_
_
_
_
_
carta blanca
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¡Feliz vida!

Soy de las que creen que soñando vamos probando vidas, vamos despejando caminos y, sobre todo, nos van creciendo las alas

Querida pequeña; No, no nos conocemos, por eso lo primero que debo hacer es pedirte disculpas, porque ¿quién soy yo para dar consejos? Nadie importante. Solo alguien que fue niña una vez y que, aunque recuerda una infancia feliz, muchas veces querría poder viajar hacia atrás, abrazar a su yo del pasado y susurrar un racimo de consejos. Unas palabras dejadas caer, no por azar, sino por años y experiencia, que hicieran de ese momento en el que uno se construye a sí mismo algo menos confuso. Y es de ahí, de ese hueco entre el pecho y las alas, de donde nacen estas palabras.

Pequeña, no tengas prisa. No quieras crecer ya, no quieras que el tiempo vuele, porque… vuela. Vuela y se marcha lejos y, aunque se puede evocar con los ojos cerrados, no se le puede hacer marchar hacia atrás. No se puede volver a ser niña o vivir de nuevo un millón de esas primeras veces a las que no damos importancia hasta que crecemos. Y se esfuman.

Aprovecha estos años para soñar, mucho, muy alto y con fuerza. Habrá quien te diga que es perder el tiempo, pero soy de las que creen que soñando vamos probando vidas, vamos despejando caminos y, sobre todo, nos van creciendo las alas. Sí. Que de tanto soñar te crezcan alas. Pero también que no sepas querer ni ser querida si no es bien…, y bien quiere decir sintiéndote capaz de cualquier cosa. Porque, pequeña, puedes ser aquello que quieras. Princesa, pirata, astronauta, aventurera, médico o trapecista. Tendrás que pelear por serlo, no voy a mentirte y a decirte que los años que te esperan serán fáciles. Pero si peleas, no con los demás, no contigo misma, sino por aquello que quieres, el camino parece menos empinado, menos lleno de piedras.

Que el amor empiece siempre contigo, que no te odies jamás por no ser perfecta, por no ser como las demás, porque… un secreto: nadie es como los demás, no hay demás en esta ocasión, solo un montón de gente intentando (en el mejor de los casos) ser la mejor versión de sí misma. Por eso… cuídate. Quiérete. Abraza tus diferencias, tus sombras, tus miedos, porque de ellos puede nacer aquello que haga tu voz sonar más alto.

Que la libertad sea siempre quien escoja el destino de tu vida, no los demás ni la inercia. El mundo gira, lo sé, pero tú puedes hacerlo en la dirección opuesta si es lo que quieres. Que aprendas a llenar los pulmones y a respirar. Que no se te olvide jamás que naciste para ser real, no perfecta, y que no debes responder a las expectativas de nadie. La vida no es un examen, pequeña, ni estamos aquí para hacer lo que los demás esperan de nosotros. Si te juzgan, no es tu sitio.

Quiérete, pequeña, mucho, a fuego. Y no esperes al amor de tu vida porque, si te miras en el espejo, ya lo tienes delante.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_