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El brote de langostas del Cuerno de África ya se extiende por una docena de países

La explosión de insectos, ligada al cambio climático, se acentúa con su reproducción a ambas orillas del Mar Rojo

Un hombre muestra decenas de langostas en su mano, este 20 de febrero, en Nakapritprit, Uganda.
Un hombre muestra decenas de langostas en su mano, este 20 de febrero, en Nakapritprit, Uganda.SUMY SADURNI (AFP)
José Naranjo
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El gigantesco brote de langostas que se originó el año pasado en Arabia Saudí y Yemen ha llegado ya a diez países africanos, Etiopía, Somalia, Kenia, Eritrea, Yibuti, Uganda, Tanzania, Sudán, Egipto y Sudán del Sur, y amenaza con penetrar en Jordania. Esta invasión tiene su origen en la inusual frecuencia e intensidad de ciclones en el Océano Índico en los últimos dos años, un fenómeno ligado al cambio climático según los expertos, lo que ha facilitado la reproducción de los insectos. El brote, que impacta sobre las cosechas, supone una seria amenaza para la seguridad alimentaria de más de 30 millones de personas.

“En las condiciones adecuadas, una población de langostas puede aumentar 20 veces cada tres meses”, asegura Keith Cressman, investigador principal de la Agencia de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), quien sitúa el inicio del brote en el desierto de Rub al-Jali, también llamado El cuarto vacío, una de las zonas más inhóspitas del mundo y totalmente deshabitada. “Allí, las langostas pueden reproducirse y reproducirse libremente. En nueve meses nacieron tres generaciones, lo que provocó que el número de insectos aumentara 8.000 veces. Esa es la fuente original”, opina Cressman.

Las lluvias provocadas por los dos ciclones que se produjeron en 2018 y los ocho de 2019, cuando lo normal es que haya uno o ninguno por año, generaron el ambiente húmedo propicio para la explosión en el número de langostas. Su desplazamiento posterior es completamente natural. “Los enjambres pueden cruzar océanos. Saltaron sobre el Mar Rojo y el Golfo de Adén hasta el Cuerno de África. Allí, un nuevo ciclón en diciembre de 2019 desencadenó otro espasmo de reproducción que podría dar lugar a otras dos generaciones más (400 veces más langostas) y durar hasta junio”, explica el experto.

Aunque aún está lejos de alcanzar la dimensión de la peor plaga conocida, ocurrida entre 1949 y 1963 en África, la Península Arábiga y el suroeste de Asia, el brote actual es una catástrofe

Según la FAO, que monitorea a las langostas del desierto, de momento se trata de un brote y no una plaga, pues esta se define como una infestación generalizada de una o más regiones durante al menos un año. Son poco frecuentes, en el último siglo ha habido cinco, en 1926-34, 1940-48, 1949-63, 1967-69 y 1986-89, pero sus efectos son devastadores. Sin embargo, los brotes también son capaces de generar graves crisis: en 2003-05 se produjo uno en África occidental y el Sahel y los hogares afectados sufrieron pérdidas de entre el 80 y el 100% de sus cereales, el 90% de sus legumbres y hasta el 85% de sus pastos.

Aunque aún está lejos de alcanzar la dimensión de la peor plaga conocida, ocurrida entre 1949 y 1963 en África, la Península Arábiga y el suroeste de Asia, el brote actual es una catástrofe. Kenia, Etiopía y Somalia, donde gigantescos enjambres de langostas adultas se desplazan de un lugar a otro y depositan sus huevos, son los países más afectados por ahora. En Uganda y Tanzania temen que las nuevas crías nazcan justo en el periodo de cosechas, dentro de unos dos meses, mientras que Sudán del Sur se ha sumado esta semana a la lista, según confirmó el martes su ministro de Agricultura, Onyoti Adigo.

Las consecuencias de la llegada del brote de langostas a este último país podrían ser dramáticas después de la prolongada guerra, que ha dejado al 60% de la población en situación de inseguridad alimentaria, la sequía y las inundaciones del año pasado, que provocaron el desplazamiento de miles de personas. “Esto podría ser la gota que colme el vaso”, advirtió la directora de Save the Children en Sudán del Sur, Rama Hansraj. Sin langostas ya se preveía que 1,3 millones de niños menores de cinco años sufrirían desnutrición aguda en 2020. Con ellas la cifra se puede disparar.

Un soldado rocía con insecticida plantas en Otuke, Uganda.
Un soldado rocía con insecticida plantas en Otuke, Uganda.SUMY SADURNI (AFP)

En ambas orillas del Mar Rojo a lo largo de Egipto, Sudán, Eritrea y Arabia Saudí se ha detectado que prosigue la reproducción y se espera que los grupos de adultos inmaduros formen enjambres en breve. El Gobierno de Jordania, por su parte, ha elevado la alerta al nivel máximo al constatarse la presencia de numerosos insectos en la zona de Hail, en Arabia Saudí, a tan solo 500 kilómetros de la frontera, según informa la agencia de noticias Petra.

“Los enjambres que enfrentamos ahora son mucho más grandes de lo normal. Uno de los impactos menos visibles del cambio climático es cómo va a alterar la dinámica de propagación y reproducción de plagas. Aunque las langostas del desierto son una amenaza ancestral, tememos que algo esté cambiando. Si la tendencia actual de aumento de los ciclones continúa, es probable que el Cuerno de África enfrente más brotes en el futuro”, añadió Cressman. Por su parte, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, estableció recientemente un vínculo directo entre el cambio climático y esta crisis.

Para combatir la invasión, los gobiernos africanos llevan a cabo tanto operaciones terrestres como aéreas de fumigación en las que se emplean pesticidas químicos de impacto limitado, según la FAO. Sin embargo, no las tienen todas consigo. “La evolución del brote depende del éxito de las operaciones de control actuales, su escalamiento rápido y oportuno y si el clima sigue siendo favorable para las langostas. En el peor de los casos (si tenemos un control deficiente y un clima favorable continuo), el brote se podría convertir en plaga a finales de 2020”, remató Cressman.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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