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Las 60 horas sin electricidad de Villanueva de Bogas

La localidad toledana ha pasado el fin de semana desconectada e incomunicada con temperaturas gélidas

Un vecino de Villanueva de Bogas (Toledo) frente al rótulo de acceso al pueblo, semicubierto de nieve.
Un vecino de Villanueva de Bogas (Toledo) frente al rótulo de acceso al pueblo, semicubierto de nieve.EL PAÍS
Juan Navarro

Villanueva de Bogas se convirtió en Villanieve de Velas. Este municipio toledano, de unos 700 habitantes, ha pasado el fin de semana sin electricidad y viéndose forzada a recurrir a las velas, a la leña y a los transistores para superar la oscuridad y las bajísimas temperaturas generadas por la borrasca Filomena. La solidaridad de los vecinos ha contribuido a que los mayores o las familias más perjudicadas dispusieran de los alimentos y el calor necesarios para aguantar este gélido panorama.

El gran apagón llegó a las 23.30 del viernes. Nada especialmente extraño en una localidad que, pese a ubicarse a 40 kilómetros de la ciudad de Toledo y a 80 de Madrid, se siente abandonada, ajena al interés de los que mandan. María Pérez, de 44 años y madre de dos niños de cuatro y seis años, define al lugar como la “España olvidada y vaciada”, que ha tenido que coordinarse para que las personas sin calefacción eléctrica se instalaran en casas con la infalible y tradicional lumbre. Siempre con la compañía de la radio, que nunca falla en estas situaciones. Los alimentos, explica, o bien los han cocinado de inmediato o bien los han protegido entre la nieve para que no se arruinaran. Tampoco tenían pan, añade, alimento esencial para los ancianos y que reciben normalmente en furgoneta. Difícil, pues, con los accesos colapsados por la nieve, que llegaran ni chapatas ni cualquier tipo de comida. Ayudó —se consuela— que la reciente Navidad dejó las despensas con más reservas que en semanas normales. “Los mayores han tenido que dormir con Orfidal”, se escandaliza, para poder conciliar el sueño.

Los mensajes de WhatsApp de Pérez se atascan y llegan a trompicones, relata, porque aunque la conexión ha regresado a las 11.05 de este lunes, aún hay interferencias. El pueblo ha salvado al pueblo, apunta, porque los agricultores se han dedicado a pasar su maquinaria por las aceras para reducir el manto blanco congelado. “De estos pueblos no se acuerda nadie porque no son exóticos, de La Mancha nadie se acuerda”, exclama esta mujer, que ha vivido en la capital y asegura conocer bien las diferencias entre la metrópoli y un lugar pequeño de provincia. Yasmina, una marroquí con dos bebés entre sus cuatro hijos, apenas lleva unos meses en Villanueva: “No es fácil lo que hemos pasado sin luz ni agua caliente o pan”. Su marido “arriesgó la vida porque se quedó atascado entre la nieve” para conseguir auxiliarles.

El alcalde, José Miguel Rodríguez (PP), relata que una cosa es quedarse una noche sin luz, “que todos aguantan”, y otro cantar permanecer así horas y horas entre las inclemencias de un temporal histórico. Los ancianos de Villanueva de Bogas —sostiene— han agradecido el respaldo de sus vecinos, que les han servido la madera o comida que necesitaran. “Estábamos en la boca del lobo a las cinco de la tarde”, critica el regidor, orgulloso de la generosidad de los suyos y molesto con las Administraciones: “No ha pasado una quitanieves desde el viernes”. La caída de la electricidad se debe a que Unión Fenosa no pudo acceder al punto que, afectado por el temporal, privó de este servicio indispensable a esta parte de Toledo. La ansiedad, remata Rodríguez, se convirtió en un enemigo infiltrado entre la nieve que les rodeaba.

Lo ocurrido, según José Luis López, les ha obligado a retornar a épocas antiguas. Él no ha conocido exactamente esos tiempos, pero sí su madre, de 81 años, que ha pasado estos tres días “pegadita a la chimenea”. Esta estampa “de la España profunda”, con un “frío exagerado” que abraza y no suelta por mucho que se abriguen, ha hecho que necesitaran la nieve de la calle para meterla en su frigorífico y conservar algunos alimentos. La tía de López, también anciana, necesita oxígeno para dormir y afortunadamente tenía una bombona en casa que le ha permitido mantener la normalidad hasta que vayan reabriéndose los caminos y carreteras. Tampoco la farmacia ha podido estar operativa, con todo lo que significa en un pueblo envejecido. Pérez ha sustituido su jornada laboral en un taller de forja artesana por algo tan tradicional como aferrar una pala y despejar la calle de nieve. La gran sorpresa la protagonizó una pareja de Ciudad Real que se vio atrapada en Villanueva de Bogas y, al no poder avanzar con su coche, fue hospedada por el vecino ante cuya casa se detuvieron. Pasaron allí una noche y al día siguiente retomaron la odisea entre carreteras blancas. Y todo por una borrasca.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.

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