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El virus sepulta el ocio nocturno y arrasa con miles de empleos

La Sala Apolo hará un concierto piloto con test rápidos al entrar

Jordi Martin, jefe equipo técnico de la Sala Apolo. En vídeo, varios trabajadores del sector del ocio nocturno denuncian la situación del colectivo. FOTO / VÍDEO: GIANLUCA BATTISTA

La declaración del estado de alarma, el 13 de marzo, supuso un parón sin precedentes en la industria del ocio nocturno. Las discotecas y salas de fiestas no han vuelto a abrir en casi ningún punto de España. El parón afecta a 25.000 empresas en todo el Estado y a más de 200.000 trabajadores directos. Las pérdidas se cuantifican en miles de millones de euros. En Cataluña, la prohibición del ocio nocturno afecta a 3.700 empresas y 37.000 trabajadores. EL PAÍS ha entrevistado a artistas, DJ, empresarios, gogós. Todos son pesimistas ante un futuro complicado después de que la pandemia arrasara con empleo y negocios.

“Era la técnica de sonido en las noches de Nitsa de la Sala Apolo de Barcelona. Ahora he vuelto a Ciudad Real, a casa de mis padres, y estoy trabajando en la temporada de vendimia hasta que la situación cambie. En 2008 también lo pasé mal, pero no hasta el extremo de tener que volver al campo. Si alguien no proporciona una solución a nuestro sector, esta crisis va a hacer muchísimo daño”, lamenta Rosa Pacheco.

Para muchos la noche está herida de muerte. Ramón Mas —propietario de la discoteca Wolf Barcelona y presidente de la federación de asociaciones de ocio nocturno en España— apunta como responsable de la crisis en el sector a la pandemia pero, sobre todo, a las Administraciones. “Desde marzo, solo han abierto, en España, el 40% de las discotecas y solo cuatro semanas. En Cataluña unos días antes de Sant Joan nos dejaron abrir con una limitación de aforo del 50%, pero a los dos días corrigieron y prohibieron el uso de la pista de baile. No nos salían los números. Además, el 24 de julio la Generalitat prohibió, de nuevo, la apertura de discotecas y salas de fiestas y así seguimos”, lamenta Mas. “En Wolf tengo un aforo de 500 personas. Desde el 13 de marzo solo he abierto un día para un concierto con un máximo de 100 personas. Es la ruina. Pretenden que los clientes de las discotecas estén sentados y no admiten nuestras propuestas de pistas perimetradas”, denuncia. Para el empresario, la Administración debe apoyar al sector con más ayudas, no solo con la ampliación de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). “En Francia, Alemania y Holanda ya hay subvenciones al ocio nocturno. Aquí se ha sacrificado a un sector entero por una cuestión sanitaria que no se ha solucionado. Se ha privado a la gente joven de tener un ocio nocturno y si siguen sin dejarnos abrir en Halloween, Barcelona se convertirá en un megabotellón”, afirma.

Futuro incierto

Los DJ Mars by Midnight son los últimos que pincharon en el Wolf. Dj Mars, al igual que el dueño de la discoteca, no augura un futuro optimista: “El Ayuntamiento está más preocupado por eliminar licencias que por ayudar al sector y a sus trabajadores. Las Administraciones están siendo muy injustas con nosotros”.

En 2017, Carlos Muñoz fundó, junto a varias gogós, la cooperativa Barbarella Agency para prestar servicios a diferentes discotecas. “En marzo, todo se paró de golpe. Las gogós somos el último eslabón de la cadena. Si las discotecas apenas pueden sobrevivir, imagínate nosotros que somos personal subcontratado. Al final me he visto obligado a cesar la actividad”, lamenta Muñoz. La agencia de gogós está ahora intentando, como todos, “reinventarse con espectáculos virtuales y hologramas proyectados”. Eva Esteve tiene 27 años y lleva desde los 18 trabajando como gogó. “Antes, los jueves, viernes y sábados bailaba en la discoteca Sutton y en el hotel W. Hubo épocas que hacia triplete y empezaba por la tarde y acababa de madrugada en un after. Hoy el futuro lo veo muy oscuro. Somos muchas gogós las que no tenemos trabajo. Ahora una discoteca que antes contrataba a seis chicas, seguro que reduce la plantilla a tres. Además, recortarán en dinero, ropa, maquillaje”, vaticina la joven.

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Adrián Amaya es un artista de variedades y cantante de copla y canción melódica. Tras siete años trabajando en Benidorm regresó a Barcelona hace un año y medio. “Antes de la pandemia estrené mi espectáculo Eterna Lola. Hice varias actuaciones pero todo paró de golpe. Tenía un montón de contrataciones en verano en fiestas de L’Hospitalet, Santa Coloma, Cornellà, Badalona. Pero todas se anularon”, lamenta. Hace unos días que pudo firmar uno de los pocos contratos de este año cantando en el restaurante La Olla de Sichuan, donde ameniza las cenas de los clientes con sus canciones. “Ahora dicen que solo se pueden reunir seis personas, hay aforos limitados… Es incongruente, puedes ir a un bar pero no a una sala de fiestas o una discoteca”, se queja el cantante.

