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Guía ‘El Viajero’ de París

Hoteles, restaurantes, bares y planes alternativos en una ciudad monumental en la que siempre queda algo por descubrir

Salidas de aire del Centro Pompidou, proyectado en 1977 por Renzo Piano y Richard Rogers.
Salidas de aire del Centro Pompidou, proyectado en 1977 por Renzo Piano y Richard Rogers.UniversalImagesGroup

LA CIUDAD

"No es posible que París, la ciudad del futuro, renuncie a la prueba palpable de que fue ciudad en el pasado. El pasado lleva hacia el futuro”. Así empezaba Víctor Hugo una carta dirigida al presidente del Consejo Municipal, fechada el 27 de julio de 1883. Y continuaba: “las Arenas son la antigua marca de la gran ciudad (...) Conserve las Arenas de Lutecia. Consérvelas cueste lo que cueste. Hará así una acción útil, y, lo que es mejor, dará un gran ejemplo”. La municipalidad tenía el proyecto de ubicar una zona para almacenar tranvías en el mismo lugar donde habían sido hallados, en 1869, los vestigios de un anfiteatro que llegó a acoger a 15.000 vociferantes espectadores durante los siglos segundo y tercero. El proyecto fue abandonado. Y, desde 1896, funciona en este enorme patio con gradas de piedra uno de los jardines más agradables de la ciudad (49 rue Monge).

En París se superponen lentamente los planos y las imágenes, como en una proyección en el cinematógrafo de los hermanos Lumière, van desfilando los antiguos arrabales canallas y los bulevares elegantes. Las legendarias columnas Morris, que anuncian en las paredes verdes de sus cilindros grandes como menhires los afiches con las últimas novedades en cartelera. O Los restaurantes y sus camareros atrincherados tras delantales de faldón blanco. O los pelotones de inmigrantes que soportan las condiciones infernales de las cocinas de los hoteles lujosos, hoy igual que hace casi un siglo cuando George Orwell retrato sus miserias en un reportaje novelado (Vagabundo en París y Londres). Y los barrios donde alguna vez se mezclaban estudiantes pobres y prostitutas y donde ahora se encuentran cafetines con precios astronómicos.

No hay que dejarse engañar: hay postales que por más vistas, siempre tienen detalles por descubrir. El centro de la ciudad es, probablemente, uno de los grabados urbanos mejor logrados por el hombre. Trazado a lo largo del tiempo por expertos artesanos. Basta con detenerse en la mitad del puente del Carrusel, uno de los 37 que franquean el Sena, para toparse ante una experiencia equiparable a un rito iniciático.

Si se gira despacio 360 grados, se verán las ramas desflecadas de los sauces asomarse en la punta de la Ile de la Cité. En segundo plano, la torre de la Sainte-Chapelle. Un poco más al fondo, la aguja de la Catedral de Notre-dame, que se alza 96 metros sobre el Sena. Completan el decorado: la cúpula de visos dorados del Instituto de Francia, sobre el muelle izquierdo del río; los techos grisáceos en forma de dos cascos prusianos del Museo d’Orsay; la cubierta acristalada del Grand Palais; y la fachada occidental del Museo del Louvre, con sus arcos hondos como una risotada del gigante Pantagruel.

Durante los primeros tiempos, la Ile de la Cité fue terreno galo. En este islote se encuentra una pequeña plaza encerrada entre el Palacio de Justicia y dos hileras de inmuebles anónimos. Es la Place Dauphine, un sitio muy apreciado por los parisinos. André Breton escribió en los años veinte en su novela autobiográfica 'Nadja' que la figura triangular de este lugar era un territorio mítico, al que comparaba con el sexo de una mujer: “el origen de la ciudad soñada”.

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Los parisinos de nuestros días han vuelto a usar la bicicleta, gracias a la red de alquiler público ‘vélib’, que dispone de 18.000 vehículos de dos ruedas repartidas en más de 11.000 estaciones. Una forma efectiva de eludir el tráfico de una de las urbes más pobladas de Europa (si tiene en cuenta el conjunto de la metrópoli y alrededores supera los 10 millones de habitantes).

