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OTRES
Columna
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El gráfico de nuestras cuatro vidas

Una amiga me propuso dibujar durante una escapada de Madrid qué porcentaje ocupa mi yo online, mi yo offline, mi yo social y mi yo laboral

Chenta Tsai Tseng
Fotograma de la webserie Mr Carrington
Fotograma de la webserie Mr CarringtonFacebook/Mr Carrington

Desvincularme del trabajo es como ponerle puertas al campo. Maldita sea el que dijo que si eliges un trabajo que te gusta no tendrás que trabajar ni un día de tu vida. Como escuché a la periodista Ana Lucía Rey, ¿cuánta vida nos está costando el trabajo? La misma amiga que me sacó de Madrid, al ver el percal que es mi vida, me propuso dibujar un gráfico circular donde representar el porcentaje que ocupaba mis cuatro yos: mi yo online, mi yo offline, mi yo social y mi yo laboral.

Estábamos en el ALSA de camino a Madrid, tras una escapada a Granada, lejos de mi zona de confort (mi “escritorio” de trabajo). Necesitábamos un retiro de Madrid. Cualquier cosa menos Madrid, aunque irónicamente acabábamos en los mismos lares y ambientes donde transitaríamos si estuviéramos ahí. Pasamos por la sala de conciertos de la Planta Baja donde estaban organizando un evento con motivo del 8M, o el bazar bizarro OVNI donde se presentaba el libro Mrs Carrington, un proyecto referente para la cultura LGTB+ que originalmente fue una webserie de finales de los 2000 que duró dos años. La primera temporada, en 13 episodios que duraban de cuatro a siete minutos, contaban las desventuras de Mrs. Leona Carrington, heredera de la tremenda fortuna de su difunto marido, Howard P. Carrington, fallecido en circunstancias no muy claras. Rodada en estricto blanco y negro, sus personajes fueron encarnadas por grandes referentes e iconos LGTB+ como La Prohibida o Deborah Hombres.

Este viaje lo teníamos pendiente desde hace un año, retrasado hasta un punto en el que se nos agotaron las excusas de no tener tiempo. Se me olvidó cómo hacer la maleta sin el peso del portátil, la tarjeta de sonido o el teclado midi. De fondo se escuchaban noticias del Covid 19. De mis auriculares sonaba Blackout, de Britney Spears. En grupos de WhatsApp se compartían tuits del anarcoronavirus e imágenes de estanterías vacías de supermercados. Me reí pensando en la situación. Mientras las redes sociales compartían el miedo colectivo, yo estaba dibujando un gráfico circular con ganas de llegar a casa para poder al fin terminar el documental de El Palmar de Troya.

Al dibujar el gráfico me acordé de la canción de Dolly Parton 9 to 5. Irónicamente esta escapada de Madrid no hizo nada más que llevarnos más cerca a ella. Como aquellos turistas que acaban en cadenas de restaurantes y cafeterías estén donde estén, algunas buscamos ese refugio en lugares y rincones que nos recuerdan los encantos de Madrid y la razón por la que seguimos aguantándola, a pesar de la gentrificación, el coste de vida, o la turistificación. Si es que acabamos en los mismos lugares, con las mismas personas, y como el perreo, puedes salir de Madrid pero Madrid nunca saldrá de ti.

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