_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Qué está pasando con el papel higiénico en Madrid

Es imprescindible que los protocolos sean claros y sean completos porque, de otro modo no son protocolos sino medidas inútiles o contraproducentes

Nuria Labari
Clientes de un supermercado de Madrid.
Clientes de un supermercado de Madrid. Víctor Sainz

Lo contrario de un protocolo sería, fonética y filosóficamente, un culo prieto. Que es como tenemos el nuestro en este momento la mayoría de ciudadanos residentes en Madrid. A falta de un protocolo de actuación claro y coherente, parece que lo único que podemos hacer es apretar nuestras posaderas y seguir adelante. Que nadie se extrañe por el hecho de que el papel higiénico esté desapareciendo de las estanterías de los supermercados de la capital. Ni leche ni fabada en lata ni guantes de látex. El papel higiénico es el producto estrella del coronavirus. Si lo piensas es normal, dado que nuestro Gobierno ha elegido prescindir de un protocolo completo y de carácter nacional y ha preferido, en su lugar, que los madrileños apretemos fuerte el culo.

Más información
Somos algo más que cifras
Aprender de las crisis

Nada más escuchar que se cerraban los colegios en Madrid mi madre me llamó por teléfono para informarme de que las niñas, mis hijas, podían irse con ella a Santander. Yo le expliqué que eso no podía ser, que las niñas tenían que quedarse aisladas en casa. Que no estábamos en la semana blanca sino en una crisis de salud pública global y que debíamos respetar las medidas. Ella contestó que no había ninguna medida que dijera que las niñas no podrían irse a Santander y que yo era una alarmista.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Los mismo que mi madre han pensado los cientos de universitarios que han decidido irse de Madrid a sus casas en provincias aprovechando que no hay clase. Y eso los más cuidadosos porque otros están disfrutando de tener más tiempo libre, porque en algo habrá que invertirlo: gimnasio, compras, fiesta… En Madrid circulan por los smartphones de los más jóvenes promociones de discotecas para “Matar al coronavirus bailando”. Con barra libre hasta la madrugada incluida. En fin.

Los madrileños estamos dispuestos a arrimar el hombro, a ser solidarios, a cuidar los unos de los otros. Y así lo hemos demostrado siempre que ha sido preciso, pero es imprescindible que los protocolos sean claros y sean completos porque, de otro modo no son protocolos sino medidas inútiles o contraproducentes. De momento se nos ha pedido un esfuerzo inmenso que, si no va acompañado de una serie de recomendaciones claras y coherentes, servirá para poco o para nada.

El teletrabajo, por ejemplo. El Gobierno central lo recomienda para todo el mundo. Pero una pregunta: ¿podemos los trabajadores madrileños irnos a trabajar a otras provincias? Porque es algo que se le va a pasar por la cabeza a mucha gente. Pues me cojo a los niños y el portátil y me voy a trabajar a casa de mis padres que en su Comunidad no hay tanta incidencia del virus. ¿Alguna recomendación clara al respecto o nos ponemos a discutir entre nosotros?

Mañana mismo iba a participar en un debate en una librería del centro. El WhatsApp que recibo dice: “JT propone que nos pasemos por la librería a tomar algo, por lo menos, ya que lo anulamos”. Y no sabemos si anulamos por responsabilidad, por alarmismo o por solidaridad pero lo estamos debatiendo en grupo. Lo mismo que quedar o no para esas copas. Y como nuestro grupo hay cientos, miles activos ahora mismo.

Pero si finalmente quedamos para esos vinos. ¿Cómo hacemos? ¿Nos besamos o solo nos saludamos guardando la distancia de seguridad? ¿Debería Madrid ser una ciudad sin besos o no hay para tanto? Para algunos, parece como de histéricos lo de no tocarse o no besarse. Pero ¿qué es lo correcto? De momento, la única idea que parece clara es que tenemos que lavarnos mucho las manos y usar mascarillas para los infectados o quienes hayan estado cerca del virus. Y aquí el asunto empeora un poco más si cabe. Porque estamos ante el primer protocolo contra una enfermedad que no refuerza las medidas de prevención. En las farmacias del centro de Madrid hace ya días o semanas que no hay mascarillas ni gel hidroalcoholico. Así que los madrileños vamos a prevenir el contagio sin herramientas básicas de prevención, así de innovadores somos. Y con los niños en casa. Es decir: culo prieto.

De los supermercados mejor ni hablamos. Los memes ayer eran muy graciosos y también un poco vergonzosos dadas las circunstancias. Había normalidad en algunos comercios pero también mucha cola y ciertas dosis de histeria confirmada por las principales cadenas de alimentación. Gente amontonada alrededor de las líneas de caja —con muchos mayores por cierto— a la espera de llevarse todo el papel higiénico posible a sus casas. Pero ¿tienen los supermercados una guía de actuación para atender a sus clientes? ¿Cuántas personas pueden amontonarse en una cola sin que el personal de seguridad invite a algunos a esperar fuera? ¿De verdad están los niños sin cole pero podemos ir en masa —y con ellos— al supermercado?

No crean que estoy hablando de grandes prohibiciones sino de unas recomendaciones claras respecto de lo que es mejor para la mayoría. Los ciudadanos estamos dispuestos a hacer lo correcto, algunos estamos incluso deseando hacerlo. Tenemos derecho a ser solidarios y a disponer de las medidas precisas para serlo. Mientras tanto seguiremos comprando papel higiénico en masa después de la intervención de un Gobierno que un día nos permite ir a la manifestación del 8M con nuestras hijas de la mano y al día siguiente nos cierra los colegios.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Nuria Labari
Es periodista y escritora. Ha trabajado en 'El Mundo', 'Marie Clarie' y el grupo Mediaset. Ha publicado 'Cosas que brillan cuando están rotas' (Círculo de Tiza), 'La mejor madre del mundo' y 'El último hombre blanco' (Literatura Random House). Con 'Los borrachos de mi vida' ganó el Premio de Narrativa de Caja Madrid en 2007.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_