Los ciclistas locales suelen tener su propia etapa diaria del Tour de Francia, que este año ha llegado a su edición 100. A veces se les puede ver haciendo un poco de equilibrio mientras revisan el correo en sus móviles. Otras, tan solo llevan a buen puerto los ingredientes para el desayuno del domingo: tomates, mantequilla, mermeladas, cruasán y la infaltable baguette tradición, que por ley de la República se sigue elaborando con las mismas costumbres artesanales de hace siglos.

DORMIR

Hoteles


  • Hôtel Gabriel (http://www.gabrielparismarais.com; 25, rue du Grand-Prieuré, 75011 ; +33 (0)1 47 00 13 38). Lugar con espíritu ecológico y diseño cuidadoso ubicado en el Marais. El objetivo del hotel está dirigido a aquellos huéspedes que quieran deshacerse de la nube de toxinas acumuladas por la polución de la calle y la tensión de la vida diaria. Todo, desde la luz, la música, los aceites y los jabones y cremas del baño está pensado para relajar y lograr el mejor descanso posible.

  • Hôtel des Saints-Pères (http://www.paris-hotel-saints-peres.com; 65 rue des Saints-Pères, 75006 ; +33 (0)1 45 44 50 00). Una terraza luminosa y bien rodeada de plantas, dos requisitos para que merezca la pena tomar el desayuno en este hotel cualquier mañana de verano. La mayoría de las 38 habitaciones tienen vista hacia el tranquilo patio interior. La fachada del hotel, construida en 1558, es obra de Daniel Gittard, el arquitecto del Rey Sol.

  • Hôtel Fabric (http://www.hotelfabric.com; 31 rue de la Folie Méricourt, 75011 ; +33 (0)1 43 57 27 00). Oberkampf, barrio tradicionalmente obrero y de artesanos transformado lenta pero eficazmente en zona ‘bobo’, esa movediza definición francesa para los 'bohemios burgueses'. Abierto este verano, el hotel se halla en una antigua fábrica de telas donde sus propietarios han tratado de amalgamar diseño contemporáneo con los elementos del inmueble original: vigas de hierro, puertas en madera maciza, ventanas industriales.

  • Hôtel Pershing hall (http://www.pershinghall.com; 49 rue Pierre Charron, 75008 ; +33 (0)1 58 36 58 00). Este edificio, a dos pasos de los campos Elíseos, fue cuartel general del ejército americano durante la primera guerra mundial y después sede parisiense de la American Legion, organización mundial de veteranos de guerra estadounidense. Ahora aquí se puede tomar un buen brunch o bien una copa en el bar y apreciar el suntuoso jardín vertical de 30 metros a cielo abierto.

  • Hôtel Edgar (http://www.edgarhotel.com; 31 rue d'Alexandrie, 75002; +33 (0)1 40 41 05 69). Una habitación convertida en cabaña con paredes de madera. En otra cuelga una máquina de escribir en la pared. Otra más decorada con súper héroes suspendidos de un amasijo que parece hecho de plastilina. Este es un lugar singular que acaba de abrir sus puertas en abril. La decoración de las 13 habitaciones lleva la firma de algunos de los amigos del dueño, entre los que se cuentan el reconocido fotógrafo de animales Yann Arthus-Bertrand, colaborador de National Geographic, entre otras publicaciones.


Otras opciones para dormir



  • Hôtel de Lille (http://www.hoteldelille.com; 40, rue de Lille, 75007). Este pequeño hotel está en la rue de Lille, calle estrecha situada a dos pasos del Musee d’Orsay y del Louvre. Sobriedad y buen servicio en uno de los barrios más elegantes de París.

