El genio de las viñas viejas

En el Bierzo la vid es tan vieja como el paisaje, como el oro de sus montes areniscos que miles de esclavos íberos, bajo la férula romana, extrajeron de la mina de Las Médulas. Hicieron túneles para traer el agua y socavaron, para derribarlos y cernerlos, los rojos montes auríferos. Dos mil años después, el oro es el vino tinto de mencía. Al reclamo de este nuevo filón han surgido bodegas pequeñas y personales, como la de Gregory Pérez, el genio de las viñas viejas, cultivadas en vaso, que trata a la antigua, incluso arando con vacas. Para la elaboración de este tinto Mengoba, parte de cepas d...

En el Bierzo la vid es tan vieja como el paisaje, como el oro de sus montes areniscos que miles de esclavos íberos, bajo la férula romana, extrajeron de la mina de Las Médulas. Hicieron túneles para traer el agua y socavaron, para derribarlos y cernerlos, los rojos montes auríferos. Dos mil años después, el oro es el vino tinto de mencía. Al reclamo de este nuevo filón han surgido bodegas pequeñas y personales, como la de Gregory Pérez, el genio de las viñas viejas, cultivadas en vaso, que trata a la antigua, incluso arando con vacas. Para la elaboración de este tinto Mengoba, parte de cepas de 80 años, situadas en las laderas pizarrosas de Espanillo, pequeño enclave en el municipio leonés de Arganza. Luego, realiza una vinificación integral, fermentando y criando el vino en la misma barrica, a fin de obtener el mayor impacto aromático de la uva. Efectivamente, así consigue una frutosidad fresca, casi insultante, que evoca la mermelada de frutillos silvestres (moras, grosella negra) aromatizadas de violeta, y revestida de sutiles recuerdos de especias cálidas, con la profundidad de las notas terrosas. Concentrado, sabroso, el impacto frutal se impone en boca, donde los pulidos taninos muestran su nobleza con un final cremoso y vivo.