1er puesto: 247 votos
Los pies deformados por el camino, la piel agrietada, una sonrisa permanente que permitía ver los huecos que la perdida de dientes había dejado. La noche, diáfana sobre el Kalahari. Cantamos, bailamos y soñamos alrededor de las brasas de la hoguera. Entonces me acerque a él. - ¿Cuántos años tienes? -Depende del día, unos días me siento 20 y otros 50. ¿El tiempo que ha pasado desde que nací? No tengo ni idea. Pero eso, ¿a quién puede importarle?
2º puesto: 123 votos
Cierro los ojos y me concentro en el peculiar sonido de los semáforos de esta ciudad. Nunca pensé en cruzar medio mundo para encontrarme en un paso de peatones. Y sin embargo allí estoy, emocionada. Diminuta entre la multitud; enorme por el sueño al fin cumplido. Mientras me alejo de Hachiko descubro un mundo tan naíf como provocador, vibrante y sobre todo único. Quiero quedarme en este momento para siempre. Como en la canción de La Casa Azul, cerca de Shibuya encontré un nuevo océano.
3er puesto: 110 votos
La ribera rebosaba umbría y misterio. Con una cuerda, yo arrastraba la barca. Surcábamos el Congo, y les advertía de los peligros que nos acechaban. Y ellos, que solo tenían cinco y ocho años, me miraban con asombro. Yo, que había leído a Conrad, buscaba a Kurtz entre los árboles. Luego, con la barca ya en el maletero del coche, mientras nos alejábamos del Alberche, en sus ojos todavía palpitaban las emociones vividas. Y yo aún sentía el estremecimiento de aquel viaje al corazón de las tinieblas.
4º puesto: 44 votos
Sentado, frente a un viejo convento demolido por un terremoto interminable, saboreaba una palabra recién oída por primera vez: “Borboleta”. Mientras la pronunciaba en voz baja por temor a que se la arrebatara algún transeúnte, la sintió escapar de sus labios, ascender en el aire ayudada por la brisa del río hasta aunarse con los suaves colores de Alfama. Viendo su desasosiego por la pérdida de tan bella palabra, una joven se le acercó y le susurró a su viejo oído: “Borboleta significa mariposa”.
5º puesto: 20 votos
La mirada se pierde en el horizonte sin poder alcanzar su origen. La inmensa masa de hielo inunda todo el campo visual. Desde entonces, pienso en cómo estará mi hermoso gigante, avanzando, cerrando poco a poco el paso del agua entre el Brazo Rico y el canal de los Témpanos. Ese muro que volverá a derrumbarse... El sol reflejado en el azul intenso de sus grietas y los rugidos de los bloques que se desprenden inexorablemente. Miles de años congelados posan en perpetuo movimiento.
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