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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí
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Monedas complementarias ante la lisis del coronavirus

Varios autores defienden un nuevo orden económico para hacer frente a la pandemia

Vivimos un momento histórico en el que las diferentes opciones de la teoría neoclásica hacen ajustes para intentar que todo siga igual
Vivimos un momento histórico en el que las diferentes opciones de la teoría neoclásica hacen ajustes para intentar que todo siga igual(c) Alice Pasqual vía Unsplash

Una crisis es un evento puntual; una lisis es una descomposición sistémica, y es ante lo que nos encontramos en estos meses del año 2020. Hay diversos escenarios de decrecimiento a corto plazo, y a medio plazo diferentes escenarios de recuperación, pero también los hay de descomposición. En cualquier caso, nos encontramos sujetos a la inmensa incertidumbre sobre cómo se producirá el proceso de salida de esta situación. Es el momento de que las monedas complementarias hagan de nuevo un intento de salir de las catacumbas de la economía social y del desarrollo local para formular algunas propuestas a situaciones complejas a las que la economía oficial no puede dar respuesta.

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Durante esta década pasada el dinero generado apenas ha llegado a la economía real. Se ha inyectado en la oferta, en las empresas, y de modo limitado y poco efectivo para las más pequeñas. Esta situación ha castigado a la demanda, puesto que se han reducido los salarios y las ayudas sociales. Pese a la necesidad de búsqueda de alternativas, estamos viviendo un momento histórico en el que las diferentes opciones de la teoría neoclásica hacen ajustes para intentar que todo siga igual, dentro del orden conocido, intentando cambiar algunas cosas para que nada cambie.

En este sentido, podemos agrupar en cuatro bloques los grandes tipos de medidas entre las propuestas defendidas en estas últimas semanas en los medios de comunicación; y que, atendiendo al orden de verosimilitud y de garantías de continuidad del orden (desorden) establecido, se pueden resumir de la siguiente manera:

  1. Plan A) Enfoque Macro: Bajada de tipos de interés que sirven para incrementar la deuda pública, con compra pública de bonos para evitar que se especule contra esta deuda (técnicamente se denomina EQ). Poco que añadir que no conozcamos ya, son las medidas convencionales de la década pasada.

  1. Plan B) Enfoque Micro: Sistema de avales a empresas y autónomos con el objetivo de mantener especialmente el pequeño tejido productivo que es socialmente el más frágil en este tipo de situaciones. En esta línea, el gobierno español planteó hace unas semanas un plan de avales públicos para empresas de 200.000 millones de euros, de los que estima que finalmente sería necesario responder, aproximadamente, solo a la mitad.

  1. Plan C) Enfoque Helicóptero: Cada vez hay más apoyo a medidas de distribución puntual de renta (helicóptero monetario), con frecuencia complementadas con las ya mencionadas. En Estados Unidos, mucho más flexibles, aunque sean más conservadores que la Unión Europea, se ha aprobado un “helicóptero monetario”, sistema que Carlos Arenillas proponía también en este mismo medio.

Lo local es lo más real, más sostenible y de mayor capacidad de resiliencia frente a las crisis globales

Con relación a este helicóptero monetario, Hong Kong ha tomado la decisión de hacer pago único a todos sus ciudadanos equivalente a 1.100 euros/per cápita. Los inconvenientes que apunta son que la cantidad es pequeña para ofrecer una capacidad sostenible de resistencia a la contracción de la demanda.

En esta línea se sitúa la propuesta de renta básica social, puntual, que plantea el gobierno de Pedro Sánchez, bajo la presión de Unidas Podemos.

  1. Plan D) Enfoque nano regular: Se trata de una renta básica regular, y más o menos universal. Los defensores de una renta básica regular proponen que los gobiernos inyecten renta de modo sostenido, lo que podría contribuir a mantener la demanda. Es un sistema costoso si se sostiene en el tiempo y para el que difícilmente se conseguirá autorización del Banco Central o de los Mercados. Pero hay vida más allá.

Desde el enfoque teórico-práctico de las monedas complementarias, en este artículo planteamos dos grandes escenarios de utilización de las mismas que podría dar respuesta a este episodio de crisis sistémica (o lisis) y que, a su vez, podrían permitirnos transitar a otro sistema con un mayor componente ecológico y social y con mayor incidencia en la relocalización de la actividad. Los dos tipos que presentamos son:

Plan E) una o varias monedas complementarias autonómicas de respaldo oficial (Moneda Complementaria tipo A).

En este escenario, el helicóptero sería puntual —más tolerable para los grandes bancos centrales y la realpolitik— o regular (renta básica), pero se realizaría en una moneda complementaria. El fondo de respaldo, aval ciudadano, estaría depositado en el Banco de España o en la banca comercial y a la ciudadanía se le entregaría un dinero electronico, que los comercios podrían recuperar en euros aunque añadiéndole un mecanismo que desincentive el cambio de moneda a través de un interés negativo, lo que favorecería su utilización y la circularidad del mismo. En este sentido, el marco teórico recomienda aplicar dicho interés negativo (véase, “oxidación”), de modo que la ciudadanía y los comercios usen esta moneda con frecuencia, aumenten su circulación en el intercambio de productos y servicios y se reserven los euros para el ahorro.