Natalia San Juan es representante de artistas. San Juan tiene claro que se ha “demonizado” a las discotecas: “No se nos considera cultura mientras que a la tauromaquia sí”.

En la sala Apolo están empezando a pensar cómo pueden recuperar al público y que los clientes se sientan seguros, El director técnico, Jordi Martín, cree tener la solución: “Nos hemos puesto de acuerdo con el departamento de Epidemiología del hospital Germans Trias Pujol (Can Ruti). Haremos un ensayo de los test rápidos que han diseñado y que detecta en 15 minutos si una persona está infectada. Nos convertiremos en rastreadores y solo entrarán aquellas personas que no estén contagiadas”.

El plan de la Sala Apolo es organizar un concierto con más de 1.000 asistentes, de pie y sin distancias, a los que se harán test rápidos de covid, en el marco de una prueba piloto liderada por sanitarios de Can Ruti. Según explicó este domingo Boris Rebollo, internista del hospital, en una entrevista en Rac-1, los espectadores del concierto se someterán a uno de los nuevos test rápido de antígenos —con alta sensibilidad para detectar la infección activa y resultados inmediatos— para saber si tienen la covid-19. Los días posteriores, serán objeto de un seguimiento para determinar si ha habido contagios y contrastar la eficacia de las pruebas.

“Sería la primera vez que implementaríamos esta estrategia, por lo tanto, no podemos ser laxos en medidas de seguridad. Tenemos que ver si los tests rápidos tienen la misma sensibilidad que una PCR”, explicó Rebollo. Los espectadores del concierto no tendrán que guardar la distancia de seguridad, pero sí tendrán que asistir al recital con mascarilla.

Cuando empezó a crecer la curva epidémica, las autoridades sanitarias optaron por cerrar de forma indefinida el ocio nocturno ante el elevado riesgo de transmisión. Los expertos justificaban que se trata de lugares cerrados, donde la propia dinámica del local complica mantener las distancias de seguridad y el correcto uso de la mascarilla. También indicaban que el consumo de alcohol podía rebajar la percepción de riesgo. Y, además, de producirse un brote en un local, el control del episodio infeccioso y el seguimiento y trazabilidad de los positivos y sus contactos es mucho más complejo de realizar.

ANDREA BEYKER Cantante y actriz

“El espectáculo es mi vida, pero cuando las cosas van mal, como en la pandemia, trabajo como auxiliar de enfermería. Ha sido duro no poder actuar, pero mucho más tener que despedirme de los ancianos a los que cuidaba”, lamenta Beyker. “A principios de año hice varios espectáculos, sobre todo en la sala Almacén del Raval. Tenía más conciertos programados pero todo se paró. Ahora estoy preparando un nuevo show, De repente la Beyker. Los aforos han bajado y también los cachés. Intentaré hacer dos pases diarios, a ver si así lo compenso, pero no sé si funcionará”, apunta.

Andrea Baker, actriz y cantante
ginaluca battista

DJ JOSEPHINE ’Disc jockey'

“Llevo cuatro años pinchando y dos produciendo. Nunca había estado en una situación similar ni me lo podía haber llegado a imaginar. Me he tenido que reinventar. He creado un curso de Marketing para DJ y productores”, explica Josephine. “Nadie se preocupa de nosotros y la escena musical que teníamos en Barcelona se está apagando. Tenemos que estar preparados para lo que está por venir porque puede ser muy fuerte. Además, se nos ha criminalizado: Yo paso más miedo al contagio en un supermercado o en el metro que en las discotecas o en las salas”, denuncia.

Dj Josefine, afectada por el cierre de discotecas
Gianluca Battista

ADRIÁN AMAYA Cantante

“Con lo que ganas en los bolos, galas y actuaciones de verano intentas crear un cojín económico para pasar el invierno, que suele ser flojo de trabajo. Este verano ha sido desastroso para todos. Los artistas estamos a la espera de ver qué pasa con nosotros. Es una de las situaciones más confusas que hemos vivido”, lamenta. “El confinamiento me ha servido para preparar un nuevo espectáculo sobre el cancionero LGTBIQ. Sobre el orgullo de los cantantes de copla que siempre estuvieron estigmatizados. También he tenido tiempo para acabar de escribir un libro sobre la vida de una gran amiga: Carmen de Mairena”.

Adrian Amaya, cantante y showman, durante una actuaci—n en el restaurante 'La olla de Sichuan' en Barcelona.
Gianluca Battista

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