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La llegada de los bomberos a las residencias: “Hay que colaborar retirando a los fallecidos que nadie recoge”

Ante la falta de medios de las funerarias, los bomberos intervinieron para hacerse cargo de al menos 185 cadáveres “desatendidos”, según documentación a la que accedió EL PAÍS

Varios bomberos, en la residencia de mayores Monte Hermoso de Madrid, en labores de desinfección en marzo.
Varios bomberos, en la residencia de mayores Monte Hermoso de Madrid, en labores de desinfección en marzo.DAVID EXPÓSITO
Juan José Mateo

Entre el 27 de marzo y el 17 de abril, cuando el sistema sanitario de Madrid amenazaba con colapsar frente al envite de la pandemia, los bomberos tuvieron que intervenir en decenas de residencias para retirar al menos 185 cadáveres de los que nadie se hacía cargo. Las funerarias estaban totalmente desbordadas. Apenas había ataúdes. Tampoco sudarios. Y los cuerpos se acumulaban “desatendidos” durante tanto tiempo que los formularios oficiales incluso recogieron la opción de señalar que llevaban “36 horas o más” sin ser trasladados, según documentos oficiales a los que accedió EL PAÍS. “Hay que priorizar la retirada de fallecidos [en residencias] que nadie recoge”, refleja uno de esos escritos, fechado el 27 de marzo, justo cuando comenzaba el pico de contagios y muertes de la pandemia, que azotó especialmente a los centros sociosanitarios.

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“Os queríamos hacer llegar lo crítica que está siendo la situación de las residencias de ancianos en la comunidad”, se lee en una nota interna firmada el 27 de marzo por la jefatura del Cuerpo de Bomberos. “Nos reportan desde Políticas Sociales que cuando el coronavirus entra en una residencia en pocos días tienen gran cantidad de infectados, si no todos, y un importante número de fallecidos”, sigue. “De las 476 residencias de ancianos, hay gravemente afectadas 37 y otras 32 que estarán en este estado en pocos días. A esto se unen también algunas residencias de discapacitados (13 en estado crítico) que replican problemas casi idénticos”, detalla. Y subraya: “Hemos recibido orden de la presidenta para que colaboremos con otros servicios para controlar esta desagradable situación priorizando la retirada de fallecidos que nadie recoge. Inicialmente requeriremos puntualmente la colaboración de voluntarios pero lo trasladaremos en seguida a la guardia para que se desarrollen y resuelvan estas cuestiones de forma ordinaria”.

En lo peor de la pandemia, las residencias se convirtieron en una trampa mortal. Con los hospitales casi colapsados, las derivaciones de ancianos no alcanzaron a todos los que necesitaban atención médica especializada. En esas semanas críticas, los recursos de la Administración tampoco llegaron a proporcionar medios médicos a los centros. Un infierno que se mide en cifras.

En lo que va de crisis, en las residencias sociosanitarias de Madrid han muerto 8.236 personas por cualquier tipo de causa. De ellas, 5.987 lo han hecho por causas vinculadas al coronavirus. Y más de 1.200 estuvieron en seguimiento por parte de los bomberos, según fuentes sindicales, ya que la recogida de sus cadáveres se estaba demorando más de lo debido y podía obligar a que el cuerpo interviniera. En total, los profesionales se hicieron cargo de al menos 185, y concentraron sus esfuerzos en cuatro días dramáticos: entre el 4 y el 7 de abril, los bomberos tuvieron que hacerse cargo de una media diaria de 23 restos mortales en residencias.

“Fue un despropósito y un drama”, cuenta Israel Naveso, responsable del Sindicato de Bomberos federado en CSIT Unión Profesional, que reclamó durante lo peor de la crisis que se movilizaran más recursos y bomberos.

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El parque de Las Rozas, los bomberos de Leganés y los de Fuenlabrada se volcaron en la recogida de cadáveres, centrándose en los que llevaban desatendidos más de seis horas. Los parques de Aldea del Fresno, Coslada, Valdemoro o Tres Cantos se centraron en la desinfección e inspección de los centros y ambulancias.

Sin recursos suficientes

“Los fallecimientos han superado con creces la capacidad habitual de recursos materiales para su gestión y traslado”, se lee en un contrato para comprar 200 sudarios (por 20.570 euros) con los que trasladar los cadáveres.

“Se ha encomendado al cuerpo de bomberos la revisión y desinfección de instalaciones sanitarias críticas tales como centros de salud o residencias”, se detalla en otro acuerdo para gastar 132.575,26 euros en adaptar cinco furgones para el transporte de los equipos industriales necesarios para desinfectar las instalaciones.

“Es necesaria la desinfección completa y permanente de los equipos y prendas de vestir que se utilicen durante la guardia, y la adquisición para ello de 22 lavadoras y 22 secadoras”, ilustra un tercer contrato de 27.493,14.

Ocurrió entre finales de marzo y principios de abril: con la región sumando miles de contagiados y cientos de muertos cada día, nadie podía hacerse cargo de los cadáveres de algunos ancianos. Hasta que llegaron los bomberos.

La muerte indigna: reconstrucción de la tragedia de las residencias de ancianos en Madrid

Alberto Reyero, consejero de Políticas Sociales, en una imagen de archivo.
Alberto Reyero, consejero de Políticas Sociales, en una imagen de archivo.Chema Moya (EFE)

EL PAÍS reproduce con documentos oficiales, comunicaciones internas del Gobierno y declaraciones públicas el drama de los centros de mayores en la Comunidad.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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