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24 horas con la candidata (IV): Monasterio, una cubana contra el Che Guevara

La cabeza de lista de Vox presume de su condición de hija de un exiliado cubano porque sabe “cómo combatir a los totalitarios”

Rocío Monasterio, candidata de Vox, muestra su pasaporte cubano en un mitin el pasado miércoles en Valdemoro (Madrid). En vídeo, sus declaraciones en el acto de campaña.Vídeo: Víctor Sainz | Europa Press
Miguel González

Valdemoro, 27 de abril. Rocío Monasterio exhibe dos pasaportes. Con este, dice mostrando el documento español, “hasta ahora he tenido libertad, educación, he podido formar una familia, trabajar 20 años, circular por la calle”. Con este otro, añade levantando el cubano, “no he podido hacer nada”.

La candidata de Vox a la Presidencia de la Comunidad de Madrid nació hace 47 años en el madrileño barrio de El Retiro, pero su padre era un rico hacendado cubano al que Fidel Castro expropió en 1971 el ingenio azucarero Manuelita, en Cienfuegos, que llegó a tener su propia vía férrea y cotizar en Nueva York. Tras pasar por Miami (EE UU), la familia Monasterio se exilió en España, tierra de sus antepasados, donde hizo fortuna con la franquicia del pollo frito americano Kentucky Fried Chicken.

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Ha caído un aguacero y el mitin no está tan concurrido como se esperaba en la localidad donde Vox ganó en las últimas elecciones generales más poblada de Madrid (77.000 habitantes). Pero cientos de personas se concentran en la plaza del Duque de Ahumada. Muchos son guardias civiles, o familiares de miembros del instituto armado, que tiene aquí su Colegio de Guardias Jóvenes, entre otras dependencias.

La candidata de Vox les cuenta que un sobrino del Che Guevara se ha metido con ella y arremete contra el revolucionario cubano-argentino, de quien dice que fue “el más racista, el más homófobo, [quien] llevó a miles de cubanos al paredón en La Cabaña”. Muchos de los que le aplauden ignoran de qué habla, pero Monasterio se desahoga de sus tiempos en la universidad, donde algunos compañeros llevaban camisetas con la mítica imagen del guerrillero romántico, de quien ella había oído contar en su casa “historias tremendas, escalofriantes”, según sus palabras.

Hasta ahora, Monasterio nunca había hecho tal alarde de sus raíces cubanas. Atacar la figura del Che forma parte de lo que denomina “la batalla contra la hegemonía cultural de la izquierda”, pero también es una forma de insuflar aire épico en su campaña. “Yo soy cubana. Sé cómo hacer frente a los totalitarios”, proclamaba este miércoles en la Cope.

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Vox se presenta ante los electores como el baluarte capaz de impedir “el asalto social-comunista a la Comunidad de Madrid”, como si Gabilondo, Iglesias y Mónica García fueran barbudos revolucionarios y la Puerta del Sol el Cuartel Moncada. Con alguna diferencia que Monasterio no suele mencionar: la dictadura en Cuba no empezó con la victoria de Fidel Castro en 1959, sino con el golpe de Estado de Fulgencio Batista en 1952.

Rocío Monasterio, candidata de Vox, y Pablo Iglesias, de Unidas Podemos, en el estudio de la Cadena SER donde se celebraba un debate electoral, el pasado día 23.Vídeo: andrea comas | CADENA SER / VOX

A falta del Che, Monasterio se ha enfrentado con otra figura no menos odiada y mucho más a mano: Pablo Iglesias, a quien el líder del partido de extrema derecha, Santiago Abascal, tacha en Valdemoro de “criminal”; tras recordar, para jolgorio del público, cómo se molestó por que le llamaran en las redes rata chepuda. “El mismo que dijo que había que naturalizar los insultos”, apostilla.

Desde el frustrado debate de la Cadena SER, el pasado día 23, Monasterio se pasea por los mítines de Vox como heroína victoriosa. Esa misma tarde, su presidente, Santiago Abascal, sentenció que la candidata ultra había “cortado las dos orejas y el moño” a Iglesias y ella se ufanaba de ser la primera que se atrevió a “mirar a los ojos” y “no agachar la cabeza” ante el líder de Podemos, quien habría huido del plató “con el rabo entre las piernas”.

No es fácil vender la propia versión de un debate que todo el mundo pudo ver y del que cada uno sacó su propia opinión. Por eso, en la tensa entrevista que mantuvo con la periodista de TVE Mónica López el día 26, Monasterio recurrió a lo que supuestamente había sucedido entre bambalinas. “Iglesias entró en el plató gritando a los periodistas y amenazando con que él no iba a sentarse conmigo”, asegura. Quienes estuvieron en los prolegómenos del debate niegan que Iglesias gritara o amenazara a nadie y explican que lo único que sucedió es que se negó a posar en la foto de familia con la representante de Vox. Pero eso no lo sabía Mónica López.

Rocío Monasterio da su versión en La 1 sobre el enfrentamiento con Iglesias en el debate de la Cadena Ser.Vídeo: RTVE

Monasterio es una maestra en el arte de desconcertar al entrevistador. Para apuntalar sus denuncias sobre los okupas o el terror que supuestamente siembran los menores extranjeros no acompañados en barrios de Madrid, recurre al testimonio de ciudadanos anónimos. Y si la periodista lo cuestiona, le espeta: “¿Está usted diciendo a los vecinos de Batán o Ciudad Lineal que son unos mentirosos?”.

EL PAÍS pidió acompañar a Monasterio durante una jornada completa, incluidos sus paseos por barrios donde charla con la gente, sin obtener respuesta. Por eso, este reportaje abarca 24 horas de su campaña, pero discontinuas, pues solo incluye los actos a los que la prensa tiene acceso.

Tras las amenazas de muerte recibidas por varios políticos, Vox ha puesto en marcha una campaña en las redes en la que acusa a la izquierda de violenta. “Son violentos, son gente que lo único que entienden es eliminar físicamente al adversario político”, remachaba este jueves Monasterio en EsRadio. Ningún partido en España defiende eliminar a sus adversarios, pero ella ha expresado en voz alta su deseo de que Iglesias “se vaya exiliado”. Algo que sufrió su familia en Cuba y resulta impensable en un país democrático.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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