  • Hôtel Mareuil (http://hotelmareuil.com; 51 rue de Malte, 75011 ; +33 (0)1 47 00 78 76). Espacio con visos zen, a prueba de ruido en un lugar poco proclive a la calma. Un enclave para hallar reposo situado en una calle aledaña a Place de la République. En sintonía con su espíritu el hotel recoge su nombre del francés antiguo y significa 'gran claridad'.

  • Hôtel l’adresse (http://www.ladresse-hotel.com; 22 rue du Débarcadère, 75017 ; +33 (0)1 58 05 08 88). Hotel de diseño cuya ubicación se sale un tanto de la ruta turística: está situado cerca del Palacio de Congresos, de la Avenida Hoche y a dos paradas de metro del Arco del Triunfo. Cada habitación muestra una temática propia.

  • 9Hotel Opéra (http://www.le9hotel.com/fr/paris-opera/; 14, rue Papillon, 75009 ; +33 (0)1 47 70 78 34). El afiche original del actor Jacques Tati, el mobiliario en madera clara y un espacio con una pequeña biblioteca, hacen del lobby un elogio a la sobriedad. Un estudio barcelonés ha sido responsable del proyecto de decoración.

  • Mama Shelter (http://www.mamashelter.com; 109 rue de Bagnolet, 75020 ; +33 (0)825 00 62 62). El diseño del bar y las habitaciones de este hotel son autoría del diseñador francés Philippe Starck. El bar de la azotea abre en verano, y junto con las pizzas y su carta de coctéles tiene muy buena acogida.

COMER

Restaurantes


  • Le Marché des Enfants Rouges (rue de Bretagne, 75003). Este es uno de los primeros mercados cubiertos de París. Fue construido en 1615 y más tarde renovado y reabierto en el año 2000. Un lugar con personalidad y encanto propio que acoge a una veintena de pequeños puestos de comida de diversas especialidades. Un lugar donde se pueden encontrar esas dosis mínimas de desorden necesarias en cualquier ciudad.

  • The Fish Club (58, rue Jean-Jacques Rousseau, 75001). Transformar una carnicería en un restaurante de pescado no es tarea fácil. Lograrlo con decoro, es ir un paso más allá. La carta ha sido elaborada por el equipo de cocina del restaurante Malabar, en Lima, uno de los mejores del mundo: Calamares fritos, gambas, tiraditos, brochetas de pulpo y, finalmente, los ceviches (16 euros). La selección de vinos está bien nutrida. Cierra los lunes y sólo abre por las tardes. Es obligatorio hacer reserva.

  • Beacoup (http://www.beaucoup-resto.com; 7 rue Froissart, 75003 ; +33 (0)1 42 77 38 47). Espacio de diseño industrial, mobiliario de madera y ligeras lámparas suspendidas a media altura y que proyectan la luz exacta para lograr una sensación de amplitud. Un lugar donde es posible encontrar carnes de distintos cortes y un muy recomendable pavlova como postre.

  • Mamie Green (25 rue de la Forge Royale, 75011 ; +33 1 43 72 36 68). Cinco mesas de diseño setentero, antiguas botellas de leche para servir el agua, y probablemente una de las mejores hamburguesas vegetarianas de París. Precios justos, comida fresca y atención familiar en este diminuto local de comida ecológica.

  • Le Basilic (http://www.restaurant-le-basilic.fr; 2 rue Casimir Périer, 75007 ; +33 (0)1 44 18 94 64). El comedor del Basilic es una remembranza de los años 30 con una aceptable recuperación del art déco. La carta ofrece comida del País Vasco francés. Así mismo, dispone de una terraza muy agradable para apagar la tarde frente a la basílica de Saint-Clotilde, donde se encuentra el fastuoso órgano que utilizó el compositor francés de origen belga César Franck durante los 42 años que trabajó en este templo.


Los clásicos



  • Relais de L’entrecôte (http://www.relaisentrecote.fr). Restaurante donde lo único que se puede escoger es el postre y la bebida. Por lo demás, solo hay que esperar con paciencia a las tandas de bandejas que traen porciones de patatas a la francesa y los cortes de carne con la impronta francesa por excelencia: el entrecote. En París hay muchas cosas que son refractarias al cambio. Este restaurante da fe de ello.

