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El ‘gin-tonic’ manda en las alturas de Barcelona

60.000 clientes suben cada año a las azoteas de los hoteles para consumir combinados con vistas a la ciudad

Clientes este sábado en la terraza del hotel Mandarín en el paseo de Gràcia de Barcelona.
Clientes este sábado en la terraza del hotel Mandarín en el paseo de Gràcia de Barcelona.Albert Garcia (EL PAÍS)
Alfonso L. Congostrina

El gremio de Hoteles de Barcelona lanzó hace una década la campaña promocional Más que Hoteles, una propuesta que impulsaba tanto entre los hoteleros como entre clientes y ciudadanía el uso de las terrazas de sus instalaciones. “En 2011, los vecinos de Barcelona no subían a las terrazas de los hoteles y muchas veces los trabajadores miraban raro a los no clientes que querían subir a las azoteas”, admite un portavoz del gremio. Diez años más tarde, las terrazas de los hoteles están abiertas y son uno de los lugares predilectos para los buscadores de vistas, para veladas y tardes acompañados de música, y sobre todo para disfrutar de un gin-tonic.

La bebida continúa de moda en los hoteles de Barcelona y se nota en los precios. Según cálculos elaborados por EL PAÍS, en las terrazas de Madrid, el precio medio de un con vistas es de 12,5 euros si se opta por marcas de ginebra más económicas. En Barcelona, por la misma copa, vistas a la ciudad y al mar, el precio medio es de 13,85 euros gin-tonic.

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El gremio de Hoteles de Barcelona sostiene que una década después de la apertura de las terrazas, más de 60.000 personas disfrutan cada año de las 65 terrazas de hoteles de la ciudad. El gin-tonic es un complemento esencial para este éxito. Xavier Bassa está considerado uno de los mejores sommeliers catalanes y entre los servicios que ofrece se encuentran las catas de gin-tonics a domicilio. “El boom de los gin-tonics llegó en 2007 después de que Ferran Adrià anunciara que preparaba los gin-tonics con tónica de la marca Fever-Tree. Hasta ese momento solo bebían gin-tonics camareros a punto de la jubilación y taxistas de la misma edad”, resume Bassa. Desde entonces, el gin-tonic se popularizó en los centros de ocio de toda España.

“Es una bebida de entre 11 y 13 grados y el éxito del combinado es que se ha apuntado rápidamente el público femenino”, dice Bassa: “Hace 25 años, en España había tres o cuatro ginebras, ahora hay más de 400. En muchos locales hay una barra exclusiva de gin-tonics. Combinados a los que le añaden fresas o pepino, y cobran en torno a los 20 euros por esas ensaladas que en muchas ocasiones no tienen ningún sentido”. El sommelier asegura que España se encuentra entre los tres países donde más ginebra se consume: “Hace años se decía que caería su consumo y que empezaría a llegar el vodka-tonic e incluso el tequila-tonic, pero el gin-tonic sigue aguantando”. Desde el Gremio de Hoteles de Barcelona admiten que el precio en las terrazas, no solo de los gin-tonics, sino también del resto de copas, es superior al del bar: “Aun así, el precio no es una barrera para el cliente porque el entorno y las vistas compensan”.

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EL PAÍS ha analizado los precios de diez terrazas de hoteles en diferentes zonas de la ciudad. Entre los establecimientos visitados sorprende que el gin-tonic más económico lo ofrecen en la terraza La Isabela, del Hotel 1898, en plena Rambla. Allí, un gin-tonic de la marca Bombay Sapphire cuesta 10 euros mientras que uno servido con la marca Monkey 47 asciende a los 12 euros. En la franja más alta se encuentran terrazas como Terrat, del Hotel Mandarin, o la del Hotel W Barcelona, donde el combinado más económico cuesta 18 euros y el de más nivel, 24 euros.

Lourdes Gaude es la directora de ventas y márquetin del Hotel Mandarin, en el paseo de Gracia. “Terrat era un pequeño solárium para nuestros clientes que desde hace siete años hemos transformado de la mano del chef peruano Gaston Acurio y de sus propuestas en gastronomía. Desde aquí se descubre una ciudad totalmente diferente”, destaca Gaude, que también advierte que los precios llevan desde 2019 sin variar.

Todos los hoteles consultados por este diario aseguran que desde el año pasado no han aumentado los precios, y animan a los vecinos de Barcelona a subir a las terrazas en las que, en algunas ocasiones, se puede incluso disfrutar, previo pago, de piscinas con panorámicas espectaculares de la ciudad.

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