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Santander-Bilbao: el tren que agoniza por la pandemia

Usuarios de la línea reclaman más frecuencias y mejoras en el servicio para frenar la paulatina despoblación de las zonas rurales

La línea férrea Bilbao-Santander en la estación de Villa Verde de Trucios Bizkaia 2, a principios de agosto.
La línea férrea Bilbao-Santander en la estación de Villa Verde de Trucios Bizkaia 2, a principios de agosto.Fernando Domingo-Aldama

El tren Santander-Bilbao venía languideciendo los últimos años y la pandemia del coronavirus ha terminado por agravar su situación. Los usuarios de esta línea ferroviaria centenaria han elevado su grito contra Renfe por la supresión de frecuencias, el pésimo estado de conservación de las vías, los retrasos y averías continuas y la falta de personal que están poniendo en peligro su continuidad. El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, ha calificado el servicio de “tercermundista”. Los alcaldes de las zonas afectadas —la comarca cántabra de Asón-Agüera y las Encartaciones de Bizkaia, principalmente— denuncian que la “falta de un transporte público digno” está provocando una lenta despoblación de muchos municipios rurales. “Esto también es la España vaciada”, se lamenta el alcalde de Ramales de la Victoria (Cantabria), César García.

El pasado 6 de julio se cumplieron 125 años desde la creación de la línea Santander-Bilbao (118,6 kilómetros) que conecta estas dos capitales y atraviesa por pequeñas localidades del interior a lo largo de 31 paradas. El servicio funcionaba con tres viajes diarios en ambas direcciones hasta marzo del año pasado. Cuando en marzo de 2020 se decretó el confinamiento domiciliario durante el estado de alarma, el operador decidió suprimir dos de los servicios y mantener solamente el de la mañana. “No podíamos ir y volver en tren en el mismo día”, afirma Gloria Luxán en nombre de la plataforma ciudadana que agrupa a los usuarios que reclaman mejoras. El pasado 11 de julio se recuperó el tren del mediodía, pero los viajeros lo consideran insuficiente. Renfe dejó hace muchos años de contabilizar los viajeros que usan esta línea. La última estadística oficial es de 2012, cuando se alcanzaron los 99.652 usuarios, pero la cifra será inferior en la actualidad porque muchas personas han decidido apearse del tren. Esto ocurre, en gran medida, por las numerosas incidencias que soportan, como sucedió este pasado lunes. El tren matutino que venía de Santander y debía terminar su ruta en Bilbao se dio la vuelta en Karrantza y volvió a tomar la dirección hacia la capital cántabra, ante el asombro y el enfado de todos los pasajeros.

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El tren tarda tres horas en recorrer el trayecto completo (cuando los autobuses lo hacen en hora y media y en coche, poco más de una hora). “Tres horas si todo va bien”, apostilla Luxán. Un día se avería la máquina, otro cae un árbol a las vías, ha solido descarrilar o quemarse uno de los vagones, cae agua del sistema de aire acondicionado… Los usuarios cuentan por decenas las incidencias y se quejan del continuo empeoramiento del servicio. Son habituales los retrasos, dice Luxán, no funcionan las máquinas expendedoras de billetes, no suele haber revisores. Añade que en los tramos sin electrificar el tren circula a 10 kilómetros por hora. Esta vecina de Karrantza asegura que “muchas veces tiene que venir un autobús a recoger a los viajeros porque el tren ha dejado de funcionar y el maquinista ha terminado su jornada de trabajo”.

El alcalde de Karrantza (2.700 habitantes), Raúl Palacio, incide en el “abandono institucional” que están sufriendo: “La gente no puede usar este tren para ir a trabajar o al médico; los estudiantes tampoco, y tienen que pasar la semana en Bilbao. Esta también es la realidad de Euskadi”, comenta enfadado. Y añade que “todas las reclamaciones a Renfe han sido baldías” porque “supedita el restablecimiento de las frecuencias a una mayor demanda”. “¿Pero cómo va a haber demanda de un servicio tan lamentable?”, protesta. Su homólogo de Ramales (2.880 habitantes) recuerda que cuando él era niño “el tren tardaba menos que hoy”, e insiste en que “los pueblos del interior necesitan este medio de comunicación porque están al límite de la despoblación”.

El PNV anunció a finales de julio que ante las quejas de los usuarios y el deterioro del servicio va a reclamar en el Congreso y en el Senado el incremento de las frecuencias diarias en el servicio ferroviario que conecta Bizkaia con Cantabria. Pero también una mayor inversión para modernizar la línea entre Bilbao y la capital cántabra. Renfe responde que va a recuperar la totalidad de los servicios de Media Distancia entre Bilbao y Santander el próximo 5 de septiembre de 2021 hasta llegar a las tres diarias que había antes de la pandemia. Pero de incrementar las frecuencias no dice nada.

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El Ministerio de Transportes añade que Adif, el gestor de la infraestructura, sigue invirtiendo y recuerda que el pasado mayo aprobó una partida de 7,8 millones de euros para la reconstrucción de los túneles de Arroyo y Callejo, en el municipio vasco de Zalla. Añade que hay proyectos que ascienden a más de 100 millones para mejorar determinados aspectos de la denominada vía de ancho métrico, en fase de redacción o de adjudicación y ejecución, en el tramo de Cantabria, “que confirman el compromiso” de la administración nacional con el tren Santander-Bilbao.

La Plataforma en Defensa de ese tren ha reunido más de 8.000 firmas que apoyan sus reivindicaciones y ha celebrado en estas capitales sendas protestas por el “constante deterioro” del servicio ferroviario. La desatención institucional, expone en su manifiesto, “está condenando a las Encartaciones y a la Cantabria interior a ser comarcas de segunda o tercera”. “Hay hartazgo entre los vecinos de esta zona, que ya de por sí está castigada por la falta de infraestructuras y con accesos por carretera en pésimas condiciones”, asegura la plataforma. El comité de empresa de Renfe hace suyas estas reclamaciones ciudadanas, expone Marcos Alejo, del sindicato UGT: “Hemos pedido más personal y también mejoras en la línea porque la seguridad no es adecuada. Pero siempre nos dan largas. El dinero público va para la alta velocidad y eso está repercutiendo negativamente en el tren convencional”.

Los alcaldes se han dirigido por carta al Ministerio de Transportes y a los Gobiernos vasco y cántabro para reclamar inversiones y un mantenimiento adecuado de la línea. Solo han recibido “buenas palabras”, comenta el regidor de Ramales. Tienen el compromiso de Revilla de que va a interceder ante el ministerio y la palabra del Ejecutivo de Urkullu de que está “peleando” por lograr la transferencia de este servicio. Palacio apunta que han llegado a plantear que Euskadi logre una encomienda de gestión y esta la asuma Euskotren. La solución sigue en vía muerta.

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