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Conmoción en el Gobierno por la debacle de Madrid tras fallar sus datos internos

El Ejecutivo niega que el 4-M sea extrapolable al resto de España. El PSOE confía en que la recuperación económica dé la vuelta a la situación. “El PP no está a punto de volver a La Moncloa”, opinan algunos ministros

Calvo y Ábalos, el miércoles en Madrid.
Calvo y Ábalos, el miércoles en Madrid.Ballesteros (EFE)

El Gobierno y el PSOE aún están conmocionados ante el resultado electoral en la Comunidad de Madrid. Desconcertados. Esta vez no lo vieron venir. Nadie imaginó una derrota tan aplastante en una plaza muy difícil para la izquierda. De hecho, los datos internos, que han fallado estrepitosamente —y no es la primera vez—, les decían que había partido. Y nunca lo hubo. El bloque de la derecha le sacó 20 escaños al de la izquierda.

En ese estado de ánimo, el Gobierno, el PSOE y Unidas Podemos esbozaban el miércoles las primeras reflexiones con una idea clara: el Ejecutivo tiene dos años de legislatura por delante para darle la vuelta al fracaso absoluto en Madrid, y para lograr que esta crisis se quede limitada a esta comunidad, que lleva 26 años en manos del PP y dando la espalda al PSOE, que no logra ganar aquí ni siquiera en las generales en las que le va muy bien en el resto de España. Ahora más que nunca es evidente que el adelanto electoral es una opción muy remota y la coalición es la única posibilidad de gobierno real.

“Madrid vota diferente. Venimos de un éxito arrollador en Cataluña hace solo tres meses. En España se vota muy diferente en cada autonomía y en las generales también cambia el voto en las mismas zonas”, insisten varios miembros del Ejecutivo. Otros también creen que los análisis de que el PP recupera sus opciones son tan exagerados como los que dijeron tras las catalanas que el PP estaba hundido para siempre. “Ni el PP estaba muerto después del resultado en Cataluña ni ahora está a punto de volver a La Moncloa”, resume uno de ellos.

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Pero además de tratar de limitar los daños a Madrid, donde ahora el PSOE tratará de reconstruir el partido después del fiasco del martes, ya hay reflexiones internas que apuntan a que el Gobierno tiene que reactivarse y buscar ideas para enfrentarse al evidente desgaste que revela el resultado de las autonómicas.

Nadie se atreve a hablar de crisis de Gobierno, algo a lo que es muy reacio el presidente Pedro Sánchez, al menos de forma inminente. Pero algunos apuntan a que sería razonable pensar en cambios a medio plazo, antes del congreso del PSOE de octubre, para encarar la recuperación económica con un refuerzo político.

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El presidente, que aún no ha dicho nada de las elecciones salvo un tuit felicitando a Isabel Díaz Ayuso, reunirá este jueves a la Ejecutiva del PSOE para los primeros análisis, aunque no se esperan decisiones, y el mensaje previsto es que se trata de un problema exclusivamente madrileño.

Sin embargo, algunos dirigentes admiten que hay más comunidades que tienen problemas. Y en especial se mira a Andalucía. El histórico granero de votos del PSOE está ahora en manos del PP y en el entorno de Sánchez cada vez más cuadros aprietan para acelerar el proceso para intentar relevar a Susana Díaz, la expresidenta andaluza y gran rival del ahora secretario general en las primarias de 2017. Ferraz acordará este jueves adelantar las primarias en Andalucía.

Algunos dirigentes andaluces presionan a Sánchez para que promueva cuanto antes el relevo de Díaz por Juan Espadas, alcalde de Sevilla. “No nos puede pasar en Andalucía lo que nos pasó en Madrid, que nos pillen sin tener resuelto el relevo y se consolide el PP también en Andalucía, que es un territorio nuestro y que es clave para las elecciones generales”, resume un dirigente. Díaz por su parte está dispuesta a dar la batalla. Aun así, Juan Manuel Moreno, presidente de la comunidad, insiste en que no tiene intención de adelantar las elecciones, pero en el PSOE no se fían.

Fase precongresual

Los socialistas están ya en fase precongresual, y eso hará que el presidente se dedique más al partido para intentar reforzar las comunidades en las que tiene más problemas. Mientras, el resto de barones autonómicos, los que gobiernan, están convencidos de que lo que pasa en Madrid no les pasará factura a ellos.

El cambio más evidente que provocan las elecciones madrileñas es la salida de escena de Pablo Iglesias. En el PSOE hay mucha autocrítica por su gestión de las elecciones —por la campaña, por el candidato, por la incapacidad de entender y controlar el fenómeno Ayuso— pero también se responsabiliza en parte a Iglesias porque creen que su presencia ha movilizado aún más a la derecha.

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Pero a la vez piensan que la salida del fundador de Podemos puede ser muy positiva para la coalición y el Gobierno. Primero porque, como explicó el propio Iglesias, su sucesora, Yolanda Díaz, tiene ahora más tirón electoral y mejor imagen que él. Y segundo porque ella ha apostado por otro tipo de relación con el PSOE. En más de un mes que lleva como vicepresidenta tercera apenas ha habido tensiones públicas, aunque en privado las negociaciones son durísimas en asuntos centrales como la vivienda, la reforma laboral o las pensiones.

La estabilidad está garantizada, insisten en La Moncloa, y con dos años por delante hay tiempo de sobra para darle la vuelta a cualquier desgaste. El Ejecutivo se centrará ahora en la recuperación económica y las medidas sociales para demostrar al electorado progresista que esta salida de la crisis es completamente diferente a la de 2008. Sánchez sigue teniendo en su mano, recuerdan en su entorno, el mejor instrumento posible para sortear cualquier problema: el Gobierno. Y ahora además con 72.000 millones para gastar y un Presupuesto aprobado.


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