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la crisis del coronavirus
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Coronavirus no eres tú, somos nosotros

Esta crisis nos debería hacer pensar en cómo una civilización basada en la maximización de beneficios nos ha llevado hasta aquí

Jordi Mir
Barcelona -
El jefe del Estado Mayor de la Defensa, Miguel Ángel Villarroya, interviene en la comparecencia para informar sobre los datos actualizados del coronavirus.
El jefe del Estado Mayor de la Defensa, Miguel Ángel Villarroya, interviene en la comparecencia para informar sobre los datos actualizados del coronavirus.Jose Maria Cuadrado Jimenez (Europa Press)

El lenguaje bélico domina el discurso sobre la crisis que estamos sufriendo. Se debe combatir el virus y ganarlo. Todos somos soldados que tenemos capacidad de actuar en esta guerra, eso nos dicen las autoridades militares y civiles. Los campos de batalla son muchos y diversos. El lenguaje bélico, el relato bélico, el planteamiento bélico, aplicado a una crisis como esta origina muchos problemas. Hay quien ve virtudes en este planteamiento, permite cohesionar una sociedad. Permite aglutinar la comunidad alrededor del Gobierno. Es un planteamiento habitual que se ha dado en muchas ocasiones a lo largo de la historia, en crisis de naturaleza muy diversa. Se recuerda una y otra vez a Churchill y la Segunda Guerra Mundial. Si miramos más cerca podemos pensar en los ataques a las Torres Gemelas y el Pentágono, podemos pensar en los atentados en Atocha en 2011, podemos pensar en el procés.

Esta retórica belicista sirve para establecer escenarios de buenos y malos, para polarizar en torno a una posición que se considera justa, para establecer ideas que se consideran incuestionables y que no está previsto que sean discutidas... Esta crisis de la Covid-19 debería servir para poder cuestionar lo que somos y hacemos. Por ejemplo, los orígenes de esta crisis los encontramos en comportamientos que habría que replantear. El ecoepidemiólogo Jordi Serra nos señala la relación que estos virus tienen con el cambio climático, con la deforestación que nos sitúa mucho más cerca de las infecciones que tienen origen animal.

Hay que pensar en nuestra capacidad de actuación. Muchos de los países que están sufriendo esta crisis están reaccionando tarde y mal. Vemos cómo las cifras de muertos no paran de subir y subir. Estamos naturalizando que en Cataluña el sábado murieran 69, 394 en toda España, y que la tendencia sea continuar subiendo y subiendo. En Italia, el país en el que nos deberíamos estar fijando para saber qué han hecho y valorar si ha servido o no, la enfermedad llegó antes que aquí y vamos siguiendo sus pasos. Este sábado el primer ministro italiano anunció la parada productiva. Solo se pueden mantener actividades básicas para las necesidades humanas. Las medidas previas no han sido suficientes.

En las informaciones se nos dice que “todas las personas muertas eran mayores o con patologías previas”. Parece una fórmula para tranquilizar a todos los que no son mayores o tienen patologías previas. Parece como si se hubiera aceptado que esto sucede a personas que están al final de su vida o que ya estaban enfermas. En Italia, ya hace demasiados días, comenzaron a ver que se acercaba el momento en que no se podría ofrecer el tratamiento necesario a las personas afectadas y se planteó una decisión bioética de gran trascendencia: el tratamiento disponible en una situación de recursos limitados se establecerá según el criterio de mayor probabilidad de éxito terapéutico. Esto significa que habrá gente que por edad u otras patologías no será tratada, se la dejará morir. Es la medicina de catástrofes. ¿Cómo podemos aceptar haber llegado a este colapso sanitario? ¿Quién ha creado la guerra, el virus o nosotros? Este momento ya ha llegado también a España, a Cataluña. Un médico del Hospital de Igualada, David Roncero, lo decía en una carta abierta: se acerca el momento en el que no hay tratamiento posible para toda persona que lo necesita y hay que tomar decisiones más allá de los criterios médicos. Los criterios son de naturaleza económica, política.

Es necesaria una revisión de los fundamentos de nuestras sociedades, una reflexión y un debate fundamental. El nuevo coronavirus nos debería hacer pensar en cómo una civilización basada en la maximización de beneficios, en un crecimiento económico que pasa por delante de necesidades vitales humanas (incluido su sistema sanitario) y del planeta, nos ha llevado hasta aquí. Si tiene que haber una guerra por el nuevo coronavirus debería ser contra nosotros mismos. Los objetivos que han guiado nuestra sociedad son nuestra pérdida. Lo sabemos hace tiempo, hay quien no ha dejado nunca de denunciarlo y construir alternativas. Algunas de estas propuestas han ganado centralidad y presencia en nuestras sociedades. La crisis de la Covid-19 llega para dar la razón a la necesidad de poner la vida en el centro que se defiende, por ejemplo, desde propuestas feministas, ecologistas…

Jordi Mir Garcia es profesor de Humanidades en la Universitat Pompeu Fabra.

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