristana.

Teodosia Gandarias fue su último gran amor: “Te quiero con pasión sosegada y segura, con inconmovible asiento”, la escribe en una carta de 1907, el año en que inician una correspondencia continua hasta 1915. Era culta, franca con su obra y refinada. La consideraba maestra y cómplice en sus escritos. Compartía con ella los manuscritos, la visitaba cada tarde y consideraba su juicio pero se separaban en verano. Quedaba Teodosia en Madrid y Galdós se trasladaba a Santander, a veces rabioso por la distancia. Casi todo lo que sabemos de ella es a través de la correspondencia con el escritor y de estas se deduce también al principio que pudo llegar a estar embarazada, cuando él contaba 64 años. Tampoco conocemos los motivos de la ruptura. Probablemente tuviera que ver con la triste decadencia física del autor, ciego en sus últimos años y sometido al cuidado y vigilancia de sus hermanas, su hija María y sus sobrinos, que en el caso de José, resultaron un tanto tiránicos con él hasta el punto de no dejarle pasar noches fuera de su casa.

Aquel último periodo del autor, con toda probabilidad, sirvió para la nostalgia de algunos de sus amores. Y, de entre ellos, la felicidad crepuscular que le proporcionó Teodosia Gandarias, sin duda, ocupó un espacio fundamental.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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