_
_
_
_
_

La prohibición de circular a los mototaxis agita a la mayor ciudad de Nigeria

La medida desencadena una campaña de protestas en redes sociales y desemboca en manifestaciones en las calles de Lagos. El Gobierno asegura que provocan muchos accidentes

Decenas de mototaxis aparcados en la ciudad de Lagos, esta misma semana.
Decenas de mototaxis aparcados en la ciudad de Lagos, esta misma semana.PIUS UTOMI EKPEI (AFP)
Carlos Bajo Erro
Más información
El milagro keniano
Los juglares africanos se llaman ‘griots’ y aún ejercen un oficio milenario
La impotencia de la democracia

“Venid con ropa deportiva cómoda, por favor. Traed también vuestros móviles, vuestras pancartas y los documentos de identidad”. Esas son las principales consignas para participar en la protesta convocada para la mañana de este sábado contra la prohibición de los mototaxis en Lagos, la ciudad más poblada de Nigeria y la megaciudad africana por definición. Parecía que se trataba de una decisión que únicamente afectaba a la movilidad, pero está haciendo tambalearse el sistema urbano y ha saltado a las redes sociales para compartir la indignación de una parte de la sociedad. Bajo el #OccupyLagos se ha organizado una campaña aparentemente espontánea y poco organizada.

21 millones de almas se calcula que viven en el Lagos metropolitano. A partir del 1 de febrero, las okada y los keke napep quedaron proscritos en las calles más populosas y transitadas de la ciudad, por una orden del gobierno. Las okada son las motocicletas y los keke napep, los motocarros que se utilizan de manera habitual para el transporte de personas en recorridos urbanos. Se trata del medio habitual de millones de lagosenses, por su precio y por su flexibilidad que permite eludir, al menos en parte, la congestión del tráfico de la urbe.

La prohibición desencadenó de manera inmediata un considerable caos en la ciudad. A las manifestaciones y los cortes de carretera de los motoristas, se sumó la incapacidad del sistema de transporte urbano para absorber la demanda que quedaba huérfana de motos y motocarros. Y los usuarios se lanzaron a protestar en las redes. La etiqueta #OkadaBan (OkadaProhibición) en Twitter acogió enseguida las imágenes de las largas filas de ciudadanos y ciudadanas que esperaban autobuses u otros medios de transporte, las quejas por las eternas caminatas y los lamentos por los retrasos en la llegada al trabajo.

Las propias autoridades han utilizado también esos mismos canales para explicar los motivos de la medida. Han intentado defender que se habían visto obligados a aplicar una ley aprobada en 2018 debido a la alta tasa de accidentes de esos medios de transporte. Por ello, el gobernador del Estado de Lagos, Babajide Sanwo-Olu ha cargado las tintas sobre la indisciplina viaria de los conductores de las okada, ha insistido en que la decisión no admitía vuelta atrás porque se basaba en motivos de seguridad y ha anunciado el refuerzo del servicio de autobuses urbanos.

Otros usuarios seguían recordando que la prohibición no había mejorado el tráfico en la ciudad, al contrario, se quejaban de que los atascos continuaban siendo desmedidos. Y evidentemente, a pesar de las consecuencias negativas que se anunciaban, una situación como esta se prestó, en las redes sociales, a las denuncias a través de la ironía.

Además de las repercusiones para la ciudadanía, parece que la medida tiene un impacto inmediato en la economía. Algunas fuentes calculan en 800.000 las motos que funcionan como medio de transporte de ciudadanos, de manera más o menos regulada. La mayor parte de las que lo hacen formalmente están inscritas en alguna de las tres empresas que dominan el sector. Solo una de esas compañías, Gokada, ya ha reconocido que ha tenido que despedir al 70% de su plantilla de conductores, lo que supone entre siete y ocho mil personas.

El testimonio de Sandra, una de esas conductoras de mototaxis, explicando sus condiciones laborales y lo que supone para ella el trabajo, ha despertado especialmente la empatía de los usuarios de los medios sociales y se ha hecho viral. Una poco conocida fundación se ha apresurado a regalarle un coche a Sandra, quien ya se ha convertido en uno de los símbolos en las redes del impacto de esta medida en la gente común, en el lagosense anónimo.

En medio de esta tormenta, se ha producido un paso más cuando ha empezado a circular por las mismas redes sociales una campaña en forma de convocatoria. El hashtag #OccupyLagos aparecía como una reacción a la prohibición de las okada y los keke napep pero además lanzaba una apuesta muy especial, una manifestación convocada este sábado 8 de febrero. La convocatoria es tremendamente confusa, no se identifica a ningún colectivo y, sin embargo, ha ido circulando, fundamentalmente a través de Twitter.

No ha sido el primer mensaje con esa etiqueta, pero sí uno de los que ha tenido más difusión, un tuit en el que una usuaria llama a concentrarse el sábado en la zona Eko Atlantic de Lagos, una especie de distrito de lujo de la ciudad, una zona, por otro lado, poco popular y poco estratégica.

Esta usuaria, además de las consignas para participar en la acción insiste, una y otra vez, en que se trata de una protesta cívica y pacífica, en la que se pretende demostrar el descontento de la ciudadanía con la decisión pero “sin perturbar la paz” ni “entorpecer la actividad normal”.

En todo caso, el hashtag #OccupyLagos ha servido también para que los usuarios advirtiesen de los problemas que generaba la prohibición de las motocicletas. Otros mensajes advierten, por ejemplo, que además de las dificultades de movilidad, se producen problemas de inseguridad. Y llegaban a atribuir a la medida robos e incidentes similares porque aseguraban que los y las lagosenses eran más vulnerables al tener que desplazarse a pie. A medida que la etiqueta se ha ido haciendo popular y ha ido despertando el interés de los usuarios se ha ido poblando de anuncios de todo tipo.

Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra newsletter.

Sobre la firma

Carlos Bajo Erro
Licenciado en Periodismo (UN), máster en Culturas y Desarrollo en África (URV) y realizando un doctorando en Comunicación y Relaciones Internacionales (URLl). Se dedica al periodismo, a la investigación social, a la docencia y a la consultoría en comunicación para organizaciones sociales.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_