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Novelas sobre maternidad y paternidad para leer en verano

Selección de 10 novedades editoriales muy apetecibles para degustar a pequeños sorbos durante las vacaciones

Portada de 'Un amor cualquiera' (Sexto Piso) de Jane Smiley.
Portada de 'Un amor cualquiera' (Sexto Piso) de Jane Smiley.

A quien tiene hijos pequeños no le sobra el tiempo. Lo intuíamos pero no nos lo creíamos. Es más: puede que no nos demos cuenta del valor del tiempo hasta que tenemos hijos. Entonces maldecimos todas aquellas veces, en nuestra vida anterior, en las que nos quejamos de “no tener tiempo”. Ahora sabemos realmente lo que es no disponer de ese bien tan preciado. Ahora lo creemos. Hay esperanza: a veces es posible robarle unos minutos al reloj, a nuestras horas de sueño, para recuperar placeres como la lectura; sobre todo en verano, que es cuando el mundo parece darnos tregua y bajar sus revoluciones.

A veces necesitamos un aliciente y quizás lo encontremos en un libro experiencias compartidas y con las que es fácil empatizar: la experiencia materna o paterna, por ejemplo. Por ello en esta selección recopilamos 10 novedades editoriales – ficción, no ficción, poesía y ensayo– muy apetecibles con la maternidad, la paternidad, la hijidad y la familia como protagonistas para degustar a pequeños sorbos durante las vacaciones de verano.

Despojos (Libros del Asteroide)

En una entrevista reciente en Babelia Rachel Cusk contaba a Álex Vicente que cuando Despojos se publicó en Inglaterra en 2012 generó una gran polémica. “Planteaba cosas demasiado problemáticas y dolorosas para quienes seguían creyendo que sus matrimonios eran plenamente igualitarios (...) El mundo literario me asesinó”.


Visto desde el prisma de 2020 Despojos, sobre el matrimonio y la separación no sólo no resulta polémico, sino que es un libro muy necesario, profundamente intelectual y que no ha perdido un ápice de actualidad en estos ocho años que ha tardado en ver la luz en España. En uno de sus trabajos más personales, Cusk indaga con la precisión y la frialdad de un forense en la muerte de su matrimonio y, a partir de esa concienzuda autopsia que es una muestra de autoconocimiento, rebusca entre sus despojos para acercarse, estudiar de cerca y cuestionar el propio concepto de matrimonio. No hay atisbo de romanticismo en Despojos, solo un ensayo muy personal y lleno de verdades que a más de uno y de una puede que le duelan como arañazos recibidos a traición. A veces, literariamente hablando, son necesarios estos arañazos.

Las estrellas (Tránsito)

“La muerte de mi mamá me hizo sentir que todos pasamos por esa experiencia. Hablo de la muerte propia pero, también y sobre todo, de que se nos muera la madre. Porque la madre siempre se nos muere, es una muerte que se inscribe en la propia existencia a la vez que pone fin a la vida de esa mujer que es más allá de su rol materno.” Esto que dice Paula Vázquez en Las estrellas, y que parece a priori una obviedad, es en realidad una reflexión que te pone frente a una que duele, que te pellizca por dentro. Desde dentro.


Dice también en algún punto que la muerte sacude todas las certezas. No sólo las sacude, te pone ante el abismo de la incertidumbre de una manera tan brutal que ya nada vuelve a ser como antes. Antes de. Después de. Porque hay una vida antes de la muerte y una vida después. Se sobrevive, se continúa, tras la muerte de la madre, y pese a la culpa que acecha por seguir en movimiento después, enganchada a ese ritmo que no para, por disfrutar de los buenos momentos que llegan.

Un amor cualquiera (Sexto Piso)