  • Restaurant La Petite Chaise (http://www.alapetitechaise.fr; 36 rue de Grenelle, 75007 ; +33 (0)1 42 22 13 35). Antiguo cenáculo para la intelectualidad de los años 60 y uno de los restaurantes más antiguos de París. Las actas de venta del inmueble señalan que en 1680 ya funcionaba allí una venta de vinos. François Mitterrand montó aquí su cuartel general en sus años de estudiante en Science Po, universidad que tiene sus instalaciones desperdigadas en los alrededores del barrio.

  • Aux Crus de Bourgogne (http://www.auxcrusdebourgogne.com; 3 rue Bachaumont, 75002 ; +33 (0)1 42 33 48 24). El foi gras de diez francos que se servía en este restaurante fue toda una institución para los habitantes de la ciudad. Según muchos, se trata de uno de los pocos restaurantes de la belle epoque que se conservan en su tinta. Además del foi gras, los escargots y la ensalada de la casa también forman parte de la historia de una de las cantinas predilectas por el escritor André Malraux.

  • La closerie de Lilas (http://www.closeriedeslilas.fr; 171 Bld Montparnasse, 75006; +33 (0)1 40 51 34 50). Montparnasse es el centro del mundo, rezaba el catálogo de una exposición de los años 20. En La Closerie de Lilas Hemingway solía beber güisqui con Francis Scott Fitzgerald. Fue aquí donde este último le dio a leer su proyecto de novela 'El gran Gatsby' y donde aún se viven veladas animadas en medio de un comedor con tantos años como historias.

  • Le bistrot de Paris (33 rue de Lille, 75007; +33 (0)1 42 61 16 83). El cantante Serge Gainsburg seguía a rajatabla la siguiente liturgia: nada más llegar al bistrot pasaba frente a la cocina, que es semi abierta, saludaba al personal, al Chef, y dejaba un billete de 500 francos en un pequeño plato de metal que tenían reservado para él. Luego se sentaba a la mesa 46, al fondo, justo frente a la barra.

LA NOCHE

Dónde tomar un trago


  • Barav (http://www.lebarav.fr; 6 rue Charles-François Dupuis, 75003; +33 (0)1 48 04 57 59). La barra de este bar de vinos suele estar llena. Un espacio distendido para beber una copa de vino. O dos. Degustaciones, cursos de enología, amplia selección de vinos y otros licores, tablas de jamones y quesos en esta simpática cantina del alto Marais.

  • Hôtel Raphaël (http://www.raphael-hotel.com/fr; 17 avenue Kléber, 75016 ; +33 (0)1 53 64 32 00). Un clásico. Bar de estilo inglés, discreto y de buen gusto, cuenta entre su carta con un Club Sándwich que es tradición. El hotel también tiene una terraza en la azotea que ofrece una carta tan variada como costosa (25 euros cada coctel). En caso de encontrar lugar se puede apreciar una vista difícil de superar.

  • Hôtel Bristol (http://www.lebristolparis.com; 112 rue du Faubourg Saint-Honoré, 75008; +33 (0)1 53 43 43 00). El director Jean Pierre Melville habría podido servirse perfectamente de sus instalaciones para filmar alguna de sus escenas de gánsteres. Tiene, además, el atractivo de proyectar vídeos de cine arte, sobre arquitectura, danza, u otros temas dirigidos por artistas como Dolores Chaplin, nieta del gran actor, y actriz que ha participado en varias películas del cine francés.

  • La cave septime (3 rue Basfroi, 75011). Lugar para tomar un aperitivo con aceitunas de Kalamata, ricota, foie gras, anguila ahumada, o pechuga de pato ahumada, sello de la casa. Se trata de una pequeña cava con una selección de vinos cuidadosa y una exquisita oferta de entradas para picar.

