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Álvarez de Toledo aviva el conflicto entre las dos almas del PP

Crece el malestar interno por los excesos verbales de la portavoz parlamentaria, una política que va por libre y a la que solo la fundación de Aznar defiende

Natalia Junquera
Álvarez de Toledo, por Sciammarella.
Álvarez de Toledo, por Sciammarella.Agustín Sciammarella

El duro discurso esta semana de Cayetana Álvarez de Toledo en el Congreso, que eclipsó a su líder, Pablo Casado, y aplacó toda la estrategia preparada por el PP contra el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha reavivado un malestar intermitente en el partido desde su nombramiento como portavoz y evidencia el conflicto latente entre las dos almas de la primera fuerza de la oposición: la heredera de Mariano Rajoy —mermada en número y poder orgánico— y la heredera de José María Aznar —que desde el congreso de primarias al que no fue invitado ha ido colocando piezas de la fundación FAES que preside en el organigrama de Génova—.

En contra de la opinión de los barones y dirigentes del sector moderado, Casado eligió a Álvarez de Toledo para uno de los puestos de mayor visibilidad con la intención de que encarnara esa derecha “sin complejos” que promocionó ya durante su campaña de primarias. Su nombramiento fue uno de los golpes de autoridad del vencedor del congreso que le enfrentó a la número dos de Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría. Pero el malestar por las intervenciones de Álvarez de Toledo, quien más de una vez ha ignorado los argumentarios oficiales del partido, ha ido en aumento y se ha extendido al círculo de mayor confianza del presidente popular. Con sus críticas abiertas y en público, algunos barones entonan un “ya lo advertimos” y en el PP la sensación de que su portavoz en el Congreso aplastó su estrategia en la sesión de control es tan unánime como la animadversión al otro protagonista del duelo de la semana, el vicepresidente Pablo Iglesias.

Álvarez de Toledo se quedó sola difundiendo en redes su intervención en el Congreso, para la que había preparado unos vídeos específicos en los que se intercalaban sus palabras del miércoles con viejas declaraciones del vicepresidente segundo. El PP no difundió esas intervenciones en sus redes sociales y sus compañeros, o bien criticaron sus excesos verbales, o trataron de esquivar el asunto. Todos se han acostumbrado ya a tener que responder a preguntas sobre declaraciones de la portavoz, lo que merma sus oportunidades de llevar la iniciativa e intentar colocar otros mensajes. El barón más influyente, Alberto Núñez Feijóo, único con mayoría absoluta, se refirió al episodio en el Congreso con los términos “espectáculo” y “perder los papeles”. Fernando López-Miras, presidente de Murcia y muy cercano al número dos del PP, Teodoro García Egea, reconoció que no le había gustado la intervención de Álvarez de Toledo. “No me gustan las alusiones personales ni entrar en esa dialéctica. Debemos estar a la altura de las circunstancias”, dijo. Solo FAES, la fundación de Aznar, salió a defender pública y abiertamente a su patrona en un comunicado que incluía nuevos descalificativos para Iglesias —“populista agresivo”; “político chulesco”, “el que ha recorrido las herriko tabernas rindiendo homenaje a ETA”— y deslizaba, también, un mensaje en clave interna, subrayando que “los detractores” de Álvarez de Toledo “lo son del PP”.

Quienes se opusieron a su nombramiento como portavoz comparten que Álvarez de Toledo es una de las políticas mejor formadas y más cultas de la Cámara, a la que pierden las formas.

Critican que vaya siempre “por libre”. Pese a ser la portavoz del partido, se organiza de manera autónoma, responde prácticamente solo ante Casado, y no sabe jugar en equipo porque, como recuerdan sus detractores, hubo una vez que se salió de él. Fue en 2015 cuando envió un artículo al diario El Mundo titulado “Anoche escribí al presidente”, en el que explicaba que había decidido no formar parte de las listas del PP porque no encontraba “argumentos para defender la gestión del Gobierno”.

El hecho de haber aireado sus desavenencias con Rajoy no desanimó a Casado a la hora de recuperarla, de la misma forma que tampoco impidió que le abriera la puerta grande de Génova al hombre que más había criticado a su predecesor, Aznar. Pero, como recuerdan los detractores de Álvarez de Toledo, es al líder del PP a quien más han perjudicado sus duras intervenciones, no solo porque eclipsan las suyas, sino porque desvían la atención de los errores del Gobierno y de su estrategia. Animados por varias encuestas, los populares se han convencido de que el Ejecutivo de coalición caerá, bien por desavenencias internas cuando haya que aplicar recortes, bien porque no les dará tiempo a recoger los beneficios de la recuperación cuando se superen los efectos de la epidemia, “como le pasó al PSOE tras la crisis de 2008”. Desde esa convicción han diseñado un plan para presentarse como “alternativa”, recuperando el eslogan de la gestión frente a la ideología. Eso ha provocado que en las últimas semanas se diera mayor protagonismo a exministras como Ana Pastor, la voz del partido en la Comisión para la reconstrucción, o Elvira Rodríguez.

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Un ministro de la era Rajoy asegura que, aunque el PP perdió capital político con la marcha de exministros y exsecretarios de Estado que habían apoyado a Sáenz de Santamaría en las primarias, “sigue teniendo voces autorizadas, con experiencia, aunque no son las que más se oyen o a las que se da más protagonismo”. Nadie habla más alto en el partido que su portavoz. El malestar crece, pero pocos creen que Casado se atreva a dar el paso de sustituirla a corto plazo. Sería admitir un error y pondría el foco de nuevo en las crisis internas del PP y las heridas abiertas tras las primarias; una forma de desgastarse a sí mismos en lugar de al Gobierno.

Coronel cesado o “el Dreyfus español”

El secretario general del PP, Teodoro García Egea, aseguró el sábado que “la deriva autoritaria del Gobierno se acentúa cada día” y presentó al coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, cesado por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, como “el capitán Dreyfus español”, en alusión al militar judío injustamente condenado en 1894 por un espionaje que nunca realizó. El número dos de los populares presentó su cese como “una purga por investigar el 8-M”, que será, señaló, “la sima de Pedro Sánchez”; y acusó al Ejecutivo de “acosar al poder judicial”. García Egea aseguró que “el coronel Pérez de los Cobos sí tiene quien le escriba” y apoyó la petición de Yecla para nombrarle “hijo predilecto”. Puso a la misma altura “en la historia de la Benemérita” a “Grande-Marlaska y Luis Roldán”, este último condenado a 31 años de cárcel por corrupción. También se refirió al cierre de Nissan y sugirió, como hace Vox desde hace semanas, que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias abandonen el Gobierno: “Si ellos pierden su empleo, millones de españoles podrán conservar el suyo”.

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Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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