Se cuentan con los dedos de una mano (e igual nos sobran dedos) las escritoras y escritores que indaguen con tanta minuciosidad y tanto acierto en las relaciones matrimoniales y familiares como lo hace Jane Smiley. La novelista norteamericana, Premio Pulitzer en 1992, conquistó al público español el año pasado tras la publicación de La edad del desconsuelo (Sexto Piso), una novela maravillosa, redonda e irrepetible. Con Un amor cualquiera acaricia de nuevo esa excelencia para sumergirnos en la vida de una familia aparentemente feliz que se resquebraja. 20 años y muchas desavenencias después, Rachel, la madre, tiene a tres de sus cinco hijos, ya adultos y viviendo sus particulares crisis personales, en casa. En ese fin de semana, alimentado con recurrentes viajes al pasado, centra su atención esta novela en la que en apariencia no pasa nada pero en la que, sin embargo, y ahí reside la maestría de Smiley, pasa todo. Porque Rachel es muy consciente de que ha dado a sus hijos los dos regalos más crueles, “la experiencia de una felicidad familiar perfecta y la absoluta certeza de que tarde o temprano se acaba", y con esa sensación habitando su interior es fácil que cualquier conversación distendida acabe convertida en una confesión sobre los hechos que pusieron fin, hace dos décadas, a la felicidad familiar.

Territorio de Luz (Impedimenta):

(…) Mi hija había tomado la costumbre de llorar cada noche. También mojaba la cama. Y cuanto más interrumpía mi sueño menos capaz me veía de abrazarla y calmarla. El mero hecho de verla llorar me enfurecía; me entraban ganas de soltarle una bofetada, y aunque conseguía controlar mi mano, terminaba regañándola con dureza por no dejarme dormir”, cuenta la protagonista de Territorio de Luz, la novela escrita por la japonesa Yuko Tsushima (1947-2016) que en l978 fue galardonada con el prestigioso Noma Prize.


Un relato el de Tsushima que, sin ser estrictamente de maternidad, muestra como pocos la ambivalencia del amor materno; aunque fundamentalmente sea una novela de superación, de reconstrucción tras el abandono del padre/marido (y lo que ello conlleva en una sociedad tradicional y machista como la nipona), de una existencia teñida de negro que, sin saber muy bien cómo, comienza a cobrar color a partir de los pequeños territorios de luz que brinda a la protagonista y a su hija la inmensidad de una ciudad como Tokio.

El secreto del hijo (Anagrama)

Con El secreto del hijo, el psicoanalista italiano Massimo Recalcalti cierra la trilogía que inicio con El complejo de Telémaco y Las manos de la madre, dedicados respectivamente a la figura paterna y materna. A través de la lectura de dos célebres hijos de la mitología –el Edipo de Sófocles y el hijo recobrado de la parábola evangélica de Lucas- y de la compleja relación que éstos tuvieron con sus padres, Recalcati cuestiona críticamente el discurso educativo hipermoderno, en el que padre e hijo se confunden; y señala otro camino que pasa necesariamente por “el reconocimiento de que la vida de un hijo es, por encima de todo, otra vida, ajena, distinta, al límite, imposible de entender”.


El secreto del hijo es un ensayo complejo y exigente con el lector, un libro para leer con calma, para subrayar y marcar páginas del libro a las que luego volver para captar en toda su extensión el necesario mensaje que Recalcati deja en sus páginas.

La vida sin maquillaje (Impedimenta)

¿Por qué toda tentativa de contarse a una misma ha de desembocar en un amasijo de medias verdades? ¿Por qué las autobiografías o las memorias terminan, demasiado a menudo, reducidas a fantasías que difuminan el contorno de la pura verdad hasta hacerla desaparecer? ¿Por qué alberga el ser humano ese inmenso afán por pintarse una existencia tan diferente a la vivida?", se pregunta Maryse Condé en la primera página de La vida sin maquillaje. Y esas cuestiones lanzadas al aire encierran toda una declaración de intenciones, porque no hay atisbo de maquillaje en estas memorias, ni de medias verdades, ni de fantasías. Todo lo contrario. Maryse cuenta la vida (el amor, la maternidad, la política, África, la descolonización, las ambiciones, la pobreza, el racismo) tal y como es o puede llegar a ser: cruda y dura, sin filtros de Instagram que la edulcoren. Sirva como prueba un fragmento del relato de su primera experiencia maternal: "Yo quería con locura a mi niño, pero, pese a ello, su venida a este mundo destruyó las esperanzas que cimentaban el edificio de mi educación; por añadidura, no me veía capaz de satisfacer sus necesidades. En otras palabras, podría decirse que era una mala madre". Sin maquillaje.

