El asesino confeso de Elche: un joven de 15 años tímido y rebelde
El menor mató a su familia después de que lo castigasen por sacar malas notas
El rumor de la música que escucha un vecino en una finca cercana y el motor de algún coche que pasa ocasionalmente por la puerta es lo único que se oye desde la casa en la que el pasado viernes por la noche saltó por los aires la tranquilidad de la pedanía de Algoda, una zona rural y de bajísima densidad poblacional de Elche (Alicante). La vivienda, rodeada de naranjos y mandarinos, albergó en un cobertizo destinado a tractores y aperos de labranza los cadáveres de tres miembros de la familia propietaria desde el pasado martes hasta que fueron hallados por la policía el viernes. El cuarto integrante de la familia, un muchacho tímido y rebelde de 15 años, disparó a su madre y a su hermano pequeño, de 10 años, después de una discusión por haberle castigado sin wifi a causa de sus malas notas. Luego, esperó a que su padre llegara de trabajar para acribillarle con la misma arma, una escopeta de caza. Tres días después confesó el crimen con “gran frialdad y serenidad”, según fuentes de la investigación. Tras su arresto, está previsto que este domingo pase a disposición de la Fiscalía de Menores de Alicante e ingrese en un centro de medidas socioeducativas.
En Algoda nadie se explica lo sucedido. Las víctimas y el presunto parricida formaban una familia normal, gente de campo de toda la vida, como casi toda la que forma la población de la pedanía, situada cerca de la orilla del parque natural del Hondo de Elche, un humedal protegido. El padre trabajaba en la empresa Murtrafic, como empleado de mantenimiento de los semáforos de la ciudad alicantina. La madre cuidaba de sus dos hijos en la casa en la que vivían desde que se casaron, en la que también cultivaban una plantación de naranjos. El hijo mayor sacaba por lo general buenas notas y era muy activo tanto en redes sociales como en videojuegos en línea, comenta uno de sus compañeros de clase. Sus vecinos, todos, lo habían visto jugar con frecuencia con el pequeño de la casa, de 10 años, en el patio de cemento con una canasta de baloncesto que ocupa un amplio espacio de la finca.
“Era un matrimonio normal”, señala la alcaldesa pedánea de Algoda, Toñi Coves (PP), “nunca se ha escuchado nada raro de ellos, ni tampoco del hijo mayor”. Coves recuerda que era fácil ver a los cuatro paseando juntos en bicicleta por la ruta que conduce a la casa, el Camino Viejo de Catral o el de la Lechería, para los vecinos; el Camino del Barranco en los dispositivos GPS. La alcaldesa pedánea, que reside a unos 500 metros de la vivienda del crimen, los vio por última vez “en la fiesta de Reyes”. Todos juntos.
Sin embargo, las calificaciones académicas del presunto parricida cayeron en picado. Los amigos aseguran que les contó que “le daba pereza” estudiar. Sus padres lo castigaron y le dejaron sin wifi, con lo que no podía jugar con su ordenador. El pasado martes, discutió con su madre por este motivo, afirman fuentes cercanas a la investigación, y cogió la escopeta de su padre, un arma presente en muchas viviendas de la zona, en la que la caza es una práctica habitual. Disparó varias veces a su madre. Luego a su hermano. Escondió los cadáveres ensangrentados en el cobertizo. Esperó a su padre, que llegó sobre las diez de la noche del trabajo. Apenas se apeó del coche, le descerrajó varios tiros, apuntan los investigadores. Ocultó el cuerpo. Las pesquisas intentarán establecer qué hizo durante los siguientes tres días. No fue a clase y contó a sus compañeros que estaba confinado por covid.
Antonio Pérez vive en la finca colindante a la de las víctimas. Asegura que oyó los segundos disparos, los de la noche, pero pensó que eran cohetes. Visiblemente afectado, relata que “en el campo se habla poco” con los demás. Pero que él fue quien les vendió “dos tahúllas de terreno [unos 2.200 metros cuadrados]” para que la familia pudiera construirse la casa, perfectamente conservada y cuidada hasta que una cinta policial ha atravesado la verja negra de acceso. “Da pena, mucha pena, esto es muy grande”, solloza.
Junto a una parcela llena de granados desnudos por el frío del invierno, en las inmediaciones, vive otro vecino que no quiere dar su nombre. Sobre las 21.45 del viernes, escuchó ruidos. Se asomó a ver lo que pasaba y se asustó con la presencia de decenas de coches policiales, con y sin distintivos. Desde el entorno de la investigación se dan dos versiones diferentes sobre quién dio el aviso del triple crimen. Unos dicen que una vecina le preguntó al presunto autor por sus padres y este le contestó que los había matado. Y que la vecina llamó a emergencias. Otros, que fue la tía del menor la que hizo saltar las alarmas. La familia de la mujer asesinada participó en el despliegue policial y fue atendida por psicólogos especializados, declaran fuentes cercanas al caso, mientras la autoridad judicial ordenó el traslado de los cuerpos al Instituto de Medicina Legal de Alicante, donde se les practicará la autopsia.
Un adolescente frío y sereno
Tras su detención, el presunto parricida de Elche ingresará este domingo en un centro de medidas socioeducativas para menores y deberá prestar declaración, acompañado de un representante legal o de un miembro de la Fiscalía de Menores. La investigación, de la que se ha encargado la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la comisaría de Elche, sigue su curso y la autoridad judicial ha declarado el secreto de las actuaciones. De momento, no se ha fijado fecha para la reconstrucción de los hechos en la vivienda donde se produjo el crimen, en la que se halló el arma utilizada por el menor, que ya ha sido intervenida por los agentes, y los tres cuerpos sin vida de sus familiares, que mostraban heridas de disparos. Las fuentes consultadas no precisan si el presunto asesino utilizó cartuchos normales o de postas. En su confesión, inmediatamente después del arresto, mostró “una frialdad y serenidad” nada habituales en situaciones similares, subrayan fuentes cercanas al caso, que añaden que el adolescente “no mostró ningún tipo de remordimiento” al narrar los hechos.
El Ayuntamiento de Elche, del que dependen las muchas pedanías que conforman su enorme término municipal, excluida la de Algoda, ha declarado tres días de luto oficial. El alcalde, Carlos González (PSOE), asegura sentirse “consternado” por unos hechos “incomprensibles” que se han producido en unas circunstancias “que han conmocionado a toda la ciudad”. González ha transmitido su “cariño, solidaridad y afecto” a las familias de las víctimas.
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