El Gobierno de Marruecos autorizó este viernes la repatriación de los primeros 200 marroquíes que se encontraban bloqueados en Melilla desde el 12 de marzo, día en que Marruecos comenzó a cerrar sus fronteras de forma progresiva. La operación comenzó a las 17.00 en la frontera de Beni-Enzar. La noticia llega después de que una marroquí de 34 años fuese hallada muerta el jueves en circunstancias aún no aclaradas en el baño de la plaza de toros de Melilla, donde cientos de marroquíes fueron confinados por las autoridades de la ciudad autónoma durante la pandemia.

Reda, el administrador de un grupo de Facebook que reúne a más de 6.000 marroquíes varados en diferentes países, indicó a este diario desde Congo-Brazzaville, donde se encuentra bloqueado: “Ha sido necesaria una muerte para que comiencen a repatriar”. El Gobierno marroquí ha reconocido que tiene al menos a 27.850 nacionales inmovilizados en el extranjero. Diferentes autoridades han declarado en varias ocasiones que esos marroquíes tienen derecho a regresar, pero también añadieron que las actuales circunstancias sanitarias no permitían de momento la repatriación.

A las cinco de la tarde de este viernes, hora peninsular, comenzaron a llegar a la frontera de Beni-Enzar los primeros marroquíes atrapados en Melilla. Iban siendo llamados en voz alta por agentes de la policía nacional y guardaban espera frente al antiguo concesionario de Mercedes, muy próximo al territorio marroquí, sin que ninguna autoridad les conminara a guardar la distancia social, según pudo comprobar el fotógrafo melillense Antonio Ruiz.

Otros 300 marroquíes bloqueados en la ciudad autónoma podrán regresar a su país en una segunda fase, según informó la agencia Efe, citando fuentes oficiales marroquíes. El plan previsto es trasladar a los 200 repatriados de este viernes hacia la ciudad turística de Saidia, a unos 80 kilómetros al este de Melilla, para que pasen la cuarentena en hoteles de este municipio, según indicaron las mismas fuentes.

En Ceuta hay también casi 300 marroquíes que se encuentran alojados en varios centros propiedad del Ayuntamiento. El objetivo de muchos de ellos es regresar al menos antes del fin del ramadán, previsto para el 23 o 24 de mayo, día en el que las familias suelen reunirse alrededor de la misma mesa. El alojamiento de ellos en Ceuta ha provocado tensiones. Primero entre los propios marroquíes, ya que entre ellos había un grupo de unos 20 toxicómanos que a menudo causaban problemas. Segundo, entre algunos de los marroquíes confinados y las autoridades españolas. Y tercero, entre las autoridades municipales, del PP, y las del Gobierno central, la coalición PSOE-Podemos. Juan Vivas, presidente de Ceuta, señala que el gasto en el sustento de los 135 marroquíes adultos que tiene confinados en el pabellón de La Libertad debería correr a cargo del Gobierno central y no de la ciudad autónoma.

Medidas estrictas

Marruecos emprendió hace dos meses medidas de confinamiento muy estrictas en su lucha contra la pandemia. El cierre del espacio aéreo y marítimo comenzó de forma gradual el 12 de marzo. Al día siguiente se cerraron los establecimientos escolares y ya no se abrirán hasta septiembre, según anunció esta semana el Gobierno. El 16 de marzo se cerraron las cafeterías, cines y polideportivos. Y el 19 de marzo se decretó el estado de alerta sanitaria, con el confinamiento de la población. Inicialmente está previsto hasta el 20 de mayo, aunque es presumible que se amplíe. Hasta el momento solo se han registrado 190 muertes y hay 6.623 contagiados.

Pero detrás de esas cifras se esconde el enorme sacrificio que están haciendo no solo los 36 millones de habitantes, en un país diez veces más pobre que España, sino los 27.859 nacionales a los que se les ha impedido regresar desde los distintos países en los que se encontraban.

A principios de abril, cientos de marroquíes bloqueados se organizaron a través de las redes sociales y dirigieron una carta al rey Mohamed VI en la que se quejaban del silencio del Gobierno ante su situación. “Después de tres semanas sin perspectiva de una posibilidad de regreso, estamos hoy al límite de nuestros recursos financieros y nuestra salud mental se está degradando”, rezaba el escrito. “Tenemos derecho a que se organicen viajes para llevarnos de regreso a nuestra patria; de manera similar a lo que hicieron la mayoría de los países del mundo, incluidos los que son el foco de la epidemia”.

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