El Ayuntamiento de Barcelona lanzó la moneda local REC en el 2016
El Ayuntamiento de Barcelona lanzó la moneda local REC en el 2016

Este enfoque vendría avalado por los resultados de varias experiencias con monedas respaldadas en euros y con acuerdo de los bancos centrales. Las experiencias más avanzadas de las que disponemos en este momento en el Estado son: el REC, que el Ayuntamiento de Barcelona ha implementado desde 2016 a través de NovAct en el eje del Besós y que supone que parte de la renta de inserción inyectada en la comunidad fuera en moneda de uso en el comercio local.

En esta línea, de moneda respaldada en euros y apoyada por la Administración Pública local, encontramos la Grama en Santa Coloma de Gramanet o la moneda ossetana en San Juan de Aznalfarache en Sevilla, utilizada para el pago de ayudas sociales y que, además, se han incorporado recientemente en un proyecto europeo, llamado Convocatoria Horizonte 2020, con el objetivo de compartir el modelo con otros países mediterráneos.

A menor escala, pero también en el ámbito local, el Varamedí de Zafra (Badajoz), o el Irati, utilizado en una mancomunidad de residuos de Navarra para incentivar la recogida selectiva de varias fracciones de residuos. Estas son algunas de las monedas locales que están funcionando en nuestro país con el apoyo de la Administración pública y con respaldo en euros.

Otras monedas de similar tipología, aunque en muchos casos sin inyecciones a la ciudadanía, las encontramos en el sur Francia con el Eusko, en el sur de Alemania con el Chiemgauer o en Reino Unido con el Bristol con mayor o menor peso público local o regional.

La acusación de corralitos encubiertos que argumentarán algunos críticos, se aclarará al establecerse desde el inicio un protocolo claro de tasa de cambio, que desincentive que se reconvierta en euros; y de oxidación que nos ayude a estimular el uso cotidiano y refuerce las economías locales. Lo local es lo que demuestra ser más real, más sostenible y de mayor capacidad de resiliencia frente a los escenarios de crisis globales.

Plan F) monedas complementarias de respaldo social (Monedas complementarias Tipo B)

Este plan incluiría monedas sociales promovidas desde la propia ciudadanía y comunidades más o menos organizadas, sin respaldo en moneda oficial. En ocasiones ha habido apoyo de la administración, como las propuestas por el gobierno griego de Alexis Tsipras en 2012 para las Administraciones Locales, pero en nuestro caso, la totalidad de las monedas sociales creadas en España desde la crisis económica fueron de iniciativa exclusivamente social. Estas monedas sociales (denominadas de Tipo B o Sistemas LETS, según autores) son monedas de crédito mutuo, autogestionadas por los usuarios y de liderazgo comunitario. Surgen desde la iniciativa de personas, movimientos y entidades más activas y dinámicas, y se enfoca a grupos de afines o a los sectores más necesitados y vulnerables.

En los estudios que realizamos durante las fases más duras de la crisis, entre 2011 y 2014, tanto en Grecia como en España, había familias que obtuvieron la mitad de su renta real a través de la realización de intercambios en estas monedas locales, y la otra mitad gracias a trabajos o subsidios. Esta moneda no requiere inyección de dinero, ni público ni privado, no se convierte nunca en euros, se sigue intercambiando entre los miembros de la comunidad.

Pero creemos que es importante que cuenten con colaboración pública. En estas comunidades de intercambio se pueden establecer mecanismos de seguimiento de las rentas y de las transacciones realizadas, a modo de política dinámica de empleo; y en su caso, podrían permitir pagos de tasas o establecer impuestos en esas mismas monedas. En la crisis financiera de hace una década surgieron centenares de iniciativas de este tipo. Actualmente la mayoría están prácticamente desactivadas, por problemas diversos, de distancias y de transporte, por la recuperación de la actividad económica y el empleo, porque los municipios no apoyaron, y porque los comercios no participaron. España fue uno de los países del mundo con mayor presencia de estas plataformas de intercambio en crédito mutuo con cerca de 500 comunidades, solo 267 grupos en la plataforma internacional (CES, 2020).

En estos próximos años de lisis (crisis y descomposición sistémica) no creemos que podamos esperar mucho de un Big Green Deal. Volverán a surgir monedas sociales, unas de emergencia, otras con un objetivo emancipador. Hay nuevas herramientas tecnológicas para apoyar el proceso y muchos motivos para pensar que los grandes decisores no estarán a tan baja altura como para entender la oportunidad que suponen estos dos grandes tipos de monedas complementarias: rearticular mercados de proximidad, alimentarios o de servicios básicos, generar rentas complementarias de emergencia, fomentar la reutilización y los intercambios de segunda mano, y muchas otras funciones microeconómicas que hasta ahora no hemos podido esperar de las alturas del poder.

Franco Llobera es miembro de la Asociación Economías BioRegionales (EBR)

Alex Lopez es especialista en monedas complementarias.

José Luis Fernández-Pacheco es investigador de la Universidad de Extremadura (UEX) y del Instituto de Moneda Social (IMS)

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