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Noruega indomable

Senderismo para ligar

Una red noruega de albergues propuso que los senderistas vistieran gorros rojos, amarillos y verdes para mostrar si tienen o no pareja

Javier Martín-Arroyo
Varios senderistas en el parque de Jotunheimen, en Noruega.
Varios senderistas en el parque de Jotunheimen, en Noruega. Ida Amelie

El senderismo y ligar son costumbres que no suelen casar. El chip de la montaña parece reservado para emociones intensas, pero siempre vinculadas a la naturaleza y no a la seducción. Por eso, el año pasado, la red noruega de albergues DNT ideó para el día de los inocentes (1 de abril) que los senderistas vistieran gorros rojos, amarillos y verdes para identificar si los moradores están ya emparejados; no lo están, pero tampoco buscan pareja de momento —en estado alerta—, o, por el contrario, están abiertos a nuevas relaciones con personas que comparten su pasión por la montaña. La iniciativa, propuesta como una broma, se convirtió en un repentino éxito, y ahora estos colores identificativos se extienden como una plaga entre los usuarios de los 510 refugios noruegos.

Entre estos albergues destacan varios en Jotunheimen, el parque nacional más popular del país escandinavo, que fuera de sus instalaciones, y más allá de la anécdota carnal, alberga varias rutas de excepcional belleza, como la Bessegen, una de las estrellas del turismo rural noruego, a la que cada año acuden más de 30.000 personas.

Mapa de Noruega.
Mapa de Noruega.Javier Belloso

A solo cuatro horas de Oslo y alrededor del lago Gjende, cuyo verde esmeralda intenso resalta a kilómetros, giran varias rutas rodeadas de lagos y montañas a diferentes alturas, el glaciar Smørstabbreen y paisajes lunares alternados con azules intensos en una combinación única. Desde Gjendesheim se puede coger el barco que cruza el lago hasta Memurubu, para iniciar la ruta Bessegen, cuya duración ronda las seis-siete horas. Eso sí, las espectaculares vistas tienen sus décimas de riesgo.

Cualquier noruego de la zona le resta importancia al sendero y al ser interrogado recuerda que todos los años suben niños acompañados de sus familias. Sin embargo, los lugareños nacen con un apego al montañismo excepcional y no son de fiar a la hora de calibrar la dificultad de la ruta, no apta para cardiacos.

Un ascenso muy estrecho

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Si se padece vértigo, es recomendable renunciar, ya que en el sendero hay un tramo de 200 metros de desnivel con una anchura de unos siete metros y que se sortea con ayuda de las manos. Et voilà, nada a la izquierda y nada a la derecha. Solo unas vistas impresionantes hacia dos lagos, el Bessvatnet, de tonos azules a 1.373 metros de altitud, y el Gjende, con tonos verdosos y situado más abajo, a 984 metros de altitud. El tramo del sendero se va estrechando, con agua a ambos lados. Sin embargo, al margen de ese (mal o delicioso) trago, el camino atraviesa llanuras con las mejores panorámicas. A la derecha, agua y las montañas repletas de neveros, y a la izquierda, más lagos que aparecen cada vez que se salva un desnivel.

Antes de afrontar este camino es posible llegar en barco hasta el extremo occidental del lago, en Gesebun, donde se ubica el mejor refugio de la zona, y desde allí hacer una ruta de seis horas hasta Memurubu, donde se hace noche. La ruta se inicia con un sendero que durante una hora acompaña suavemente al lago, con una vegetación densa alrededor y con los típicos abedules de las montañas. Hasta que el sendero afronta un brusco desnivel de 500 metros. Durante la subida, salvo tres tramos que disponen de cadenas para ayudar a sortear las rocas, solo es necesario paciencia y buenas piernas. Tras dejar abajo el lago, se asciende a unas lomas con vegetación variada. El camino está bien señalizado, con vistas a una docena de picos entre los que destaca el Galdhøpiggen (2.469 metros). La mejor sorpresa de la ruta son las manadas de renos, con llamativas cornamentas y que aparecen con cierta frecuencia en estas alturas. Los animales no muestran temor ante los montañeros.

Merece la pena detenerse unos minutos en cada pico para observar con calma el paisaje, cuyos colores varían continuamente en función de la nieve, la lluvia y el sol. A pesar de estar ubicados en plena montaña, la palabra refugio no describe con exactitud los establecimientos para pasar la noche. Acogedores, construidos con madera y cristal para facilitar las vistas, ofrecen cenas para reponer fuerzas, con el pescado del lago como estrella.

Antes de comprar los billetes es aconsejable hacer cálculos sobre los días en que se realizará la visita. Bessegen es un camino de moda entre los montañeros noruegos y los atascos son frecuentes si el tiempo acompaña. En la web besseggen.net aparece información útil sobre la ruta y sobre alojamientos en la zona.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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