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“Necesitaba pertenecer al grupo”

Mariana Boadella explicó hace 18 años en una serie de entrevistas electorales de EL PAÍS que había sido independentista. Hoy es concejal de Ciudadanos

Cristian Segura
Mariana Boadella, concejal de Sostenibilidad de Ciudad Real.
Mariana Boadella, concejal de Sostenibilidad de Ciudad Real.Eva Marí Marí (EL PAÍS)

Mariana Boadella (Barcelona, 1980) se crio entre gente del teatro y entre independentistas. Según cómo se mire, pueden ser lo mismo. La propia Boadella lo explicó en 2003 en una serie de entrevistas de EL PAÍS con motivo de las elecciones catalanas de aquel año. Mariana creció en Jafre, el pueblo de la provincia de Girona donde su padre, el dramaturgo Albert Boadella, tenía la sede de su compañía, Els Joglars. Ella, según admitía en aquella entrevista de hace dieciocho años, era por entonces independentista porque “necesitaba pertenecer al grupo”, y el grupo, en su pueblo de 300 habitantes y en su instituto en la vecina Torroella de Montgrí, era independentista.

Boadella es hoy concejal del Ayuntamiento de Ciudad Real (Castilla La Mancha). Es edil por Ciudadanos (Cs), el partido que su padre ayudó a fundar en 2006 como reacción al nacionalismo catalán, a veces con más nacionalismo –en su caso, español. Mariana participó en una serie de artículos electorales de este diario que dio voz a jóvenes catalanes bajo el epígrafe “la generación del pujolismo”. Por entonces era una estudiante de veterinaria. En 2007 le surgió la oportunidad de doctorarse en el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), un importante centro de investigación de fauna salvaje de la Universidad de Castilla La Mancha. Ciudad Real le gustó tanto que se quedó, y es donde ha formado una familia. Además de ser concejal de Sostenibilidad de la ciudad, Boadella es la directora de la empresa de sanidad animal Sabiotec, especializada en la transmisión de enfermedades de animales salvajes a domésticos.

El pujolismo hace dieciocho años era para Boadella un sistema de depredación y destrucción del entorno natural. “La depredación continua. Y a muchos niveles. Pero desde el punto de vista de la conservación y el cuidado del medio ambiente, los efectos del pujolismo han sido tremendos”, valoraba por entonces. La opinión que le merece hoy el expresident Jordi Pujol y su legado es incluso peor que lo era entonces: “El tiempo ha confirmado que el pujolismo era una suerte de mafia familiar. Y fue el germen de lo que hemos visto [el auge del independentismo], una manipulación desde la educación y desde los medios de comunicación”.

El voto de Boadella fue en 2003 para Pasqual Maragall. El exalcalde socialista de Barcelona consiguió en aquellos comicios acceder a la presidencia de la Generalitat formando un gobierno tripartito con los ecosocialistas de ICV y los independentistas de ERC. Boadella dice que votó “por el mal menor”. “Era necesario cambiar un Gobierno [el de Pujol y su coalición, CiU], acabar con un sistema de corrupción. El cambio en esto fue bueno. Pero la herencia del tripartito es la deriva que estamos viendo ahora”, opina la hoy concejal de Cs, en referencia al desarrollo del nuevo Estatuto de Cataluña.

Es la única de los doce entrevistados en 2003 que ha hecho carrera política. Su voto para estas elecciones autonómicas, si viviera en Cataluña, sería para su partido. “Es el voto contra el nacionalismo, contra el tribalismo”. Boadella no se plantea volver a Cataluña. Afirma que Ciudad Real tiene una calidad de vida óptima y “nadie pregunta de dónde vienes ni que idioma hablas”.

Su ideal sería que las fuerzas constitucionalistas formaran un Gobierno. Preguntada por si eso implica sumar a VOX en un pacto entre PSC, Cs y PP, Boadella se muestra contraria, aunque sin una respuesta tajante: “VOX tiene, al fin y al cabo, un punto nacionalista que no me gusta. No se debe reaccionar al nacionalismo con nacionalismo.”

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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