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Sexo oral, la asignatura sexual pendiente de los hombres que las mujeres deben enseñar

Si así puede dejar de ser la principal queja femenina en las consultas de sexología, ¿por qué no iniciar un esfuerzo pedagógico?

Manuela Sanoja

Un grupo de amigas empieza una conversación por WhatsApp al más puro estilo Sexo en Nueva York. La cosa comienza con discrepancias sobre el uso del satisfyer (no, no a todas las mujeres les gusta), pero pronto cambia de rumbo cuando una de ellas abre el debate sobre el sexo oral. Las hay que lo disfrutan más y las que le sacan menos partido, pero casi todas están de acuerdo en una cosa: por regla general, ese no ha sido precisamente el punto fuerte de sus parejas. A esta cuestión le sigue una más bien incómoda: ¿y si ellas tuvieran buena parte de la culpa de este quiero y no puedo sexual?

Las sexólogas reconocen que la impericia de los hombres en este asunto es una queja habitual entre las mujeres que acuden a consulta. Tiene mucho que ver con la concepción histórica del sexo: "Siempre ha sido sumamente coitocéntrico y la respuesta sexual del hombre es mucho más finalista. Es decir, una vez empieza el acto, todo va dirigido hacia la eyaculación. Esto hace que les cueste mucho más el tema del juego erótico (los mal llamados preámbulos)", aclara la directora de Psicología Clínica y Sexología del Instituto Lyx, Miren Larrazabal. Pero también es cierto que uno no tiene que saber hacer de todo, y sobresalir en cada una de las técnicas amatorias es un noble, pero complicado objetivo. El gran problema es que el sexo oral es una de las principales y más recurrentes fantasías entre las mujeres. Se impone llevar a cabo una estrategia que haga realidad los sueños, y la más práctica comienza por admitir que no toda la responsabilidad en la ejecución del cunnilingus recae siempre sobre el varón. Toca coger las riendas de la situación y esto pasa por enseñar al que no sabe.

Quien tenga dudas sobre este enfoque, que haga una revisión humilde de sus expectativas. Probablemente llegue a la conclusión de que cumplirlas es un reto importante, teniendo en cuenta que tienen a sus espaldas lustros de reconocimiento en los confines de anatomía íntima. "Muchas tienen claro cómo les gusta que las estimulen porque se conocen y saben tocarse a sí mismas, así que esperan que el resultado sea similar. Pero la otra persona no siempre va a saber hacerlo y mucho menos en una primera vez", indica la directora del Instituto Iberoamericano de Sexología y presidenta de la Federación Española de Sexología Francisca Molero. ¿Por qué no explicarlo, simple y llanamente? Los frutos de este trabajo son potencialmente orgásmicos.

El secreto de la comunicación corporal

Cuando no están satisfechas con los derroteros de sus parejas, muchas mujeres optan por pasar a otro juego. "Siempre acabo quitándoles de ahí", dice una de las amigas en la conversación. Es una decisión completamente legítima, sobre todo si se trata de una relación esporádica. "El sexo oral es una práctica más y el énfasis que pongas en que la otra persona haga algo que te guste depende de lo que te interese en ese momento. Es como si delante tuvieras un plato de comida muy apetecible, pero entre todos los ingredientes hay uno que no te gusta. Sigues pudiendo saborear el resto del plato", dice Molero. Pero si lo que quieres es disfrutarlo, Larrazabal considera que el hecho de que sea un encuentro casual no quiere decir que haya que pasar página. Lo que hay que hacer, tanto en las relaciones sexuales esporádicas como en las de largo recorrido es expresarse y enseñar.

Pero con cuidado, no interesa reproducir la escena de Aterriza como puedas en la que le dicen al piloto-taxista cómo aterrizar el avión de pasajeros (para quien no recuerde la película, estas son algunas de las indicaciones que recibía desde la torre de control, entre sudores cada vez más profusos: "¡Striker, lleva demasiada velocidad!", "Se inclina hacia la derecha, ¡haga la corrección!", "¡Recuerde usar los pulsadores de ignición!", "¡Cuidado, levante la nariz, enderece la nariz!"). Es un momento delicado y no se puede corregir de cualquier manera. Para empezar porque solo con imaginarse en esa situación varias de las amigas de la conversación inicial afirman que "les cortaría el rollo por completo"; adiós al sexo oral y de cualquier otro tipo.

Además, cada mujer es un mundo y, para una nueva pareja, uno sin descubrir. "Es importante expresar las preferencias, decir lo que nos gusta y lo que no, los deseos que tenemos...", dice Larrazabal. Siempre con tacto. La asertividad es fundamental, y es muy importante comprender la fuerza de la comunicación no verbal. Lo primero es asegurarse de que la pareja está atenta al lenguaje corporal. Luego, tener en cuenta que "las señales que das con el cuerpo son fundamentales en el sexo oral y la pareja debe estar pendiente para aprender lo que te gusta y lo que no. Así irá mejorando la forma en la que se mueve y la presión que ejerce", aclara Larrazabal. Otra posibilidad es dirigirles con las manos, recolocando la cabeza con suaves movimientos: un poco más arriba, hacia un lado o el otro, más cerca... También enseñarles directamente con los dedos cómo y donde te gusta, explicar el tipo de movimiento (de arriba a abajo, circular, hacia los lados) para que ellos lo imiten con la lengua.

"Pero si nada de esto funciona y no conseguimos que lo pille en el momento, es mejor dejarlo y hablarlo después", dice Molero. Una vez más, con el lenguaje adecuado y sin herir —dicen las expertas— hay que llevar la relación a otro tipo de juegos. Son muchas las formas en las que las mujeres pueden expresar lo que quieren: "Hay que hablarles de y expresar lo que gusta. Por mucha experiencia que se tenga, cada relación tiene sus particularidades y hay que aprenderlas", apunta Molero.

La teoría se puede acompañar de ejemplos gráficos, aseguran las expertas, que recomiendan un visionado en pareja de cine erótico. Así poco a poco, la cosa irá mejorando. Lo que nunca jamás hay que hacer es, en opinión de las sexólogas, es fingir. "No tiene ningún sentido. Estás engañando a la otra persona y, lo que es peor, a ti misma, que no conseguirás sentir placer. El sexo así no tiene sentido", concluye Larrazabal.

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