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La huelga de ‘riders’ y las quejas de los restaurantes cercan el modelo de Glovo

Los establecimientos lamentan tener que pagar comisiones de hasta un 40% por pedido

Josep Catà Figuls
Trabajadores en el restaurante de comida venezolana El rincon de la Abuela Venezolana, durante la recepción de un pedido.
Trabajadores en el restaurante de comida venezolana El rincon de la Abuela Venezolana, durante la recepción de un pedido.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

El modelo de las plataformas de reparto a domicilio afronta un doble reto que atañe a dos de sus pilares: la relación laboral con los repartidores, en revisión tras la entrada en vigor de la ley rider y que ha implosionado con la exitosa huelga en Glovo; y la relación con los restaurantes. Empujados a usar estas plataformas de reparto durante el confinamiento para asegurar un mínimo de ingresos, muchos establecimientos se dan cuenta de que la situación ha cambiado: ahora que la gente ya no quiere estar en casa, ha bajado la demanda online, pero las comisiones que tienen que pagar a las plataformas siguen siendo muy altas —de hasta un 40% por pedido—, lo que ha hecho que algunos ya se planteen abandonarlas o buscar otros mecanismos.

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Claudia Calderón es la propietaria y cocinera del restaurante El rincón de la abuela venezolana, en el barrio de Sagrada Familia de Barcelona. Un tiempo antes de la pandemia hacían reparto a domicilio mediante Glovo y Deliveroo, pero suspendieron el servicio por una mala experiencia y porque no era de primera necesidad. Al estallar la pandemia, lo que era secundario se convirtió en casi obligatorio. “Al principio repartíamos nosotros mismos, nos compramos un patinete y nos contactaban por WhatsApp. Pero pronto vimos que necesitábamos una estructura más grande”, explica. Contactaron con Glovo: “Pero las comisiones eran altísimas, de un 35%. Realmente, para nosotros es casi perder dinero, pero estamos en un mundo competitivo, en el que tienes que estar en todos los sitios, y más en plena pandemia, las empresas lo sabían y se aprovecharon”, lamenta. De momento continúan aunque también trabajan con Másdelivery, que cobra cuotas más bajas. Un portavoz de Glovo asegura que las comisiones actualmente no son superiores a un 35% y que la relación con los restaurantes es prioritaria para la empresa.

Cerca de este restaurante está Cal Màrius 449, que hace meses decidió crear su propia aplicación de reparto para obtener más beneficios. “Con las plataformas, todo el rato pagas: la comisión, altísima, el IVA lo pagas tú, las bolsas, el packaging de los pedidos... y hasta que nos quejamos, nos cobraban 150 euros cada mes como canon, tuvieses pedidos o no. Era como un impuesto revolucionario”, exclama Mario Ponce, el propietario. Continúa trabajando con Uber Eats, Glovo y Just Eat además de tener su propia aplicación, porque considera que, mientras tenga un mínimo beneficio, tiene que hacerlo por la publicidad. “Pero es como trabajar para el enemigo, porque sus cocinas y supermercados nos hacen la competencia”, afirma.

Algunos ya se plantean dejarlo. El restaurante El Platillo, en el centro comercial de la Illa, estaba con Deliveroo (que tras la ley rider ha decidido dejar de operar en España) y pagaba una cuota de 15 euros al mes más una comisión del 25% por pedido. “Tienes que incrementar el precio del producto, porque no puedes asumir estos gastos, y tampoco quieres bajar la calidad. No nos iba muy bien, y nos dijeron que si pagábamos más nos posicionarían mejor en la app. Lo dejamos correr”, explica Elena García-Ruano. Carles Centelles, del restaurante-pescadería Ribera Manero, se hizo de todas las plataformas durante el confinamiento. “Todo el mundo se volvió loco y se hizo de las apps. Fue bien, pero tampoco fue para tanto”, explica. Centelles cree que el modelo puede funcionar para una pizzería o sitio de bocadillos, pero no para un restaurante de producto caro. “Ahora lo que tenemos es malestar, por las comisiones altas. Por los pedidos que tenemos, lo podemos hacer nosotros mismos”, detalla. Tanto en su caso como en el de Calderón, Just Eat ha identificado el malestar y les ha hecho una oferta con comisiones más bajas.

El paro de los repartidores, pendiente de la negociación

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Las plataformas tienen una corta historia, pero parece que ya se encuentran en un momento crucial de adaptación a un nuevo marco. Nacidas, la mayoría, en la década de 2010, aprovecharon la alta penetración de los teléfonos inteligentes en la población para redefinir, mediante la tecnología, el tradicional servicio de reparto a domicilio. La mayoría implementaron un modelo laboral en el que los repartidores no eran asalariados sino autónomos. Tras pasar por los juzgados y la Inspección de Trabajo, la ley rider viene a certificar que la relación es laboral.

Glovo optó por un modelo híbrido en el que algunos repartidores, como los que trabajan para los supermercados de la empresa, son contratados mediante Empresas de Trabajo Temporal. El sindicato CC OO convocó una huelga para reclamar contratos en la empresa, y el alto seguimiento obligó a cerrar los seis Glovomarket que hay en Barcelona. Este fin de semana la huelga se pospuso para facilitar las negociaciones, que siguen en curso.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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