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ERC y Junts vuelven a negociar sin alejar el riesgo de una repetición de las elecciones

Los republicanos acusan a los de Puigdemont de negarles ahora los votos necesarios para gobernar en solitario

Los negociadores de ERC y Junts, en la puerta de la prisión de Lledoners, en una imagen de archivo.
Los negociadores de ERC y Junts, en la puerta de la prisión de Lledoners, en una imagen de archivo.Susanna Sáez (EFE)

La decisión de Esquerra de romper las negociaciones con Junts para reeditar la actual coalición y optar por un Ejecutivo en solitario en Cataluña no ha liquidado el contacto entre ambas partes. Las conversaciones siguen, a todos los niveles, pese a que los republicanos insisten en que solo negociarán una investidura para antes del día 26 y, posteriormente, dejan la puerta abierta para oficializar la coalición. Junts quiere seguir intentando un pacto de investidura. Aunque las dos partes se acusan mutuamente de querer forzar una repetición electoral, ambas saben que eso implicaría una gran derrota para el independentismo y pocas opciones de un vuelco a la aritmética surgida de las elecciones del pasado 14 de febrero.

Los dos partidos se reunieron este martes, de manera telemática, su primer encuentro formal después de que el pasado sábado ERC hiciera pública su intención de intentar un gobierno en solitario. Las posiciones siguen enfrentadas: pese a que el secretario general de Junts, Jordi Sànchez, dijo que su grupo votaría a Pere Aragonès si este cerraba un acuerdo con En Comú Podem y la CUP. Sin embargo ahora, la formación del expresident Carles Puigdemont rebaja esa posibilidad e insiste en la necesidad de volver a la mesa de negociación para cerrar un acuerdo global de investidura. ERC, por su parte, insiste en que esa pantalla ya ha pasado y pide a Sànchez que cumpla su palabra. “La mejor manera de evitar las elecciones es recuperar las negociaciones para hacer un acuerdo de investidura”, decía el comunicado enviado por Junts tras el encuentro

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Aunque dentro de la formación de Puigdemont conviven distintas opiniones sobre cómo se están llevando las negociaciones y hay críticas por no haber cerrado ya un acuerdo, la idea de “regalar” los votos a Aragonès para que gobierne en solitario (aunque dejando la puerta abierta a entrar después al Ejecutivo) genera indignación. Las conversaciones de ERC con En Comú Podem, que este martes continuaron con un segundo encuentro, son vistas en Junts como la certificación de que los republicanos abandonan la idea de un Ejecutivo independentista.

Pese a que públicamente las dos formaciones ya se culpan mutuamente de querer provocar las nuevas elecciones, lo cierto es que en seno de los partidos preocupa la percepción de que su desencuentro puede generar en las filas de la ciudadanía independentista o que incluso, llegado el caso, se pudiera experimentar algún castigo en las urnas. La obtención de un 52% de voto pro secesión en las elecciones de febrero es un hito que todas las partes ven necesario preservar.

Precisamente, según ERC, el gran escollo para cerrar el acuerdo está en cómo abordar la hoja de ruta independentista en la legislatura. Ambas formaciones veían en las pasadas elecciones cierta oportunidad refrendaria de sus propuestas y el resultado tan apretado (30.000 votos de diferencia) impidió tener una lectura clara. Ambas partes coinciden en la necesidad de la existencia de un órgano de coordinación del independentismo, pero los republicanos se niegan a que sea el Consell de la República. Creen que de esa manera se trata de tutelar el liderazgo de Aragonès. En Junts niegan que se quiera intervenir, pero sí defienden la idoneidad de la entidad que pilota Puigdemont desde Bruselas.

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Junts acepta que ERC explore las posibilidades de la mesa de diálogo que pactó con el PSOE, pero también quieren que se puntualice qué se haría en el caso de que fracase. Los republicanos, por su parte, no comparten la idea de que se supedite a esa coordinación el día a día de las votaciones en el Congreso de los Diputados.

Si en más de 80 días no se han podido encajar esas diferencias ni tejer nuevas confianzas, es muy poco probable que en 15 días haya una solución mágica. O que el acuerdo sea verosímil para una ciudadanía independentista que ya ha visto como al final todo termina en cada formación intentando imponer su relato. “Pensábamos que habían tocado fondo, pero no es así”, aseguró ayer la diputada de la CUP Laia Estrada. La anticapitalista recordó que Junts y ERC perdieron 700.000 votos el 14-F. “La gente no se lo merece. La gente sigue estando y si alguien ha fallado son los partidos. Las elecciones no son la solución. Al contrario: generará más desencanto y desilusión”, añadió.

Los nuevos comicios, además de arriesgarse a un posible castigo ante la ciudadanía, no implicarían un gran cambio en la actual aritmética del Parlament. Junts, de entrada, tiene muchas menos posibilidades de pacto con otras formaciones y ERC, que si las tiene, de poco le han servido.

Los ‘comunes’ aspiran a entrar en el Govern

La reunión entre ERC y En Comú Podem se saldó con la decisión de crear varios grupos de trabajo programáticos. Pese a ello, los comunes aseguran que no piensan dilatar las negociaciones y que si no pueden encararse en 48 horas, como vaticinaban al principio, el desenlace será en cuestión de pocos días. Las dos formaciones, que mantienen buenas relaciones en el Ayuntamiento de Barcelona, abordan la negociación desde prismas diferentes: ERC quiere gobernar en solitario mientras los comunes aspiran a entrar en el Govern donde no están —al menos sus antecesores directos— desde 2010.

En las filas de En Comú Podem insisten en que son incompatibles con Junts y que esa es su línea roja, aunque están dispuestos a asumir y aceptar cuatro votos de ese partido para investir a Aragonès. Su prioridad es aprovechar la ocasión que se les presenta para pasar página en la política catalana y en la etapa del procés. Tanto es así que no ven de entrada problemas en aceptar dos de los puntos claves del acuerdo de investidura entre ERC y la CUP. El texto define a esta legislatura como una de confrontación con el Estado en el que plantean un nuevo “embate” en forma preferentemente de referéndum en 2023 si la mesa de diálogo con el Gobierno no prospera y, además, plantea una mesa que plante cara al Tribunal Constitucional si tumba leyes sociales.


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