Los nombres Epicenos (Anagrama)

Amélie Nothomb es una contadora de historias. ¿Brillante o producto comercial? A Nothomb primero hay que pillarle el punto, luego, cuanto lees al menos un par de sus títulos, cuesta desprenderse de su inconfundible estilo: ligero, reflexivo, original, mordaz. Su inteligente humor negro. En esta ocasión teje en 125 páginas, que se leen de un tirón, un cuento entretenido sobre la venganza y el odio. Porque Los nombres epicenos, traducido por Sergi Pàmies, es un relato de la cara más cruel de las relaciones humanas. También es un libro sobre el amor, o mejor dicho sobre la ausencia del amor conyugal y paterno. ¿Se puede vivir sin el amor de un padre? ¿Sin su presencia ni atención? ¿Es justo odiar a esa figura paterna? (“Si hubiera sido una niña cualquiera, habría ido a gritarle todo su odio a su padre y a pedirle explicaciones a su madre. Épicène se guardó los gritos en su corazón y se acostó sobre la cama para convertirse en la estatua de ser vivo que había sido”).


El libro arranca con una despedida: la de una mujer que deja a su pareja por otro hombre que le ofrece un futuro más ambicioso en París. A partir de aquí, el retrato de un hombre enojado, gris, egoísta; y el de una mujer y una hija utilizadas a su antojo. Una historia “familiar” cruel con un cierre tan esperable como sorprendente.

Madre (Navona)

“Cuando se te puso cara de cera, supe que estabas muerta y, en ese instante, me di cuenta de que sí que nos habíamos querido”. Este libro transita entre el drama y el humor con una habilidad extraordinaria, porque si bien es cierto que tiene el dramatismo de una relación madre e hijas bastante “compleja”, también lo es que la autora nos aligera la carga con una dosis perfecta de ironía. Su protagonista, Sara, recorre con buen talante sus propios recuerdos y los de sus hermanas, lo hace en paralelo a los que su madre, Raquel, dejó volcados en una libreta los últimos dos años de su vida y que distan mucho de los de ellas. ¿Su madre realmente no debería haber sido madre? La incógnita flotando en sus páginas. Sara también es madre de una adolescente que la pone continuamente frente a su yo “hija” y su yo "madre”. "¿Raquel me escuchaba? Solo cuando me comportaba como la hija que deseaba. La niña obediente y simpática, cariñosa y educada. Las madres siempre quisiéramos otras hijas, las hijas siempre quisiéramos otras madres”.


Aunque este libro sobre la “hijidad” tenga cierta apariencia de ficción, en realidad Madre bebe su autora, Ada Castells, quien decía en una entrevista en este medio que aunque todo el tema de la residencia no era cierto, le dio paso a unas conversaciones que le hubiese gustado tener con su madre para poder ser mejor madre: “En mi novela la única ficción es que doy vida a mi madre cinco años más para poder mantener con ella un diálogo que no pude mantener cuando estaba viva”. Recomendable este viaje vital.

Casas Vacías (Sexto Piso)

“No importa lo que se diga al respecto: muerto es mejor que desaparecido. Los desaparecidos son fosas comunes que nos abren por dentro y quienes lo sufrimos lo único que ansiamos es poder enterrarlos ya. Dejar de desmembrarnos tendón por tendón, hilos de sangre por hilos de hiel, porque incluso para cada gota es un calvario caer.”


Casas vacías, de Branda Navarro, es un libro tan intenso y asfixiante que, aunque se lee rápido, requiere de reposo después de su lectura. El relato gira en torno a la maternidad desde un enfoque original: por un lado, una madre que, no teniendo claro querer ser madre, se enfrenta a la desaparición de su hijo; por otro, una mujer desesperada por ser madre, y que lo conseguirá a toda costa: llevándose al hijo de la primera. La violencia, la desigualdad, el machismo y la soledad se dan la mano en este relato devastador que hay que leer.

Madre soltera (Las Afueras)

Publicado por primera vez en Argentina en 2014, y en 2020 en España por Las Afueras, en este poemario de Marina Yuszczuk está su propia maternidad, aunque en realidad en sus versos estamos todas las madres. Porque en Madre soltera está reflejada a la perfección esa metamorfosis imposible que es la maternidad. Con su ambivalencia (“Me siento bien y mal”), con sus conflictos y con su cotidianidad aplastante. Con su intensidad. La realidad de las noches sin dormir, el miedo, las culpas (“A veces siento que la maternidad me destruyó. / Nada, eso”), esas prioridades que resultaron no ser prioritarias y el descubrimiento atroz de que no existe una fórmula mágica para hacer esto bien.

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