Sereno equilibrio

Viñas viejas de la noble albariño, cultivadas en la parcela Agro de Tremoedo, donde las cepas se yerguen en tupido emparrado que aprisiona la luz con su frondosa filigrana verde; vendimia manual, cuidada con mimo y tratada con delicadeza; selección rigurosa de las mejores uvas, sanas, maduras hasta el límite, enteras; criomaceración para extraer los aromas reacios a manifestarse; fermentación parte en acero inoxidable y parte en barrica nueva de roble francés, con batonage durante cuatro meses y posterior reposo del vino un año en depósito para ganar complejidad y textura aterciopelad...

Viñas viejas de la noble albariño, cultivadas en la parcela Agro de Tremoedo, donde las cepas se yerguen en tupido emparrado que aprisiona la luz con su frondosa filigrana verde; vendimia manual, cuidada con mimo y tratada con delicadeza; selección rigurosa de las mejores uvas, sanas, maduras hasta el límite, enteras; criomaceración para extraer los aromas reacios a manifestarse; fermentación parte en acero inoxidable y parte en barrica nueva de roble francés, con batonage durante cuatro meses y posterior reposo del vino un año en depósito para ganar complejidad y textura aterciopelada.

Y la música del trovador Martín Códax, recogida en el pergamino Vindel que da nombre al vino, con sus maravillosas siete cantigas como inspiración y reto. Tales son los parámetros vitivinícolas, conceptuales y artísticos con que se elabora este prodigio enológico, lo último de la dinámica cooperativa de Rías Baixas.

Un blanco donde el juego y la fantasía son evocados por los aromas de fruta blanca, carnosa, por la frescura y vitalidad de notas ácidas, por el registro liviano de hierbas y flores, por la cadencia melódica de las especias, mezcla de nostalgia e ingenio. Las sinestesias olfativas se expanden en el paladar goloso, sedoso, glicérico, de sereno equilibrio, que nos invita a soñar con el mundo sonoro de inmortales las cantigas de amigo.