  • Candelaria (http://www.candelariaparis.com; 52 rue de Saintonge, 75003). Mitad taquería mitad bar de cócteles. La primera mitad de este local podría funcionar perfectamente en el barrio de La condesa, en la Ciudad de México. Nadie se imagina que detrás de la pared donde aparentemente se acaba el restaurante, empieza un bar de corte ecléctico, con aires latinos o quizás africanos y donde venden cócteles por los cuales la gente se suele agolpar en fila para entrar. Si no tiene éxito, el muy cercano Mary Celeste es una buena posibilidad (1, rue Commines), de los mismo dueños y con un estilo que tiene más de Manhattan que de París.

  • L’ambassade de Bourgogne (www.ambassadedebourgogne.com; 6 rue de l'Odéon, 75006 ; +33 (0)1 43 54 80 04). Un extenso mapa de la región de Borgoña dividida por zonas y terrenos para explicar a los comensales del local de dónde procede cada botella que llame su atención. Un servicio cálido y buena orientación a la hora de elegir los estructurados caldos de esta rica región del noroeste francés.

  • Le comptoir général (http://www.lecomptoirgeneral.com; 80 quai de Jemmapes, 75010 ; +33 (0)1 44 88 20 45). Si uno tiene falta de ideas, si cree que necesita inspiración, este local puede aportar algunas cosas. Se trata de un pequeño paraíso de detalles y objetos curiosos. En la guía del bar se lee que se define como un museo que congrega a todas las culturas marginales y desconocidas del mundo. No hay forma de regresar a este lugar y no descubrir un nuevo objeto en cualquier esquina.


De fiesta



  • Le Comptoir des Canettes (11 rue des Canettes, 75006 ; +33 (0)1 43 26 79 15). De entrada, un pequeño bistró con fachada roja en madera de burdeos. Ni mobiliario de diseño, ni carta con comida fusión ni licores con presentación sofisticada. Paciencia, en el subsuelo se halla una vieja cava de vinos que fue convertida en sala de baile y que recuerda los años dorados de la canción francesa: Brassens, Moustaki, Brel. Ahora suenan músicas orientales y se puede beber buen vino a precios bajos. También conocido como Chez George, este bastión abovedado abre desde l952 en Saint-Germain-des-Prés.

  • 79 CLUB (http://www.79paris.com; 22 rue Quentin-Bauchart, 75008; +33 (0)1 47 23 69 17). Sofás plateados o dorados, espejos, paredes negras tapizadas en cuero de culebra. Modelos, futbolistas y actrices. En resumen, una mezcla de estilos de los años 70, 80 y 90 y una pista de baile con capacidad para 1.200 almas como epicentro de esta discoteca.

  • Wanderlust (http://wanderlustparis.com; 32 quai d’Austerlitz, 75013). Polivalente. Este sería un buen adjetivo para describir este bar, taller, discoteca. Lunes de house, disco y electro garage. Martes, hip hop y funk. Miércoles, tardes especiales de verano. Los fines de semana, presentación de colectivos de arte que se encargan de la música.

  • Rose Bonheur (http://www.rosabonheur.fr; Parc des Buttes Chaumont, 2 avenue des Cascades, 75019 ; +33 (0)1 42 00 00 45). Solo abre en verano y conviene llegar con tiempo, preferiblemente sobre la media tarde, para ahorrarse las filas que se prolongan, sobre todo, los días de buen tiempo. Se trata de un bar con señas de cabaret popular instalado en la mitad del Parc de Buttes-Chaumont, un inmenso jardín público en el nordeste de la ciudad. Algo así como una versión actual, con un punto de excentricidad, del baile en el Moulin de la Galette pintado por Renoir.

  • Silencio (http://silencio-club.com/en; 142, rue Montmartre, 75002; +33 (0)1 40 13 12 33). Lugar selecto que se precia de serlo. El Silencio recoge su nombre del club de la película Mulholland Drive. Y fue precisamente David Lynch, su director, quien se encargó del diseño interior y del mobiliario. El local cuenta, además, con una agenda cultural que incluye proyección de películas, conciertos especiales y retrospectivas.

  • Le Glass (http://www.glassparis.com; 7 rue Frochot, 75009 ; +33 (0)9 80 72 98 83). Mezcla de estilos, y de gentes, y de licores. A un año de su apertura, ya cuenta con una nutrida clientela. Pisco sour o mezcal como aperitivo de una noche que va subiendo gradualmente de temperatura con la música.

QUÉ HACER


  • La Pagode (http://www.etoile-cinemas.com/pagode/salles/; 57 bis rue de Babylone, 75007 ; +33 (0)1 45 55 48 48). Una de las salas de cine más bonitas del mundo, sin lugar a dudas. Se trata de una pagoda japonesa, que originalmente fue regalo de matrimonio de un acaudalado banquero del siglo 19 a su esposa. Bastante cerca de los Inválidos, este es un cine de barrio, con una pequeña terraza donde se puede tomar café o buen té. Los techos altos con decorados asiáticos, las paredes en telas que ya acusan el paso del tiempo y los candelabros decimonónicos son excusa suficiente para internarse en este salón.

  • Parques y jardines. El muy proustiano y elegante parc Monceau, donde además se encuentra el Musée Cernuschi de historia de arte asiático (es gratis). El Jardín de Plantas con su muy recomendable Museo Nacional de Historia Natural. Los Jardines de Luxemburgo y su museo, que siempre tiene exposiciones de arte de primer orden. Las Tullerías. El ‘haussmaniano’ parque des Buttes-Chaumont. O el bosque de Boulogne, son alternativas para descansar, caminar, hacer un pique nique, tumbarse sobre el pasto, observar las esculturas, los tipos de vegetación, el trazado de los jardines, los pequeños barcos y veleros a escala que naufragan en los estanques, las fuentes. Y los niños, herederos por naturaleza de uno de los privilegios de esta ciudad.

  • Librería Galignani (http://www.galignani.com; 224 Rue de Rivoli, 75001; +33 (0)1 42 60 76 07). La primera librería de lengua inglesa en aterrizar en continente europeo. Larga y silenciosa. Es probable que pase desapercibida bajo las elegantes arcadas de la rue de Rivoli. Al final del largo pasillo hay un patio cubierto, con una estantería de dos plantas con escaleras, transformado en una extensión de la librería. Dos sillones de orejas están dispuestos para los ojeadores de libros.

  • Paseos en vélib (http://www.velib.paris.fr/). Ya se ha mencionado antes que la relación entre los nativos y sus bicicletas se ha estrechado de unos años para acá. Es probable que los paseos por la rivera izquierda del río sean más prácticos para el ciclista menos avezado. La ruta del recorrido va por cuenta y a discreción de cada viajero. La primera hora de alquiler es gratis.

  • Pasajes de la ‘rive droite’. De los 240 pasajes cubiertos con que contaba París en el siglo XIX, hoy no quedan más que 20. La mayoría se concentran en torno a la zona de los grandes bulevares, metro del mismo nombre. Son un bien exclusivo de la ‘rive droite’, el margen derecho del Sena, y no solo fueron lugares de comercio y de despachos, sino además refugios al barro y la lluvia, que se acumulaba en las calles del siglo XIX. Librerías, jugueterías, restaurantes y cafeterías para escampar en una ciudad donde sigue siendo necesario escapar de la lluvia. Al igual que hace 200 años.

  • Tesoros fuera de los museos. París es la ciudad de los museos. Pero si a uno le da pereza ponerse al final de la cola del museo-más-visitado-del-mundo o ya ha hecho el circuito Louvre, Orsay, Rodin, Pompidou…,  puede buscar otras muchas joyas escondidas. En esta ciudad monumental uno puede encontrar en cualquier iglesia o rincón inesperado alguna obra maestra.

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